A costa de Two Thousand Maniacs (1964) del inefable Herschel Gordon Lewis, se creó, amén de una larga lista de productos de imitación igualmente circunscritos a la serie B de terror, un fanzine de ámbito peninsular de idéntico nombre. Pero la impronta de esta cult movie traspasaría fronteras artísticas y, a principios de los años ochenta, una banda de jóvenes de Jamestown, del estado de Nueva York, multiplicaron por cinco la nómina de maníacos con el fin de debutar en locales minoritarios bajo la denominación de origen lewisiano 10,000 Maniacs. La empresa salió a pedir de boca y pronto se encaramaron en los primeros lugares de las listas de singles que llevaran la rúbrica de un grupo alternativo del pop-rock. Convertidos en sexteto, 10,000 Maniacs dejaba entrever el poder vocal de la única fémina del grupo, Natalie Merchant (1963), quien pese a su juventud ya había experimentado con todo tipo de drogas y pasado un mal trago por culpa del alcoholismo. Con la salida del grupo de su cofundador, John Lombardo, el éxito no remitió hasta abrazar el cambio de decenio, ya con los egos un tanto subidos que hicieron descabalgar a Merchant de un proyecto que ella había creado. El prematuro fallecimiento del bajista Robert Buck contribuyó a la desbandada de los 10,000 Maniacs.
A partir de las primeras estribaciones de los noventa, la huella de Merchant pareció perderse para muchos de los seguidores de 10,000 Maniacs en una nebulosa preñada de melodías folk y pop que recorrían sus álbumes en solitario. Tigerlily (1995) había sido su pieza «bautismal», en un año especialmente prolífico por lo que compete a damas que saltaron al ruedo musical con un cierto sentido de desinhibición al escribir las letras de sus canciones que ellas mismas intepretaban. Pero su segundo trabajo en solitario, Ophelia (1998) nos habla al oído de esa herencia de la mal denominada contracultura, homenajeando a Allen Ginsberg, muerto un año antes. Canciones que parecían darse la mano con aquellos tributos con aromas punk que Robert Buck (autor de Hey, Jack Kerouac), Lombardo y Cia habían concebido en el seno de los 10,000 Maniacs. Pero ha sido con The House Carpenter’s Daughter (2003), que he descubierto hace pocas fechas, que definitivamente me ha ganado Natalie Merchant. Una obra maestra que rebosa serenidad y dulzura, elaborado con los condimentos adecuados, orquestados para la ocasión por una Natalie Merchant que ha sedimentado en su interior el valor de las letras de unas canciones de raigambre tradicional, a caballo entre el folk y el country, para posteriormente ofrecernos un recital de vigor vocal. Once piezas de solera grabadas en un espacio emblemático como Woodstrock, localidad cercana al Jamestown que alumbró a Natalie Merchant y que el destino la facultaría para trazar una carrera en paralelo a la de otra de las grandes voces femeninas del espectro musical actual: Aimee Mann. Ellas pueden presumir de enarbolar la bandera del compromiso artístico mientras otros/as se mueven por un puro espejismo mercantilista. Una buena opción para acercarse a ese fenómeno de la naturaleza llamado Natalie Merchant sería adquirir Retrospective (1995-2005) (2005). Tan sólo, pues, cabe poner en retrospectiva una enmienda al buen gusto y a la excelencia musical.
A partir de las primeras estribaciones de los noventa, la huella de Merchant pareció perderse para muchos de los seguidores de 10,000 Maniacs en una nebulosa preñada de melodías folk y pop que recorrían sus álbumes en solitario. Tigerlily (1995) había sido su pieza «bautismal», en un año especialmente prolífico por lo que compete a damas que saltaron al ruedo musical con un cierto sentido de desinhibición al escribir las letras de sus canciones que ellas mismas intepretaban. Pero su segundo trabajo en solitario, Ophelia (1998) nos habla al oído de esa herencia de la mal denominada contracultura, homenajeando a Allen Ginsberg, muerto un año antes. Canciones que parecían darse la mano con aquellos tributos con aromas punk que Robert Buck (autor de Hey, Jack Kerouac), Lombardo y Cia habían concebido en el seno de los 10,000 Maniacs. Pero ha sido con The House Carpenter’s Daughter (2003), que he descubierto hace pocas fechas, que definitivamente me ha ganado Natalie Merchant. Una obra maestra que rebosa serenidad y dulzura, elaborado con los condimentos adecuados, orquestados para la ocasión por una Natalie Merchant que ha sedimentado en su interior el valor de las letras de unas canciones de raigambre tradicional, a caballo entre el folk y el country, para posteriormente ofrecernos un recital de vigor vocal. Once piezas de solera grabadas en un espacio emblemático como Woodstrock, localidad cercana al Jamestown que alumbró a Natalie Merchant y que el destino la facultaría para trazar una carrera en paralelo a la de otra de las grandes voces femeninas del espectro musical actual: Aimee Mann. Ellas pueden presumir de enarbolar la bandera del compromiso artístico mientras otros/as se mueven por un puro espejismo mercantilista. Una buena opción para acercarse a ese fenómeno de la naturaleza llamado Natalie Merchant sería adquirir Retrospective (1995-2005) (2005). Tan sólo, pues, cabe poner en retrospectiva una enmienda al buen gusto y a la excelencia musical.
4 comentarios:
Pues yo descubrí a Natalie con una fascinante canción que sorprendentemente está en la banda sonora de la película "Cándida". Increíble. Se trata de "Motherland", incluida en el disco del mismo nombre. Supongo que lo habrás oído aunque te lo has saltado en tu comentario.
Saludos
Hola Tomás:
No he visto esta película, pero no me extraña que Guillermo Fesser, el "moreno" de los Gomaespuma, haya utilizado un tema de Natalie Merchant. Aunque pueda parecer lo contrario, Guillermo Fesser es un gran conocedor de la música folk, pop, rock. Cuando escuchaba el programa de Gomaespuma, ya en onda Cero, la selección musical era magnífica. Guillermo es, por ejemplo, un gran fan de James Taylor. Juan Luis Cano tira más para el flamenco pero también sabe un montón de música angloamericana.
buen oído el tuyo, Tomás. Otro no se hubiera quedado con la "copla" de la pequeña gran Natalie Merchant.
saludos,
Christian
Je, je, buen oído no, oí la canción en Radio 3, en el programa de cine "El séptimo vicio", busqué a la cantante y luego descubrí que era la de los 10.000 Maniacs que ya había escuchado previamente y me parecían muy bien. Yo, de todas formas, soy de Génesis de toda la vida (musicalmente hablando), Pink Floyd... o Neil Young. De la vieja "new wave" Talking Heads o The Cars. Creo que coincidimos bastante, por lo menos en los primeros.
Saludos
Tomás,
Pues hay una cita ineludible con Neil Young el próximo 30 de mayo en el Forum de Barcelona. Al menos en Barcelona, Neil Young es como un "cometa Haley": ¡¡pasa cada 22 años!!... Y no veo al canadiense subido a un escenario con 86 tacos... Así que la ocasión es único. Hablaré del bueno de Neil en un futuro post. El acontecimiento musical del año, sin duda, para un servidor. A través del blog www.enlaplayaconeilyoung.com se está preparando una fiesta de "neilyoungeros" de cuidado. Avísame con si quieres apuntarte.
saludos,
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