jueves, 6 de noviembre de 2008

MICHAEL CRICHTON (1942-2008): UN HOMBRE DEL RENACIMIENTO... TECNOLÓGICO

Para muchos bestseller sigue siendo sinónimo de material de derribo, a nivel de calidad literaria, títulos cuyos autores escribieron o han escrito con un único objetivo crematístico. Material «ligero» para acompañar las horas muertas en aeropuertos, para hacer más llevadero un viaje en transporte público o simplemente para ganar puntos entre un colectivo que no tiene la lectura entre sus preferencias pero sí marca una serie de títulos (nunca superior a los dedos de una mano) anuales, al albur de haber ganado uno u otro premio, como un ejercicio con derivaciones hacia la mejor aceptación social. Michael Crichton se postularía como uno de esos nombres de los que la elite abomina y los consumidores de bestsellers tienen en buen concepto porque «son novelas que entretienen y te hacen pensar». Claro que en el término medio, según reza el dicho, está la virtud o, al menos este resulta mi parecer cuando repaso mentalmente las novelas leídas de Michael Crichton, muchas de ellas transferidas al medio cinematográfico con dispar fortuna. Es curioso constatar que, a medida que crecía su prestigio y se consolidaba entre los bestselling men, el grosor de sus obras aumentaba proporcionalmente. Aquellas obritas que se ventilaban en un par de días (El hombre terminal, La amenaza de Andrómeda, El gran robo al tren), la mayoría servidas en ediciones baratas, pasarían a superar con holgura las cuatrocientas páginas (Parque Jurásico, El mundo perdido, Timeline, Next, etc.) y, por consiguiente, arañar más horas de sueño hasta completarse su lectura en una o dos semanas. De ahí que guarde un recuerdo más grato de unas novelas que iban directamente a la esencia de la historia, con una vocación narrativa que siempre ha acompañado a Crichton (de lo que asimismo da fe su labor como realizador), en detrimento de esos mamotretos que ahogan el relato por un exceso de sintaxis destinada a levantar acta de su ardua labor de documentación en materia científica.
La noticia del deceso de Michael Crichton deja «huérfano» a una especie de creador en vías de extinción. De hecho, Crichton fue un ejemplar casi único, capaz de aglutinar muy diversos cometidos (escritor, médico, director, guionista, etc.) y que no parece advertirse a nadie que siga sus pasos. Ya se sabe que los directores de cine con carreras relativas a la medicina, la geología o la biología se cuentan en una proporción de 1 entre 100 (las que atañen a una formación de Humanidades o Letras) siendo, por tanto, Crichton un caso atípico. Si a esto sumamos que llegó a alternar la labor tras las cámaras, con la escritura de guiones y de novelas, podríamos referirnos a él como alguien «especial». Al margen de la novela que ha quedado inconclusa, Cricthon nos debía una obra que evaluara su paso por el cine, en la que estuvo implicado en numerosos proyectos rodeados de conflictos internos (El guerrero nº 13, Acoso, Esfera, Timeline, etc.) Hubiera sido reveladora una obra de estas características a los ojos de un observador con una mente científica, capaz de generar debate en torno a la posibilidad de devolver la vida a los dinosaurios a partir de un fósil que contiene restos de ADN (Parque Jurásico) o poner en entredicho el cacareado cambio climático (Estado de miedo). Un universo literario, el suyo, revestido de un discurso que enfrenta la alta tecnología con civilizaciones ancestrales; lo nuevo y lo viejo. Un filón que le dio grandes réditos comerciales, pero también la certeza que muchos de aquellos lectores asomarían su cabeza en el fascinante mundo de la ciencia. Valores residuales esgrimirán unos cuantos que tan sólo se deleitan con el autor de verbo florido pero de vacuidad temática. Para un servidor, Crichton seguirá funcionando como un narrador de historias, en el sentido que lo fueron H. G. Wells o Arthur Conan Doyle, con quien guarda no pocas analogías (su formación como médico, el interés por el mundo de los dinosaurios, etc.) Me gustaría pensar que posiblemente dentro de varios decenios, la obra de Michael Crichton habrá superado esa barrera temporal que hace que escritores que vendieron mucho en su época, hayan abandonado ese «lastre» y sea valorado en su justa medida, la que le distinguirá como uno de los primeros en incluir tramas hi-tech a un discurso conectado con civilizaciones ancestrales o mundos prehistóricos. A pesar de su temprana e inesperada desaparición en el día que Barack Obama proclamaba en la ciudad natal del escritor (Chicago), su victoria en los comicios electorales de 2008 frente a un millón de personas, los que siempre hemos apreciado a Crichton nos queda el consuelo que será un escritor leído dentro de uno, dos siglos, tal vez para siempre. Gracias, Michael, por hacer del entretenimiento una forma de conocimiento.

2 comentarios:

Ignasi dijo...

No puc dir que Timeline sigui una gran novel·la, tot i que és força entretinguda, però La Amenaza de Andrómeda em va impressionar quan era un vailet de 14 anys, i ja de gran vaig llegir Death Eaters (El guerrero número 13) i em va semblar extraordinària: potser és la seva novel·la que admiro més entre les que conec perquè a banda de l'originalitat de barrejar els poemes de Beowulf amb els autèntics escrits d'Ibn Fadlan, un arab del segle X mercès al qual se sap moltes de les coses dels vikings, em va semblar revolucionària la idea que aixoplugués com a possible el fet que al segles IX, X encara romangués en les regions nòrdiques més remotes un contingent de Neathertals que són els que estan fent estralls entre els vikings. Es tracta d'una idea veritablement fascinadora, tant si és versemblant com si no. I després està el seu film Almas de Metal que mai no he oblidat pel suggerent del seu plantejament, gens aliè a la crítica d'una societat estúpidament consumista com ara la nostra, igualment plena de parcs recreatius de tota mena (potser que ens ho fem mirar). M'acabo d'enterar per la teva notícia del seu trespàs, i tot i que potser sí que hi ha alguna cosa objectable a determinats llibres seus de consum (Jurasik Park crec que no arriba a ser una novel·la en absolut encara que és una mena de còmic escrit de primera i altament distret, sens dubte)he sentit de sobte que potser sí que hem perdut un gran narrador. Hi ha una mena d'autobiografia, que jo he llegit per circumstàncies en francès, intitulada Travels, la lectura de la qual em sembla il·luminadora quant a un home més gran del que alguns estan disposats ha admetre.

Ignasi

Anónimo dijo...

Hola Ignasi:

A nivel literario, Crichton tiene ese "don" que ha acompañado a algunos escritores como Ira Levin (asimismo recientemente fallecido)de crear fábulas, historias con premisas muy originales. Quizás no sean primeras espadas de l literatura, pero saben vestir bien sus novelas con historias singulares, sobre la base de ideas excelentes, que no tienen porqué moverse en el terreno de la verdad científica. "Almas de metal", revisada no hace demasido, ha perdido fuerza porque parte de una premisa del todo punto original pero de diluye a medida que la vas viendo. Eso sí, todos las que la vimos en edades tempranas "Almas de metal" nos acordamos de la historia, con un Yul Brynner calcando su atuendo de "Los siete magníficos". Creo que esa fue la primera novela que leí de Crichton. Abdundo en lo que dices: detrás de ese hombre (gigante: medía 2,07 m) que muchos pueden ningunear por vender libros como churros, había un creador de historias con un bagaje científico/cultural desbordante.
Gràcies