sábado, 11 de julio de 2009

LANCE ARMSTRONG VERSIÓN 09: CONTADOR A CERO

Como si se tratara de un soplo de aire fresco o del efecto de una brisa marina embriagadora, el paso del Tour de Francia por Catalunya ha devuelto mi interés por esta manifestación deportiva (y publicitaria) que había quedado en la cuneta de mis preferencias en horario de sobremesa de los meses de julio desde hace años. El constante goteo de casos de dopaje hizo que el abstentismo frente al televisivor se acabara imponiendo cuando, en su tiempo había sido casi un acto ritual, aguardando con especial mimo la llegada de las etapas de montaña que demostraban que los ciclistas pertenecen a otro credo del deporte, superhombres (hipervitaminados en algunos casos) que dejan en mantillas a esos futbolistas bañados en oro que se pasean por la «Pasarela Cibeles» de la Liga BBVA. Tampoco ha sido ajeno a este renovado interés el comeback de Lance Armstrong, de cuyo rendimiento todos parecen hacer cábalas, generando opiniones encontradas en torno al hecho de haber vuelto a la prueba ciclista que le distinguiría siete veces campeón. Una gesta estratosférica que hubiera tenido su broche de color «amarillo» hace cuatro temporadas, pero que el tejano parece querer prorrogar con un octavo tour que para muchos se antoja una auténtica entelequia. Desde mi modesta opinión, esa es la presunción que tengo por algunos detalles que han sucedido en las primeras etapas y, en concreto en la segunda en línea celebrada aún en suelo francés antes de situarse en territorio catalán. Cuando Armstrong aprovechó la buena nueva en forma de abanico y se coló en un amplio grupo de cabeza, esa música ya había sonado en el pasado pero con otros protagonistas. Sabedor del excelente estado de forma de Alberto Contador, pero también de grumpiers como Carlos Sastre, Armstrong quiso arañar unos segundos que reforzaran su posición privilegiada en la clasificación, a la par que redoblaran su ánimo de cara a las etapas que se avecinan. Armstrong, pues, actúa como Jan Ulrich en sus duelos de antaño. Sabiéndose inferior ante el norteamericano en los puertos houre categorie de la ronda francesa, el alemán —otra de las víctimas de la denominada «Operación Puerto» con Eufemiano Fuentes ejerciendo de mad doctor— aprovechaba algún que otro resquicio para que las opciones de victorias quedaran, al menos intactas hasta la última semana del tour. Pero esas pequeñas acciones al final no computarían lo suficiente para que Armstrong saliera airoso, mostrándose intratable cuando la carretera se empinaba y en los laterales de las mismas las muñequeras de plástico amarillas dejaban a las claras que el tejano llevaba consigo una constelación de seguidores incondicionables que no daban pávulo a ciertas informaciones insidiosas sobre su «milagrosa» recuperación tras sufrir un cáncer testicular. Ulrich, aquel corredor que siempre tuve en gran estima pero del que me sentí profundamente defraudado (f de fraude) al haber sido incriminado en la «Operación Puerto» con argumentos bastante sólidos, seguramente estos días se siente frente al televisor y vea en el que había sido su eterno rival un espejo de sí mismo. Contador es de los que también ha pasado por el túnel del dolor extremo —su cabellera color azabache esconde una amplia cicatriz que atraviesa de costado a costado su cráneo— pero que, como Armstrong en su época, lo único que tiene entre ceja y ceja es la victoria. Él es ahora el principal gallo de un corral llamado Astana, que tiene todos los pronunciamientos para acabar como la PDM en su día. Sean Kelly, Steven Rooks, Gert-Jan Theunisse, Perico Delgado, Erik Breukin (actual director deportivo de Rabobank) coincidieron bajo las siglas de la PDM... acabando como el rosario de la aurora porque cada uno de ellos quería su cuota de protagonismo. Un tanto de lo mismo puede suceder con Astana, en el que el alemán Andreas Klöden –compañero de Ulrich en su última etapa con Telekom y que hizo podio en la ronda francesa— y el norteamericano Levi Leipheimer no quieren ser unos meros convidados de piedra, unos aguadores al servicio de Contador y Armstrong. Demasiados coroneles, lugartenientes y mariscales en este equipo ciclista falto de esos soldados capaces de hacer del sacrificio personal la clave de una futura victoria de uno de sus compañeros en la cima de los Campos Eliseos. En cualquier caso, allí presumiblemente se corone por segunda vez Contador, pero no veo a Armstrong haciendo el papel de Jan Ulrich ocupando un segundo o tercer puesto en el podio. Armstrong es de los que ha (re)nacido para ganar y si no lo logra sus meses están contados en el ciclismo profesional con sede en Francia.

1 comentario:

Ramonet dijo...

Hola Christian.
No imaginaba que te gustaba el ciclismo como a mí. Con tanto fraude químico el deporte mas duro del mundo quedó dañado casi mortalmente.
Yo la verdad preferiría que no hubiera vuelto Armstrong. Por cierto, otro Neil.
Creo que saber retirarse en la cumbre, es un síntoma de grandeza y de inteligencia. Si no le sale bien la jugada el brillo de su carrera quedará empañado. Hay que ser grande hasta para retirarse.
Yo practico el mountain bike siempre que puedo y los que montamos en bici, sabemos lo duro que es esto. Sufrí una vez una "pájara" tremenda en un monte perdido y completamente solo....una experiencia horrible. Y eso que mi forma física por aquel entonces era buena.
El dueño de la tienda a la que acudo, es un ex-ciclista profesional, ganador de etapas de la vuelta a España en los 80 y siempre te cuenta cositas... Cuando todos son muy buenos y las fuerzas están tan igualadas....la tentación es muy mala y todos sabemos que se bordea la legalidad con asiduidad. Si es que lo ves hasta en prueba de aficionados o regionales. Que si ventolín, que si cafeína en grandes dosis, que si eritropoyetina (EPO),etc..
Me gustaría pensar que todo eso ya es historia y que el deporte más duro y épico, brille con el fulgor de los grandes héroes y sus gestas.