Merced a la «cara oculta» de Ramón Trecet, la que le resguardaba del vehemente locutor de básket y otras disciplinas deportivas, en un programa que conducía en Radio 3 en horario de sobremesa, descubrí a Eva Cassidy (1963-1996). Su voz me atrapó desde el primer estribillo, creo recordar, que de Songbird, el tema que Trecet seleccionó entre un ramillete de canciones que sonarían de Cassidy en la ondas de Radio 3. A precios astronómicos —como corresponde a los títulos de importación que cuentan con pocas unidades en esa invitación al ejercicio de la arqueología que se han convertido las grandes superficies—, a lo largo de los años he adquiriendo buena parte del repertorio musical de Cassidy. Corto repertorio, no por decisión propia sino debido a un melanoma que sesgó su vida a los treinta y tres años. Su figura ganó enteros postmortem, sobre todo a raíz de la publicación de Songbird: Eva Cassidy: Her Story by Those Who Knew Her (2001), escrito a partir de diversos testimonios con vínculos sanguíneos o fraternales.
Lo primero que sugiere la música interpretada por Cassidy es que ella no debería contarse entre los seres terrenales; su calidez ahoga lo puramente humano para proyectarse en un cielo provisto de suaves y delicadas composiciones arbitradas por fenómenos naturales. No hay requiebros vocales que valgan; Cassidy repercutió en sus discos una sonoridad limpia, incapaz de abandonar ni en un solo suspiro unas trazas de excelencia que la llevaron a atacar estilos muy diversos (gospel, r&b, blues, jazz, etc.) La desdicha de su deceso nos privó que la ejecución de mainstreams pasados por el sedal de su primorosa voz que hubiera dejado en la penumbra a otros cantantes que habían ejecutado sus particulares versiones. Somewhere (2008) levanta acta de ese poder vocal de Cassidy en una selección de una docena de temas que adopta un aire festivo con el Chain of Fools —un trago largo para los amantes del soul— y que culmina con una canción que da nombre al CD, escrito al alimón por el que fuera su habitual productor Chris Biondo y ella misma. Escuchar en su integridad Somewhere puede resultar un buen compendio de las excelencias vocales de Cassidy, pero un tanto insuficiente para tomar la temperatura de aquellos temas concebidos para la corta distancia, a celebrar en la intimidad de espacios cerrados. Antes de su despedida de los escenarios en el At the Bayou de Georgetown (Washington DC, su estado natal), con el consuelo de saberse rodeada de amigos, familiares y/o admiradores, Cassidy se había movido con frecuencia en locales de reducidos aforos, algunos a pie de autopistas dado que su nombre no era reclamo alguno para convocar a miles de espectadores. En la soledad de habitaciones de motel, habilitadas al mismo tiempo como camerinos en los que velara sus horas previas y posteriores a sus actuaciones en directo, Cassidy crearía sus propias composiciones, una mínima parte en comparación con su proverbial faceta de versionadora de temas de toda índole dentro del espectro que transita entre el blues, el jazz y el pop. Allí están las canciones que integran el CD Wonderful World (2004), un complemento más que idóneo si el paladar musical de cada uno ha saboreado con fruición Somewehere. Una artista, en definitiva, a descubrir o redescubrir mientras observamos un cielo libre de nubes o donde las estrellas cobran protagonismo en la negra noche. A poder ser, en la mejor compañía posible, la que viste de dulzura nuestros pensamientos al tiempo que escuchamos en la lejanía una partitura musical dictada desde algún lugar del corazón por la gran Eva Cassidy.
Lo primero que sugiere la música interpretada por Cassidy es que ella no debería contarse entre los seres terrenales; su calidez ahoga lo puramente humano para proyectarse en un cielo provisto de suaves y delicadas composiciones arbitradas por fenómenos naturales. No hay requiebros vocales que valgan; Cassidy repercutió en sus discos una sonoridad limpia, incapaz de abandonar ni en un solo suspiro unas trazas de excelencia que la llevaron a atacar estilos muy diversos (gospel, r&b, blues, jazz, etc.) La desdicha de su deceso nos privó que la ejecución de mainstreams pasados por el sedal de su primorosa voz que hubiera dejado en la penumbra a otros cantantes que habían ejecutado sus particulares versiones. Somewhere (2008) levanta acta de ese poder vocal de Cassidy en una selección de una docena de temas que adopta un aire festivo con el Chain of Fools —un trago largo para los amantes del soul— y que culmina con una canción que da nombre al CD, escrito al alimón por el que fuera su habitual productor Chris Biondo y ella misma. Escuchar en su integridad Somewhere puede resultar un buen compendio de las excelencias vocales de Cassidy, pero un tanto insuficiente para tomar la temperatura de aquellos temas concebidos para la corta distancia, a celebrar en la intimidad de espacios cerrados. Antes de su despedida de los escenarios en el At the Bayou de Georgetown (Washington DC, su estado natal), con el consuelo de saberse rodeada de amigos, familiares y/o admiradores, Cassidy se había movido con frecuencia en locales de reducidos aforos, algunos a pie de autopistas dado que su nombre no era reclamo alguno para convocar a miles de espectadores. En la soledad de habitaciones de motel, habilitadas al mismo tiempo como camerinos en los que velara sus horas previas y posteriores a sus actuaciones en directo, Cassidy crearía sus propias composiciones, una mínima parte en comparación con su proverbial faceta de versionadora de temas de toda índole dentro del espectro que transita entre el blues, el jazz y el pop. Allí están las canciones que integran el CD Wonderful World (2004), un complemento más que idóneo si el paladar musical de cada uno ha saboreado con fruición Somewehere. Una artista, en definitiva, a descubrir o redescubrir mientras observamos un cielo libre de nubes o donde las estrellas cobran protagonismo en la negra noche. A poder ser, en la mejor compañía posible, la que viste de dulzura nuestros pensamientos al tiempo que escuchamos en la lejanía una partitura musical dictada desde algún lugar del corazón por la gran Eva Cassidy.
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