martes, 6 de mayo de 2014

JORGE MORAGAS: MISERIAS DE UN «MOCHILERO» SIN IDENTIDAD

Hace pocas fechas el editorial del Financial Times reincide en sus críticas al gobierno del PP y más concretamente a su presidente Mariano Rajoy de “esconderse” tras la Constitución para no tender puentes de diálogo con el Govern de la Generalitat de Catalunya de Artur Mas. El prestigioso e influyente rotativo británico aboga por buscar una solución intermedia, una tercera vía que evite cualquier escenario de separación entre Catalunya y el resto del estado español. En este punto del relato, a medio año de que se pueda realizar una consulta popular (al parecer, no vinculante), el presidente del gobierno podría mover ficha, teniendo además un catalán como su brazo derecho, el Jefe del Gabinete de Presidencia y Diputado del PP Jorge Moragas (Barcelona, 1965), para facilitar esos puentes necesarios a los que alude el Financial Times. Pero Moragas ha demostrado por activa y por pasiva que hace frente común con el enrrocamiento propio de un mandatario incapaz de salirse de su hoja de ruta, aquella destinada a pasar a la historia como un reformista y gestor de un país sumido en una crisis galopante desde el principio de la legislatura. Él es la sombra de Mariano Rajoy allá dónde vaya el político gallego. Más que la cautela y la prudencia, lo que define a Moragas es su condición de «hombre-sin-rostro», el pelota del jefe  que no se sale ni un milímetro del plan que le ha reservado Rajoy hasta el final de su mandato de Presidente del Gobierno. Moragas ha quedado “abducido” por el poder, mostrándose un personaje alejado de aquel joven diputado dispuesto a dejarse “seducir” por los “encantos” de la avispada reportera Thais Villas —también catalana— de la Sexta, a pie de moto mientras se escuchaba de fondo otro rugido, el de los leones que custodian el Congreso de los Diputados. Con la llegada al Gobierno de Rajoy, Moragas ha pisado el acelerador y se ha consagrado a llevar la agenda del Presidente del PP, colocándose esas “orejas de burro” dispuestas para no ver más allá en el camino la realidad que les interesa, la de las cifras macroeconómicas para repetir, cuál mantra, las bondades de las políticas reformistas adoptadas. Muestra inequívoca que Jorge Moragas se ha transformado en un “accesorio” de Mariano Rajoy, cada vez con menor capacidad para razonar por sí mismo y de (de)mostrar que tiene criterio propio se dio en el curso del programa Salvados que abordaba el tema de la realidad del sector de discapacitados físicos y psíquicos que han sufrido los estragos de los recortes sociales hasta el extremo de dejarlos en una situación franca a la desesperación. Un tema ciertamente sensible cuya principal voz a lo largo del programa sería la de Jaume Martorell, parapléjico alicantino cuya minusvalía no le impide mostrarse activo en la defensa de una lucha que toda persona de bien debe entender justa. A tal efecto, en junio de 2012 Martorell envió una carta a la Presidencia del Gobierno formulada sobre el auténtico despropósito que comportaba los recortes sociales en un sector necesitado de estos recursos simplemente por una cuestión de supervivencia. La respuesta distaba de ser la que le hubiera gustado leer Martorell y el resto de personas que se encuentran en una situación parecida. Dado el cargo que Moragas ostenta desde 2012 parecía “ajustada a derecho” la petición de Jordi Évole, conductor y presentador de Salvados, para que ofreciera su parecer sobre el asunto, máxime cuando los políticos se suelen llenar la boca al intentar sentirse próximos a los problemas de la calle para tratar de contrarrestar su mala imagen cara a la sociedad. Las tentativas de los responsables del programa resultaron infructuosas en este sentido, pero Évole se guardaría un as en la manga y procedía, vía iphone, a contactar con Jorge Moragas, quien desde el primer instante se mostró “fuera de sitio”, runruneando más que manteniendo una conversación. Al cabo, Évole conminó a Moragas que escuchara la propia petición de Martorell, pero éste escurrió el bultó y decidió colgar, no sin antes recriminar al atribulado periodista que no hubiera resuelto las cosas de una mejor manera. Évole se justificó que tuvieron el silencio por respuesta para que el PP expresara su opinión o su punto de vista sobre un tema candente en la sociedad, más cuando afecta a uno de los sectores que mayor desamparo sufren.
Han pasado días, semanas desde aquel lamentable episodio, pero ese fontanero del Gobierno del PP sigue sin disculparse. Él sabrá las razones porqué no lo hace; todo parece medido en su agenda. Quizás sea consciente que una muestra pública de disculpas sea interpretada como un signo de debilidad por su mandamás Rajoy y, por consiguiente, “munición” para los adversarios políticos. Él (Moragas) calla. Ambos callan. Se tapan sus vergüenzas y siguen paseándose (el uno la sombra del otro) por medio mundo con la miras puestas en querer salvar al país. Moragas tuvo la oportunidad en ese programa de Salvados por comportarse conforme a persona con calidad humana, al menos en apariencia con una voluntad por dar amparo a los más necesitados. Pero Moragas operaría en sentido contrario, mostrándose el individuo que desde la atalaya del poder ha perdido contacto con la plebe. Seguro que Moragas (dicen de él  que es un gran cinéfilo), se cuela antes en una sala para contemplar historias de superheroes (con la factoría Marvel a pleno rendimiento tiene dónde escoger en los últimos años) que las cautivas de un tratamiento de la realidad social que coloca a diario la soga a infinidad de familias. El cine de Ken Loach, Stephen Frears o Mike Leigh le debe dar grima. Como tantos superheroes se coloca la coraza para repeler cualquier tipo de ataques. Pero para los ciudadanos que nos miramos los unos a los otros desde el mismo plano tenemos el derecho a “réplica”, a levantar la voz (no en el sentido literal) para dejar en evidencia los comportamientos de ciertos políticos de la catadura moral de Jorge Moragas, a quien su negativa por disculparse frente a Jaume Martorell le pesará como una losa en sus, intuyo, aspiraciones de alcanzar mayores cuotas de poder en el PP, escalando posiciones para quién sabe si algún día tomar el relevo del que ha sido su sombra estos años de agitada agenda. Ya se sabe que las cosas negativas suelen pesar mucho más que las positivas a la hora de pasar balance de una vida. Y allí estarán las heremotecas, Youtube y otras ventanas de la información de la era digital para levantar acta de las “miserias” de Jorge Moragas, alguien que sigue recibiendo clases en la Escuela Privada del «Padre» Mariano Rajoy y Brey con domicilio en la calle Génova.


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