domingo, 8 de junio de 2008

STONEHENGE O LA PIEDRA FILOSOFAL


Teorías de toda índole han rodeado el origen y la razón de ser de una de las formaciones talladas en piedra más enigmáticas de Occidente. Un documental emitido por National Geographic Channel pone al descubierto nuevos hallazgos que prueban de la inconsistencia de ciertas teorías difundidas décadas atrás. Siempre me ha fascinado el significado de Stonehenge y es uno de los viajes que tengo pendiente realizar, espero, a corto o medio plazo. El cine también ha abonado esta fascinación por Stonehenge con un film difícil de visionar hoy en día, La noche del demonio (1957), donde el protagonista, Dana Andrews, se movía por un escenario sospechosamente similar a Stonehenge, cuyas primeras excavaciones documentadas se remontan a principios del siglo XIX merced a los trabajos llevados a cabo por el arqueólogo William Cunnington y su equipo. En manos de su director, Jacques Tourneur, la capacidad de sugestión se multiplicaba hasta la enésima potencia. Pero de conocer las últimas revelaciones sobre Stonehenge de las que se hace eco el documental de National Geographic quien seguramente pegaría un brinco sería Terence Fisher. La noticia, que algunos periódicos como El país dieron cumplida cobertura, habla que la famosa construcción sirvió para consagrar a los muertos. Basadas en técnicas de radiocarbono, se sabe con certeza que Stonehenge era un lugar habilitado para ceremonias de entierros, desde el año 3.000 ADC hasta 1.500 ADC. Curiosamente, el documental expone a las claras que en un espacio tan sólo de unos tres kilómetros existía una realidad dual: mientras el poblado de Durrington servía de refugio para los constructores, Stonehenge respondía a su reverso, esto es, un templo para honrar a los muertos, todos ellos de pedigrée y enterrados siguiendo un ritual en función de su línea dinástica. Conectadas ambas formaciones por el río Avon, los paralelismos entre ambos enclaves se repiten en el terreno de la distribución circular de sus elementos y las formas que adoptan sus piedras que datan del neolítico. El enigma empieza a disiparse, pero la capacidad hipnótica que despiertan los 162 bloques de piedra que conforman Stonehenge para muchos, entre los que me cuento, sigue intacta.

1 comentario:

Christian Aguilera dijo...

Gracias Angelina. bienvenida al mundo Haldane. Hablaremos de todo lo que suscite interés, eso sí, con sentido... incluso crítico.

Christian