domingo, 14 de junio de 2009

EL TRIUNFO DE LOS BLANQUILLOS

Con la frecuencia del paso del cometa Halley, hay años prestos a enmarcar en lo futbolístico en nuestro particular calendario. En mi caso, creo que difícilmente podrá repetirse que el Barça conquiste los tres títulos más importantes de la temporada, y dos de mis equipos favoritos, por este orden, Sporting de Gijón y Real Zaragoza hayan cosechado in extremis sendos objetivos: la permanencia y el ascenso a Primera División, respectivamente. En la temporada pasada ya me había ocupado de un post dedicado íntegramente al Sporting («La marea rojiblanca»), pero quedaba un tanto en el limbo mis simpatías por un Real Zaragoza que, de la mano, de Marcelino García Toral, ha dejado atrás la pesadilla de saberse en una división que no le correspondía ni por historia ni categoría demostrada a lo largo de tantos años. Una historia corta en títulos, pero amplia en dar cabida a futbolistas de tronío, en una inveterada tradición de hacer de sus delanteras las señas de identidad de una propuesta ofensiva que fueron la envidia de muchos equipos de la División de Oro del balompieé patrio. Es evidente que por edad no me corresponde cantar las excelencias de aquella delantera bautizada por algún avispado cronista como los «Cinco Magníficos», que fueron una auténtica sensación en la segunda mitad de los cincuenta y en los años sesenta. Pero ahí está la figura paterna para recordarme que había «vida futbolera» antes de que Quini, el brujo, estampara su firma en las porterías contrarias. En ese viaje por el conocimiento de datos —un absurdo hobbie que ocupa y preocupa al género masculino— sobre mis equipos favoritos me acompañaría el incunable escrito por José Eulogio Gárate –extremo izquierda del Atlético de Madrid—, en el que incluso se detallan las plantillas de cada equipo. Creo recordar que ese almanaque concluía su itinerario fubolístico a mediados los años ochenta, cuando el insigne Real Zaragoza iniciaba un lento aterrizaje tras horas/años de vuelo futbolístico en las alturas con una tripulación que, en su parte delantera, figuraba una tripleta de lujo: Pichi Alonso-Amarilla-Valdano. No habia jornada que uno de ellos, al menos, no mojara. Rocoso en defensa (sus nombres ya invitaban a cuadrarse: Casuco, Camus, Casajús, Oñaederra...) con un guardamenta que parecía rivalizar en altura con la propia portería que cubría, Andoni Cedrún —hijo del Carmelo Cedrún, integrante de otro equipo, el bilbaíno, que podría presumir de un póker de delanteros de ensueño—, el Real Zaragoza causó estragos entre los rivales en unos años de bonanza que parecieron retornar de la mano de Víctor Fernández con un equipo que deslumbró en Europa. Tiempos en que los aragoneses y esa diáspora de aficionados al equipo blanquillo diseminados a lo largo y ancho de la geografía española reconocían en Juan Eduardo Esnaider, Najim –su gol de medio campo en la final de la Recopa aún forma parte de las antologías futboleras en periodo finisecular— o Aragón, entre otros, sus ídolos del balón redondo.
Después de años de proyectos deportivos que se han ido al garete al resabiarse que la cartera con «r» tiene una rentabilidad mayor que la cantera con «n» en el mercado audiovisual —el «modelo» Florentino, pero a una escala infinitesimal; los resultados, igualmente funestos al medio plazo—, el Real Zaragoza busca una nueva redención. Su ascenso es un triunfo en lo personal del asturiano Marcelino —una apuesta arriesgada; el saberse uno de los entrenadores de postín que decidió buscar el reto en el ascenso de un equipo histórico desde una segunda división que puede convertirse en un pozo sin fondo— pero una afición y un homenaje a un club con tradición de fútbol ofensivo en la que me pierdo al rememorar los jugones que pasaron o han pasado por las filas del equipo blanquillo: Juan Señor, Rubén Sousa, Luís Milla, Juan Castaño «Juanele», David Villa, Rubén Gracia «Cani»... Vaya por la ciudad de Zaragoza —sin desmerecer la recompensa al esfuerzo que ha dado sus frutos para el CD Tenerife y el Jérez Deportivo en el que será su debut en la categoría de Oro— mi más sincera enhorabuena porque la liga BBVA no podía esperar una temporada más sin uno de sus abanderados del fútbol con letras mayúsculas. Y, en especial, para N., que en fechas tan señaladas, estará a punto de descorchar un cava con un envase del color de la esperanza, el de ver a un equipo definitivamente asentado en la liga que, como el Sporting, nunca debió abandonar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias Christian, te has marcado un gran gol con estas palabras del REAL Zaragoza. Te envío desde aquí nuestro mas sincero agradecimiento.
Te enviaría un cachirulo si fueras capaz de ponertelo con la camiseta del Barsa, pero no creo que te dejen tus seguidores así que....pronto nos enfrentaremos en el cesped, nosotros también ¡¡¡PODEMOS!!!

Saludicos desde la capital del Ebro
N.