martes, 5 de agosto de 2008

NAVES EN ORIÓN (HOMENAJE A FREDERIC SOLDEVILA I VILA)

Si existe una auténtica autoridad en este país sobre Blade Runner (1982), uno de los títulos más míticos que nos ha legado el cine contemporáneo, para el que esto suscribe, sin duda, es Frederic Soldevila. Los asiduos de www.cinearchivo.com se habrán familiarizado con su nombre, pero pocos tenemos el honor y el privilegio de contarnos entre sus amigos. El otro día me recordaba que hace casi un lustro que nos conocimos. Pensé que era más tiempo, que podría haber nacido la amistad en la época que se estrenó por vez primera el film dirigido por Sir Ridley Scott porque algunos recuerdos de nuestra adolescencia y juventud (servidumbres de la generación del baby boom) fueron comunes: una «militancia» en el terreno del rock sinfónico; una prospección por la literatura de los clásicos de aventuras (Emilio Salgari, Julio Verne, etc.); un compromiso firme por la afición al cine gestada desde las salas comerciales populares de nuestras respectivas ciudades... y tantas otras cosas. Como a Frederic, me fascinó Blade Runner desde un buen principio, desvelando al cabo las claves de una historia que sigue provocándome una amalgama de sensaciones. Entre otros muchos temas, Blade Runner nos habla de la inmortalidad, esa aspiración de la humanidad a revelarse como seres eternos. Ambos hemos hablado en varias ocasiones sobre nuestra incapacidad de creer en un ser supremo, un agnosticismo que, sin embargo, no nos impide quedarnos atónitos frente a la pantalla y «pregar» para que el tiempo se detenga cuando Roy Batty (Rutger Hauer) pronuncia una frase imbuida de misticismo, a las puertas que su cuerpo expire y despliegue sus alas, emulando el vuelo de una paloma, hacia un lugar desconocido. El asombro de Dick Reckard (Harrison Ford) es compartido por el espectador que asiste a uno de los instantes, en verdad, que abandonan el terreno de lo célebre para posicionarse en el campo de lo mitológico. Hampton Fancher y David W. Peoples armaron unas páginas de guión que tienen pocos competidores en la cinematografía contemporánea: sencillamente, hicieron un prodigio. Casi por inercia, los que hemos visitado en un puñado de ocasiones Blade Runner, esperamos ese punto del monólogo del replicante de semblante albino frente a la mirada descompuesta de Reckard.

«Es toda una experiencia
vivir con miedo… ¿verdad?
Eso es lo que significa ser esclavo
Yo… he visto cosas

que vosotros no creeríais…
atacar naves en llamas
más allá de Orión
he visto rayos C
brillar en la oscuridad
cerca de la puerta Tanhäuser
Todos esos momentos

se perderán en el tiempo
como lágrimas en la lluvia».

Ver línea de monólogo de Blade Runner en Youtube.


Frederic, cuando vuelvas por enésima vez sobre esta grandiosa película y llegado este punto de la historia de puro magisterio en el terreno de la interpretación, de la filmación, del guión y de la ambientación, piensa que tu padre se ha paseado más allá de Orión en ese viaje por el infinito que acaba de emprender. Los mortales aún no estamos aún aptos para visitar esos confines de la galaxia pero los que han servido en el reino de la tierra y nos dejan se integran en el cosmos para siempre jamás... Per sempre més, amic Frederic.



A la familia de Frederic Soldevila

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