Preguntado en su momento qué grupo era su favorito, José Luis Rodríguez Zapatero respondió, sin explayarse demasiado, «Supertramp». En su recién inaugurada segunda legislatura al frente del gobierno español, unos atribulados reporteros regalaron al líder socialista un vinilo de Supertramp titulado Crisis?, What Crisis?(1975), en alusión al fatídico vocablo que se resistía a pronunciar en público hasta que ya estábamos a las puertas de otro de más gordo: recesión. Si mal no recuerdo, ese fue el primer —en mi caso— CD que adquirí de la banda musical que causó estragos entre los adolescentes de los años 70 y 80 para posteriormente, como tantas formaciones del espectro sinfónico, quedar aparcadas en un virtual «cementerio de los elefantes (mamuts) musicales». Al rescatar de mi discoteca esa reliquia del pop-rock a los oídos de los aficionados de nuevo cuño a la música, me fijé en la composición de su portada que no podría traducirse más que una parábola de nuestros tiempos... de desasosiego estival: un individuo en bañador bajo una sombrilla ocre con el fondo grisáceo donde se recortan las siluetas de las chimeneas de las fábricas, conformando un espacio de dinamismo industrial. Para muchos en tiempos de crisis ese está siendo el destino de sus «vacaciones», atrapados en la misma ciudad o municipio que les ha tocado vivir y en el que han depositado su voto confiando en que el PSOE solventaría todos sus males habidos y por haber. Quizás cabría preguntarse si quien diseñó la portada de Crisis? What Crisis?, a instancias del grupo abanderado por Rick Davies y Roger Hogdson, la ideó para que aquel individuo con el torso desnudo estuviera viendo la televisión. Si fuera así, la metáfora sería completa: los rayos catódicos que emanan del aparato que vertebra y rige el destino de nuestras vidas provocan un efecto placentero/sedante en el cerebro de cada uno de nosotros que anula cualquier tentativa de revelarnos frente al Sistema. Sube el Euribor: mala suerte. Suben las hipotecas: otra vez será menos. Los alimentos alcanzar precios desorbitantes: qué le vamos a hacer. Eso sí, Zapatero se agarra a la bandera del olimpismo para enmascarar el fiasco de una política económica que tiene en Pedro Solbes nuestro particular «aprendiz de brujo». El que se supone es la persona más informada y preparada a nivel económico de este santo país no da una. Zapatero, desde el que se siente un «elegido», un «mesías» del neosocialismo, presume que la subida del precio del petróleo a escala internacional ha tenido una incidencia decisiva en este «repunte a la baja» (¡viva los eufemismos!). Claro que, al saberse que el precio del petróleo del barril de Brent ha bajado paulitanemente en las últimas semanas, Zapatero vuelve a quitarse del medio y ya debe estar sacando billete para Pekín con tal de confundirse entre la representación española, jadeando cada conquista de una medalla. Sus dotes de «Zelig, el camaleón» no tienen límites. Pero puestos a rescatar otros de los trabajos discográficos de Supertramp, ¿qué tal volver a reponer el duelo televisivo entre Solbes y Manuel Pizarro en plenos comicios electorales de 2008? Propongo la traducción de uno de los mainstreams del grupo inglés, Even in the Quietest Moment (1977) («Incluso en los momentos más tranquilos») para celebrar este reprise televisivo, en el que el actual Ministro de Economía se acogía a su particular mantra en forma discurso, sin aumentar ni una décima de punto de decibelios el tono del mismo frente a la cara de pasmo y de pardillo que exhibía Pizarro, que de descubridor no tiene nada pero como «profeta» financiero es un auténtico ojo de halcón. En la actualidad, Solbes se dedica a marear la perdiz mientras la oposición, salvada la «pájara» ideológica (los «halcones» acabarían volando del nido), podría corear aquel estribillo contenido en Crime of the century (1974) con algunos retoques: «mientras vamos de mal en peor / ¿quiénes son esos hombres en busca de codicia, avaricia y gloria? / quitaros las máscara y dejaros que os vean las caras». A todo esto, Zapatero tratará de capear el temporal en tiempos de tormento económico parapetándose en el éxito de nuestros representantes en los juegos Olímpicos —con un potencial del que muy pocas veces hemos podido alardear— y a principios del año que viene, cuando ya estemos tocando fondo, el político de origen leonés se irá a los Estados Unidos para visitar a su homólogo Barak Obama y hacer su particular Breakfast in America. Homenaje velado a Supertramp, claro. Aquí tenemos otro grupo de fonética similar: se llaman supertramposos y militan en el PSOE. Para más señas, Calle de Ferraz, en pleno corazón de Madrid. Se vaticina que durarán más en el estrellato que el grupo seminal porque sencillamente no tienen nadie que les haga sombra por mucho que Mariano Rajoy parafrasee una y otra vez el título de un recopilatorio de la banda británica: «¿nos escucha todo el mundo?» (Is Everybody Listening?)...
No hay comentarios:
Publicar un comentario