Advertido por Tomás Serrano, un habitual seguidor del blog, y por mi amigo Jordi Busquí, al fin he tenido ocasión de ver el falso documental Opération lune (2002) que tiene entre sus protagonistas a Stanley Kubrick. A través de uno de los canales satélite —valga el símil ya que entramos en harina espacial— de TV3, la televisión autonómica catalana, se emitió el pasado día 7 de julio esta obra casi de tapadillo. Paso, pues, a hacer el enlace del (falso) documental en cuestión. Aunque el audio es en catalán creo que si se presta atención se puede seguir bastante bien para los que no estén familiarizados con la lengua de Josep Pla. Es posible que en internet exista el documental en lengua castellana pero dudo que la calidad de imagen sea tan buena como la que sigue.
Ver documental Operación luna / Operació lluna (2002)
Una vez visto el documental parece razonable pensar que detrás de este proyecto —que presumiblemente se empezaría a gestar tras la muerte de Stanley Kubrick en marzo de 1999—existe alguien que ha hecho de la cinefilia casi un dogma de fe. Está claro, se debió interrogar William Karel (natural de Túnez) que para convencer a Christiane Kubrick y Jan Harlan —la viuda y el ex cuñado del director de La naranja mecánica, respectivamente— de la bondad del proyecto el listón de exigencia debía estar alto. Si no fuera así, me temo que ambos hubieran declinado la propuesta sin demasiados miramientos. Los hermanos Christiane y Jan debieron cavilar, acercarse al jardín de la mansión de St. Albans donde se haya enterrado Stanley y buscar su aprobación. La respuesta afirmativa desde el más allá del director neoyorquino, a través de sus seres queridos, supongo que sonaría a música celestial para Karel: aquella idea tocada por la genialidad se llevaría a término. Lo paradójico del caso es que si se le hubiera propuesto el asunto a Stanley Kubrick mientras seguía vivo seguramente no hubiera aceptado, pero una vez muerto daría su beneplácito...
A cuarenta años de la llegada del hombre a la luna este falso documental aporta un planteamiento del todo novedoso que creo no disgustará ni a los defensores de montajes «espaciales» (que deben venerar Atmósfera Cero, dirigida curiosamente por Peter Hyams, el responsable tras las cámaras asimismo de 2010: odisea dos, la continuación de 2001: una odisea del espacio) ni a los que se aferran a una verdad irrefutable. Operátion lune es un dechado de aciertos que trabaja en los márgenes de la sutilidad a través de las pistas sonoras —por ejemplo, la música de Nino Rota para El Padrino se escucha cuando asistimos a la explicación del lobby, repartido en tres grandes estados, que mueve los hilos de la guerra de las galaxias—, de los nombres de los (falsos) personajes —Eve Kendall y George Kaplan, los personajes de Con la muerte en los talones, forman parte de esta trama de espionaje que lleva a la CIA hasta los confines del Vietnam; Ambrose Chapel, el local del taxidermista en El hombre que sabía demasiado (1956), otra referencia hitchcockiana; Bob Stein cobra una nueva identidad en la clandestinidad, la de W. A. Koningsberg, el verdadero apellido de Woody Allen, otro judío que no cree en Dios—. Pero, a veces esa sutilidad se torna en un humor cáustico cuando nos presentan a la supuesta hermana del astronauta Buzz Aldrin, María Vargas —la condesa descalza de Joseph L. Mankiewicz—como un adefesio que la cámara repele.
Muchas veces se puede tener una brillante idea pero luego a la hora de plasmarla la cosa puede fallar. No es el escenario de Opération lune porque Karel ha tenido la dicha de contar, además del placet de familiares muy cercanos de Stanley Kubrick, con los verdaderos Henry Kissinger y Donald Runsfeld, entre otros, que se han prestado a esta farsa que parece tener el punto de mira constantemente puesto en ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú. En boca del narrador se dice que Richard M. Nixon tenía este film entre sus favoritos. A saber si era cierto, pero aunque hubiera sido una pura invención resulta bastante sugestivo pensar en esta hipótesis por cuanto uno de los personajes que encarna el poliédrico Peter Sellers, el del Presidente Merkin Muffley —un apellido que se corresponde con el de técnico de la extinta Unión Soviética que teoriza sobre el montaje en el documental (otra ironía teñida de sutilidad al canto)—, tomaba el molde de Houseley Stevenson, el senador demócrata aspirante a la Casa Blanca que prosiguió su carrera política como representante estadounidense de la ONU.
No resulta demasiado aventurado, pues, pensar que cuando alguien dedique un ensayo sobre los falsos documentales que se han sucedido a lo largo de los últimos decenios, además de la referencia obligada a una obra, en cierto sentido, pionera, F de fraude (1973), no debe faltar este Opération lune. Incluso muerto Kubrick propicia obras maestras. Pero quizás fue el mismo Kubrick quien ideó esta historia como uno de sus «juegos secretos» que ni siquiera quedaron al alcance de Alison Castle en su prodigiosa edición de The Stanley Kubrick Archives (2005). Por tanto, no me extrañaría que se escuchen una carcajadas en el jardín de los Kubrick-Harlan cuando la luna gana presencia en un cielo estrellado...
1 comentario:
Vaya!
Me he enterado tarde. Ya han retirado el video de la página a la que lleva el link que habías colgado.
No sabrás de otra vínculo que sí que esté activo, verdad?
un saludo
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