sábado, 21 de mayo de 2016

DALTON TRUMBO (1905-1976), HACIENDO "INVENTARIO" TRAS 40 AÑOS DE SU MUERTE

Durante los primeros años de mi juventud, esto es, la década de los ochenta, raro era el día que no había un descubrimiento que debía anotarse al margen de las páginas que conforman ese libro vital que cada uno de nosotros vamos construyendo. De tal suerte, en ese periodo de mi existencia el interés por la figura de Dalton Trumbo (1905-1976) arraigaría con fuerza a partir de reparar en el contenido de una película como Johnny cogió su fusil (1971) que emitieron por televisión en horario nocturno. Trumbo ejercía de director-adaptador de su propia novela, que quise leer pero no acerté a adquirir un ejemplar de la misma dado que parecía por aquel entonces una obra condenada a la "clandestinidad" o, cuanto menos, pasto de esas librerías de viejo donde cualquier búsqueda se convierte en una operación propia de un arqueólogo. En cualquier caso, el nombre de Trumbo había quedado grabado a fuego en mi memoria por cuanto ese ideario antibelicista mostrado con toda su crudeza crítica a través de la tragedia experimentada por el soldado Joe Bomham respondía a la perfección al mío propio. Algo similar a lo ocurrido cuando puede ver por primera vez en 1987 el film prohibido durante el franquismo de Stanley Kubrick, Senderos de gloria (1957), en que perfectamente hubiera cuadrado en sus créditos el nombre de Dalton Trumbo en calidad de adaptador de la novela homónima del canadiense Humphrey Cobb. No era de extrañar, pues, que la conexión Kubrick-Trumbo-Kirk Douglas tuviera lugar con la macroproducción Espartaco (1960), el film que junto a Éxodo (1960) propició el restablecimiento del nombre del guionista y novelista (ya sin el ardid de emplear seudónimos) de cara a la industria cinematográfica después del via crucis que había significado su inclusión en la lista negra auspiciada por los responsables de esa santísima inquisición que hacía llamarse Comité de Actividades Antiamericanas. En palabras de Sidney Lumet (alguien con el que Trumbo parecía condenado a haber colaborado pero nunca se dio la circunstancia para ello), la caza de brujas era lo más cercano al fascismo que se había apoderado de la sociedad estadounidense en la centuria pasada. Trumbo la combatió con todas las armas que tuvo a su disposición, la principal de las cuales resultaba ser una máquina de escribir que tecleaba de manera incesante hasta quedarse, en ocasiones, al borde de la extenuación. Su compromiso por mantener a flote a su familia (valga el juego de palabras con un amago de ironía) le llevaría a colocar su cuerpo en remojo en una bañera a la vieja usanza para paliar sus dolores de espalda mientras su privilegiado cerebro seguía emitiendo señales para que sus dedos ejecutaran aquel plan maestro consistente en llenar infinidad de hojas de papel en forma de guiones, haciendo algún que otro alto en el camino en atención a cultivar su verdadera vocación, la de escritor de novelas. 
    En este 2016 que se cumplen cuarenta años de la muerte de Dalton Trumbo, me he reencontrado nuevamente con su figura creativa pero también con la vertiente humana revelada por el libro de Bruce Cook editado por Navona en lengua castellana. En la portada del mismo luce la imagen de Bryan Cranston en virtud de que este extraordinario actor se colocaría en la piel del controvertido guionista y literato para una producción que le ha valido una nominación al Oscar en el año en concurso. En la ficción cinematográfica, para todos aquellos que hemos mostrado una particular atención para con Dalton Trumbo, podemos hacernos una composición de lugar sobre una forma de ser que dista de un tratamiento netamente hagiográfico. La tesis servida por el director Jay Roach y el guionista John McNamara va encaminada en dibujar una personalidad compleja, pero con una inquebrantable voluntad por mantenerse firme en sus convicciones ideológicas. Nada baladí en ese nido de víboras que se convirtió casi desde su fundación la Meca del cine y que acabaría dejando en la cuneta a numerosos talentos simplemente por su fidelidad a un ideario progresista que casaba poco con la mentalidad de determinados inquisidores caso de J. Parnell Thomas o Joseph McCarthy. A diferencia de muchos de sus colegas, Dalton Trumbo pudo sobrevivir a aquel akelarre y ser distinguido como un referente para futuras generaciones, además de poseer entre su prolífica contribución al mundo de la cultura una obra que el paso del tiempo no ha hecho más que reforzar su condición de clásico contemporáneo de la literatura. Una obra que, a rebujo del estreno de Dalton Trumbo: la lista negra de Hollywood (2015) y de la pieza literaria de la que presuntamente parte, escrita por Cook, ha tenido ocasión de leer por primera vez en su edición asimismo a cargo del sello Navona bajo un título´traducido, Johnny empuñó su fusil, con una ligera variación respecto al de estreno de su adaptación al celuloide. Una pieza cinética que me despertó el hambre por el conocimiento sobre aquel taimado personaje nacido en los albores del siglo XX en una localidad del estado de Colorado y que, a día de hoy, sigo procurando mi admiración, más aún si cabe al ir profundizando sobre un legado realmente impresionante en términos de calidad y cantidad, parte del cual presumo nunca llegará a ver la luz, como la serie de cinco novelas sistemáticamente rechazadas por editores previa a la publicación de Johnny Got His Gun a las puertas del estallido de la Segunda Guerra Mundial, donde ofició de soldado en el cuerpo de aviación de los Estados Unidos de América.