sábado, 16 de mayo de 2009

EL «REY» ESTÁ DESNUDO

La Fábula del Rey Desnudo viene que ni pintiparada en el contexto político, económico e institucional en el que nos movemos en la actualidad. La fábula se centra, en esencia, en el relato de dos rufianes que se hacían pasar por sastres con la intención de convencer al Rey que éste luciera el traje más maravilloso posible. El ardid de los falsos sastres consistía en razonar ante el monarca que el traje únicamente puede ser contemplado por aquellas personas inteligentes. De resultas de esta treta, el Rey se exhibe desnudo frente a su corte. Ésta, temerosa de contradecir al Rey y poner en entredicho su inteligencia, aparentan normalidad al ver pasear al monarca desnudo por cada uno de los rincones de palacio. Sin embargo, un buen día un niño exclama: «¡el Rey está desnudo!». Ante semejante muestra de sinceridad, los súbditos del Rey no pudieron por menos que reproducir las mismas palabras expresadas por el pequeño.
Situémonos, pues, siglos después de que esta fábula empezara a hacer fortuna, en la España en las primeras estribaciones del tercer milenio. El presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, rigiéndose al amparo del denominado estado democrático que contempla la figura del Rey como jefe del estado, se presenta en vísperas de unas elecciones y de una crisis económica que se venía pronosticando, diciendo en campaña que uno de sus objetivos es «llegar al pleno empleo», equivalente a un 5% de paro técnico, asumiendo que esa cifra se da por óptima. Un año y medio más tarde, nos situamos a tiro de piedra del 20% de paro. Alguien grita, «¡Zapatero/El rey está desnudo!» y su corte de aduladores, parecen asentir. Sigamos. El líder de la oposición, Mariano Rajoy, al quedar al descubierto un escándalo de corrupción financiera, manifiesta su plena confianza para con Luís Bárcenas, al tesorero del PP, aquel que debería ser el ángel custodio de las finanzas del partido. Cuando la fiscalía ponga sobre la mesa las pruebas que incriminan al Sr. Bárcenas, alguien gritará, «¡Bárcenas está desnudo!», y Mariano Rajoy y su séquito no tendrán más que repetir al unísono la misma frase. Otro ejemplo: para tratar de corregir a la baja los casos de aborto que se registran en nuestro país nos hacen creer que la solución pasa por facilitar el acceso a la denominada «píldora del día después» en farmacias a las adolescentes sin necesidad de la autorización de los padres ni tampoco receta médica. La ministra de Igualdad Bibiana Aído y la ministra de Sanidad y Política Social Trinidad Jiménez subrayan que no se trata de otro método anticonceptivo. Bueno, que uno sepa, esa pídora no sirve para curar un resfriado o atajar un estado febril, sino para abortar un hipotético embarazo (no deseado): esa es su finalidad. No tardará alguien de la «corte socialista», ante la evidencia que esa iniciativa con el amparo de una Ley Orgánica no ha tenido los resultados esperados, de proclamar: «¡La Trini y la Bibiana están desnudas!». Y el caso de Francisco Camps, el presidente de la comunidad valenciana, cuyo sastre le ha hecho un traje a medida de... La Fábula del Rey Desnudo. No tardarán en sentirse las voces de aquellos que en el curso del juicio que está a punto de celebrarse empiecen a salir a la luz facturas que no cuadran, sociedades interpuestas, declaraciones contradictorias y demás, proclamen: «¡Camps está desnudo!». A este paso, Spencer Tunick, «el fotógrafo de los desnudos», tendría en nuestro bendito país un auténtico santuario, aunque sin descartar la futura visita a otras naciones del área mediterránea como la Italia del ínclito «Benito» Berlusconi.

2 comentarios:

Tomás Serrano dijo...

Aquí lo que pasa es que al niño que dice "el rey está desnudo" le callan inmediatamente. Son pocos, porque aquí la inmensa mayoría de los niños ven lo que les dicen los mayores que tienen que ver.

El Gran C dijo...

En mi opinión en este país, perdón reino, el problema está en que los rufianes son los mismos que se pasean luego esperando que nadie les grite si están desnudos o no. En el cuento que citas el rey era víctima de su propia vanidad al dejarse engañar por los falsos sastres pero como digo, aquí, rufianes y reyes son uno solo.

Por supuesto que Camps de desnudo nada que trajes por lo visto tiene más que Emidio Tucci. ;)