domingo, 8 de febrero de 2009

TAMBORES LEJANOS: BUFFALO SPRINGFIELD

Pocos grupos como los Buffalo Springfield se han elevado a los altares de la cultura musical norteamericana a pesar de haber contado con una producción discográfica más bien escasa. Al conocerse el fallecimiento de su percusionista Dewey Martin (1942-2009), del que tuve constancia en primer término a través del blog consagrado a Neil Young (enlaplayadeneil.globspot.com), da pie a hablar de esta banda que podríamos colegir que se forjó a ambos lados de la frontera entre los Estados Unidos y Canadá. De este último sería oriundo Walter Milton Dwayne Midkiff, al que la providencia le reservaría idéntico nombre que el de un actor de los años cincuenta y sesenta: Dewey Martin (ver foto: el primero por la izqda.). Los asimismo canadienses Bruce Palmer y Neil Young se sumarían al proyecto Buffalo Springfield, alumbrado por Richie Furay y Stephen Stills a mediados los años sesenta. Algunos musicólogos han querido ver en los Buffalo Springfield el espectro de los Byrds, quienes entrarían por la puerta grande de la cultura underground merced, entre otros consideraciones, a que dos de sus temas capitales se integraron en la banda sonora de un film de referencia para una generación como Easy Rider / Buscando mi destino (1969). Los Buffalo Springfield no llegaron con vida a ese punto álgido del movimiento hippie ya que con tan sólo dos años de existencia y tres álbumes publicados decidieron disolverse. Al escuchar el terceto de obras del grupo norteamericano no hace falta ser demasiado perspicaz para advertir que el talento de Neil Young (1946) se sitúa por encima de sus compañeros. En razón de la voluntad de Young por seguir sus propios pasos y dar cabida a una carrera en solitario, los Buffalo Springfield tuvieron la certeza que sin su estrella en ciernes los planteamientos de crecer como grupo se disipaban. La estocada definitiva la acabaría dando Stephen Stills, quien decidió unirse a David Crosby y Graham Nash para formar los míticos CSN. A éstos se añadiría intermitentemente una «Y» en honor de Young, elevando el listón de una formación que se ha mantenido incólume al paso del tiempo, si bien al volver sobre los temas que les granjearían fama a nivel mundial no podemos por menos que evocar un sentimiento de dejà vú...
Con la mirada puesta fuera de los Buffalo Springfield tras el mal ambiente creado durante la grabación del segundo disco, Last Time Around (1968), título profético donde los haya, certificaría la defunción del grupo con un moderado éxito. Demasiados gallos en un mismo gallinero podría sintetizar el porqué esa experiencia, a priori, repleta de sinergias positivas que convocaban al folk, rock, country y R&B, se iría al garete. A pesar de que Neil Young rondara por aquel entonces los veinte años, su madurez y talento superaba de largo a un Richie Furay plegado a liderar los Buffalo Springfield, buscando la aprobación de Stephen Stills. Entre este triunvirato se repartían la composición de unas canciones entre las que destaca I Am a Child, el tema de Neil Young que certificaba su pobre protagonismo en Last Time Around. La entrada de Chris Messina de la mano de Furay acabó por crispar los ánimos en el seno de una formación que debido al paso de Young y Stills por la misma se entiende la gloria que ha merecido hasta la fecha para los amantes del rock tout court.
Aferrado a la franquicia Buffalo Springfield, Dewey Martin quiso refundar el grupo en varias ocasiones pero se vio obligado a claudicar cuando sonaron los tambores en forma de pleitos judiciales. Su deseo de proseguir en el negocio al frente de nuevas formaciones (Dewey Martin and Medicine Ball, Blue Mountain Eagle) no impidió que su nombre quedara asociado para siempre a los Buffalo Springfield. Unos réditos extraordinarios a costa de un proyecto que no pasó del par de años. En su momento se especuló que Neil Young reflotaría el grupo, pero todo quedaría en el terreno de la rumorología. No obstante, el prolífico músico canadiense sí dejaría constancia que al evocar su paso por ese grupo de vida efímera el aullido de la juventud le motivaría hasta el punto de escribir Buffalo Springfield Again —incluido en el álbum de estudio Silver & Gold (2000), una pequeña obra maestra— tomando el título del segundo disco del grupo. Conociendo que parte de la inspiración de Neil Young se cuela por los sumideros de la nostalgia, no nos extrañaría a sus fans que para futuros trabajos la figura de Dewey Martin tuviera su particular homenaje, ya sea en forma de un mensaje cifrado o bien como una explícita declaración de amistad en unos tiempos en los que la épica del rock lucía con señorío en la vanguardia musical de una época irrepetible.

3 comentarios:

Jesús Cortés dijo...

Christian:
Me han acabado gustando Buffalo Sprngfield ¡y hasta Blood Sweat and Tears!. De todas formas me sigo quedando con lo más crudo de esos años: Stooges, Hendrix, Doors, aquellos Jefferson Airplane o Grateful Dead más fuera de control, Zappa... y más aún el principo de los 70 con Alice Cooper y compañía.
PD: Hoy me mandan el libro de Mankiewicz

Anónimo dijo...

Hola Jesús:

La verdad es que no fue mala cosecha la de aquellos años de efervescencia musical/cultural; levantabas una piedra y salían grupos a pares. Respecto a "The Doors" no lo sé porqué pero ahora casi nadie habla de la película homónima de Oliver Stone, que sin ser redonda tiene muchos aciertos como una magistral introducción de unos personajes pero también de una época. En cualquier caso, nunca más se podrá repetir una década, la de los setenta, con tantas obras impresionantes en el ámbito de la música rock-pop: Led Zeppelin, Zappa, Genesis, Yes, Neil Young, Fleetwood Mac, Cream y un largísimo etcéterca. A los grupos y vocalistas que aludes, se sumarían otros tantos que sentaron las bases para la que sería una "década prodigiosa".
saludos,

Christian

Anónimo dijo...

Nota bene: larguísimo etcétera
(sorry)

Christian