Hace pocas fechas el editorial del Financial Times reincide en sus críticas al gobierno del PP y más
concretamente a su presidente Mariano Rajoy de “esconderse” tras la Constitución para no tender
puentes de diálogo con el Govern de la Generalitat de Catalunya de Artur Mas. El
prestigioso e influyente rotativo británico aboga por buscar una solución
intermedia, una tercera vía que evite cualquier escenario de separación entre
Catalunya y el resto del estado español. En este punto del relato, a medio año
de que se pueda realizar una consulta popular (al parecer, no vinculante), el presidente del gobierno podría
mover ficha, teniendo además un catalán como su brazo derecho, el Jefe del
Gabinete de Presidencia y Diputado del PP Jorge Moragas (Barcelona, 1965), para
facilitar esos puentes necesarios a los que alude el Financial Times. Pero Moragas ha demostrado por activa y por pasiva
que hace frente común con el enrrocamiento propio de un mandatario incapaz de
salirse de su hoja de ruta, aquella destinada a pasar a la historia como un
reformista y gestor de un país sumido en una crisis galopante desde el
principio de la legislatura. Él es la sombra de Mariano Rajoy allá dónde vaya
el político gallego. Más que la cautela y la prudencia, lo que define a Moragas
es su condición de «hombre-sin-rostro», el pelota del jefe que no se sale ni un
milímetro del plan que le ha reservado
Rajoy hasta el final de su mandato de Presidente del Gobierno. Moragas ha
quedado “abducido” por el poder, mostrándose un personaje alejado de aquel
joven diputado dispuesto a dejarse “seducir” por los “encantos” de la avispada reportera
Thais Villas —también catalana— de la
Sexta , a pie de
moto mientras se escuchaba de fondo otro rugido,
el de los leones que custodian el Congreso de los Diputados. Con la llegada al
Gobierno de Rajoy, Moragas ha pisado el acelerador y se ha consagrado a llevar
la agenda del Presidente del PP, colocándose esas “orejas de burro” dispuestas
para no ver más allá en el camino la realidad que les interesa, la de las
cifras macroeconómicas para repetir, cuál mantra,
las bondades de las políticas reformistas adoptadas. Muestra inequívoca que
Jorge Moragas se ha transformado en un “accesorio” de Mariano Rajoy, cada vez
con menor capacidad para razonar por sí mismo y de (de)mostrar que tiene
criterio propio se dio en el curso del programa Salvados que abordaba el tema de la realidad del sector de discapacitados físicos y psíquicos que han sufrido los estragos de los recortes
sociales hasta el extremo de dejarlos en una situación franca a la desesperación. Un tema ciertamente sensible cuya principal voz a lo largo del programa sería la de
Jaume Martorell, parapléjico alicantino cuya minusvalía no le impide mostrarse
activo en la defensa de una lucha que toda persona de bien debe entender justa.
A tal efecto, en junio de 2012 Martorell envió una carta a la Presidencia del
Gobierno formulada sobre el auténtico despropósito que comportaba los recortes
sociales en un sector necesitado de estos recursos simplemente por una cuestión
de supervivencia. La respuesta distaba de ser la que le hubiera gustado leer
Martorell y el resto de personas que se encuentran en una situación parecida. Dado
el cargo que Moragas ostenta desde 2012 parecía “ajustada a derecho” la petición
de Jordi Évole, conductor y presentador de Salvados,
para que ofreciera su parecer sobre el asunto, máxime cuando los políticos se
suelen llenar la boca al intentar sentirse próximos a los problemas de la calle
para tratar de contrarrestar su mala imagen cara a la sociedad. Las tentativas
de los responsables del programa resultaron infructuosas en este sentido, pero Évole
se guardaría un as en la manga y procedía, vía iphone, a contactar con Jorge Moragas, quien desde el primer
instante se mostró “fuera de sitio”, runruneando
más que manteniendo una conversación. Al cabo, Évole conminó a Moragas que
escuchara la propia petición de Martorell, pero éste escurrió el bultó y decidió
colgar, no sin antes recriminar al atribulado periodista que no hubiera
resuelto las cosas de una mejor manera. Évole se justificó que tuvieron el
silencio por respuesta para que el PP expresara su opinión o su punto de vista
sobre un tema candente en la sociedad, más cuando afecta a uno de los sectores
que mayor desamparo sufren.
Han pasado días, semanas desde aquel lamentable episodio,
pero ese fontanero del Gobierno del
PP sigue sin disculparse. Él sabrá las razones porqué no lo hace; todo parece medido en su agenda. Quizás sea
consciente que una muestra pública de disculpas sea interpretada como un signo
de debilidad por su mandamás Rajoy y, por consiguiente, “munición” para los
adversarios políticos. Él (Moragas) calla. Ambos callan. Se tapan sus vergüenzas
y siguen paseándose (el uno la sombra del otro) por medio mundo con la miras
puestas en querer salvar al país. Moragas
tuvo la oportunidad en ese programa de Salvados
por comportarse conforme a persona con calidad humana, al menos en
apariencia con una voluntad por dar amparo a los más necesitados. Pero Moragas
operaría en sentido contrario, mostrándose el individuo que desde la atalaya
del poder ha perdido contacto con la plebe.
Seguro que Moragas (dicen de él que es un
gran cinéfilo), se cuela antes en una sala para contemplar historias de superheroes (con la factoría Marvel a
pleno rendimiento tiene dónde escoger en los últimos años) que las cautivas de
un tratamiento de la realidad social que coloca a diario la soga a infinidad de familias. El cine de
Ken Loach, Stephen Frears o Mike Leigh le debe dar grima. Como tantos superheroes
se coloca la coraza para repeler cualquier tipo de ataques. Pero
para los ciudadanos que nos miramos los unos a los otros desde el mismo plano
tenemos el derecho a “réplica”, a levantar la voz (no en el sentido literal) para
dejar en evidencia los comportamientos de ciertos políticos de la catadura
moral de Jorge Moragas, a quien su negativa por disculparse frente a Jaume
Martorell le pesará como una losa en sus, intuyo, aspiraciones de alcanzar
mayores cuotas de poder en el PP, escalando posiciones para quién sabe si algún
día tomar el relevo del que ha sido su sombra estos años de agitada agenda. Ya
se sabe que las cosas negativas suelen pesar mucho más que las positivas a la
hora de pasar balance de una vida. Y allí estarán las heremotecas, Youtube y
otras ventanas de la información de la era digital para levantar acta de las “miserias”
de Jorge Moragas, alguien que sigue recibiendo clases en la Escuela Privada del «Padre» Mariano Rajoy
y Brey con domicilio en la calle Génova.
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