martes, 28 de julio de 2009

LA «TRAVESÍA ATLÁNTICA» DE LOS ERTEGÜN

En octubre de este año se celebra el 25 aniversario del Rock ‘n Roll Music Hall of Fame, que hasta la fecha ha tenido nombres de enjundia entre los galardonados anualmente. Detrás de esa iniciativa que surgió hace un cuarto de siglo se situaban los hermanos Ahmet (1923-2006) y Negushi Ertegün (1917-1989), fundadores, junto a Herb Abramson, de Atlantic Records. Poco podrá decir este sello a aquellas nuevas generaciones que las únicas tiendas musicales que frecuentan son las virtuales que propician descargas en formato mp3 o similares. Pero si nos paseamos por las tiendas musicales tangibles que aún existen, sobre todo en la sección de series medias, el logo de Atlantic Records —una A mayúscula acompañada de una suerte de holograma— asoma en numerosos CD’s. Es evidente que de todo hubo en la viña de los Ertegun Brothers, pero a ellos se les debe, por ejemplo, el arrojo de haber contratado a un invidente, Ray Charles, cuando pocas discográficas daban un dólar por él. Devorados por una pasión febril por la música de jazz, el soul, el blues y el rhythm & blues, estilos que habían mamado al poco de desembarcar en el muelle de Nueva York tras un largo viaje que recorría el Mediterráneo y el Océano Atlántico, los Ertegun se situarían con el tiempo entre la selecta comunidad de turcos-americanos que hicieron fortuna en el siglo XX. Munir Ertegün, el patriarca, ya había cosechado méritos para ello al asumir el cargo de embajador de Turquía en los Estados Unidos. La muerte le sobrevino en 1944, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. De las enseñanzas de sus progenitores, los hermanos Ahmet y Negushi extrajeron la fuerza de voluntad necesaria para empezar a gestar un proyecto a largo plazo con la pasión por la música como principal bandera. Pero el camino hacia el éxito tuvo un principio vector al saber discernir el grano de la paja. Un montón de anécdotas dan fe del buen tino, sobre todo del menor de los hermanos Ertegun, a la hora de apostar por nuevos talentos de la música.
Revisar la historia de Atlantic Records es equivalente a proponer un viaje por la etapa más fecunda, a nivel de creatividad, de la música popular del siglo XX. Las raíces del blues o el soul de Aretha Franklin u Otis Reding darían lugar a ese tallo que se correspondería con el rock vitaminado de Led Zeppelin y que derivaría a sí mismo en la confección de múltiples hojas correspondientes a muy diversos estilos. Esa planta que contribuyeron a germinar los Ertegun y Abramson aún se sostiene merced al impulso de nuevas generaciones, pero también de nombres ilustres que habían recalado en una compañía que hablaba el mismo lenguaje que ellos. Quizás algún día sepamos reconocer en Europa la gran aportación a la música que hizo Atlantic Records, un sello desprovisto de ese márchamo elitista, capaz de aglutinar estilos tan dispares como los de Led Zeppelin o el que compete a Wilson Pickett. En ningún caso se trataba de una producción en serie; el «orfebre» Ahmed no lo hubiera permitido incluso en aquella época donde creyó que el soccer podría ser otra apuesta... a largo plazo. A fuer de ser sinceros, vistos los resultados de la Copa Confederación Sudáfrica ’09, esa semilla de oro (Johann Cruyff, Franz Beckenbauer y Cia no se dejaban convencer precisamente por un plato de lentejas) llamada Cosmos que se había plantado a caballo entre los años setenta y ochenta ha dado sus frutos. Con estos dos frentes —la música y el soccer— la imagen de visionario iría tomando cuerpo, pero desde hace tres años tan sólo nos queda el alma de un gigante de la producción musical. No puede decirse que murió sobre los escenarios... pero casi. Una caída sesgó su vida mientras asistía a un concierto de los Rolling Stones. El documental Shine a Light (2008) iría dedicada a su memoria. Un tributo que tendría la bendición de un auténtico who’s who de la música con letras mayúsculas y que, a unos meses vista, se producirá otro momento para el recuerdo cuando salten al escenario Simon & Garfunkel, Aretha Franklin, Eric Clapton, Crosby, Stills, Nash & Young (?), Bruce Springsteen y un largo etcétera. Más que la efemérides en sí misma, la reunión de esta constelación de estrellas se debe, en buena medida, a sus fundadores, los hermanos Ertegün. Esos dos días de octubre, coincidiendo con la semana de Halloween, el cielo se vestirá de una lluvia de estrellas presidiendo la función una luna de color níveo en honor al país que vio nacer a dos leyendas de la música que operaban desde sus despachos pero también desde los estudios de grabación.

1 comentario:

Ramonet dijo...

Hola Christian. Magnífica crónica.
CSN and Friends?? (Mr Young). Sería bonito y mas todavía estar allí con playeros.