Cuando tengamos la
suficiente perspectiva temporal será el momento para que aparezca en el mercado
editorial un ensayo presto a analizar las series que marcaron el curso de lo
que podríamos colegir como la «Segunda Edad de Oro de la Televisión» en
relación a este formato. Presumiblemente, entonces debería quedar reservado un
capítulo al análisis de una serie de las características de Breaking Bad (2008-2013), que dio pie a
un spin-off, Better Call Saul (2015- ),
vertebrado sobre el personaje de Jimmy McGill (Bob Odenkirk), el peculiar
abogado que hace acto de presencia en la seminal masterpiece orquestada por el showrunner
Vince Gilligan. Guiadas en ambos casos por el talento de Gilligan, no cabe duda
que los procedimientos para armas una y otra serie dejan al descubierto la
homogeneidad de una (Breaking Bad) y
hasta la altura de la conclusión de la segunda temporada, cierta falta de
progresión dramática y una persistente búsqueda de que encajen situaciones y
personajes sin llegar resultados demasiado satisfactorios (Better Call Saul). Ello se debe a que Breaking Bad tuvo un andamiaje bastante más trabajado, colocándose
por delante una solidez narrativa que va avanzando inexorablemente a través de
multitud de personajes y situaciones que ya pertenecen al imaginario colectivo
no tan solo de seriófilos diseminados a lo largo de diversos países. Por el
contrario, Better Call Saul nació
fruto del interés creciente entre las audiencias que suscitó el personaje de
Saul Goodman. La intuición de Gilligan le llevó a convocar un brain storming para determinar las
líneas maestras de una hipotética serie derivada de Breaking Bad que echaba su cierre en su quinta temporada sin posibilidad
de prórroga posible. La disponibilidad de Oderkirk (prácticamente inédito en el
medio cinematográfica; fue y sigue siendo carne
de la pequeña pantalla) allanó el camino para que la serie Better Call Saul computara entre las novedades de 2015. La
estructura propia de la antología en ciernes –evaluada en el mismo territorio
que Breaking Bad, esto es,
Alburquerque (Nuevo México), pero remontándose varios años atrás en el tiempo--
demandaba que para la primera tanda de episodios apenas asomaran personajes que
cobran carta de naturaleza a lo largo y ancho de la serie seminal. Pero, a
medida que el espacio temporal se va acercando a la realidad de Breaking Bad, Gilligan y su partner Peter Gould irían integrando
algunos de los personajes característicos de ésta a distintas subtramas que
concurren en Better Call Saul. Con
todo, Jimmy McGill, previo a su metamorfosis
en Saul Goodman, sigue siendo la principal baza de Better Call Saul, dejando constancia de un carisma que no tiene
igual entre sus compañeros de reparto, incluido el neoyorquino Michael McKean,
quien se desenvuelve en el papel de su hermano mayor Chuck McGill, afectado de
una enfermedad rara denominada hipersensibilidad electromagnética.
Aunque en los episodios centrales de la second season aparcan en cierta manera
el motor narrativo de la entrega posterior a la primera temporada de Better Call Saul, al principio y al fin
el relato direcciona sus antenas hacia la rivalidad existente entre Jimmy y
Chuck hasta llegar al paroxismo. Ambos abogados de carrera, pero de
temperamentos disímiles, Jimmy y Chuck protagonizan algunas de las viñetas más certeras de Better Call Saul, que nos ayudan a
recomponer el mapa emocional que justifica en buena lid una rivalidad
enquistada verbigracia del favoritismo que reservaba su madre al pequeño de los
hermanos. Si a ello sumamos que la integridad y el sentido del deber cumplido
han guiado la línea de rectitud de la que hace gala Chuck frente a los “atajos”
(valga el eufemismo) que emplea Jimmy para conseguir sus objetivos, vamos
desgranando el fondo de sendos personajes en el contexto de un relato que
reserva algunos minutos en el tramo de arranque de cada episodio para mostrar
detalles a la audiencia de un pasado lleno de claroscuros en la familia McGill.
Fuera de este “duelo” fraticida, casi siempre evaluado en la penumbra de una
vivienda que evita a toda costa el uso de aparato eléctrico, Better Call Saul se desenvuelve en
subtramas inherentes a “la ley del más fuerte” en el ámbito de la judicatura y
de los “bajos fondos” de la ciudad fronteriza de Alburquerque. Pero de tanto en
tanto esta ley no escrita sufre la derrota al calor de la actuación del
hierático Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks) –otro de los partícipes de Breaking
Bad con un presencia creciente en la antologría seminal— y de Jimmy McGill,
desojando la margarita sobre si debe favorecer a su novia y colega de profesión
Kim Wexler (Rhea Seehorn), o bien evitar perjudicar a su hermano mayor, del que
se siente responsable de su cuidado y, al mismo tiempo, le carcome por dentro
sentirse inferior a él. Por ello, Jimmy McGill persigue a toda costa una
realización personal, alejado de la sombra de Chuck.
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