domingo, 12 de abril de 2009

CARTAS ENVENENADAS, ESPERANZAS RENOVADAS

En mis dos estancias en el País Vasco tuve la fortuna de conversar con una persona de espíritu bohemio y comprometido con la cultural local cuyo conocimiento sobre la realidad de esa magnífica tierra me alentó a pensar que una cosa es lo que se dice y la otra es el status quo de una sociedad que mira el futuro con un permamente resquemor. De todas aquellas conversaciones que compartí asimismo con mi amigo Àlex, me quedaría grabado que la clave, según el donostiarra, para que ETA tocara a su fin pasaba por la actitud que mostrara el PNV. Toda vez que en las pasadas elecciones autonómicas, celebradas el 9 de marzo, el Partido Nacionalista Vasco, pese a obtener mayor números de escaños, no lograba la mayoría suficiente para gobernar en coalición con otros partidos de su órbita nacionalista, esas palabras dictadas desde el conocimiento a pie de calle retornaron a mi memoria como un eco para la esperanza de ver el principio del fin de una lacra que ha calado en diversas generaciones de ciudadanos de un país escindido en un crisol de realidades e identidades. Con el PNV descabalgado del gobierno, cediendo contra su voluntad el testigo al bloque constitucionalista —esos extraños «compañeros de cama» que procura la política ha dado fruto un «matrimonio de conveniencia» formado por el PSE y PPV—, ETA llena sus depósitos de inmundicia con un carta publicada en su caja de resonancia mediática habitual —el Gara— en la que proclama una lucha sin cuartel frente a los que consideran los «enemigos» del pueblo vasco.
Para un país que quiera lucir la vitola de democrático treinta años de pervivencia en el gobierno de un mismo partido es más que suficiente para que se produzca un relevo. Así ha ocurrido en Catalunya, que ha dejado en el banquillo a CIU tras casi un cuarto de siglo dominando a sus anchas las instituciones. Pero evidentemente la realidad catalana no es extrapolable a la vasca por el mero hecho de la implantación en esta última de una organización terrorista que ha provocado centenares de víctimas fuera y dentro de su propio territorio. Entre éstos se cuentan, en un porcentaje considerable, militantes del PP(V) y del PS(O)E que han visto, al no computar los votos de la izquierda abertzale que incumplían unos requisitos mínimos de higiene democrática, la posibilidad de tomar las riendas de unas instituciones que, en muchos aspectos, distaban de ser modélicas. Esencialmente, mantengo que el modelo educativo instaurado en el País Vasco ha sido uno de los principales baluartes para oxigenar a ETA a través de la creación de canteras de futuros terroristas —llámese kaleborrokaque han sufrido un «lavado de cerebro» en forma de odio a todo lo español. Tan sólo de esta forma se explica que un niño vasco sea capaz, en poco más de cuatro o cinco años de adoctrinamiento en determinadas ikastolas, de generar en su fuero interno un odio que le lleve a participar en actos vandálicos excusándose en los valores de defensa de una patria que, según tengo entendido, no ha declarado la guerra a nadie. De la kaleborroka a ingresar en ETA, como dan fe infinidad de detenidos en los últimos años, ha sido el recorrido habitual. Una vez desactivada esa política educativa que ha perpetuado el cainismo durante tantos años, esperamos que sea el inicio de una etapa que los chicos vascos crezcan con otros valores a defender, como el ecologismo, el civismo, la tolerancia, comunes a los países integrados en el núcleo duro de la Unión Europea. Al neutralizar esa espoleta del odio que el PNV se ha encargado de mantener activada durante tanto tiempo, ETA experimentará, al medio plazo, que sus «oficinas de reclutamiento» apenas pueden cubrir unos mínimos y deberán echar el cierre a tanta barbarie. Afortunadamente, a diferencia de lo que había ocurrido con el ejército español al aprobarse la voluntariedad del servicio militar, no serán precisamente los no nacidos en el País Vasco los que cubran esas plazas vacantes en la organización terrorista. Mire por donde se mire, a ETA le quedan algunas, quizás muchas más portadas de diarios digitales o en papel de las deseadas donde publicitar sus intenciones, pero sin los «lavados de cebrero» que nutrían sus canteras es tanto como decir que los reptiles pueden sobrevivir sin hidratar sus escamas. Escamas, en el caso de la serpiente enroscada en un palo a modo de anagrama, impregnadas de odio, dolor y miseria moral.

2 comentarios:

Tomás Serrano dijo...

Te felicito por la entrada.
Saludos

The Fisher King dijo...

Así sea, Christian. Estamos hartos de tanta violencia...; vivamos en paz de una vez por todas.