domingo, 20 de mayo de 2012

LOOKING FOR OLIVER STONE

A cuenta del boxoffice (Seizure computa entre las operas primas privativas de una distribución comercial regular en cualquiera de sus formatos posible), La mano (1981) se corresponde con el debut en la dirección de largometrajes de Oliver Stone (1946, Nueva York) . La historia parte de la novela The Lizard’s TailLa cola de la iguana») de Marc Brandell que hubiera tenido todas las prerrogativas para que su desarrollo argumental —la de un dibujante de cómics que, debido a un accidente, pierde su mano, y acaba convirtiéndose en un asesino cuando se le trasplanta su miembro amputado— lo hubiera suscrito Stephen King. No es el caso, empero, de JKF, caso abierto (1991), de la que poco debió servir su revisión por parte de King a la hora de afianzar la propuesta argumental de su última novela, 23/XI/1963 (2012) en que, a través del ardid de los viajes en el tiempo, razona en contra de la teoría conspiratoria en torno al asesinato de John F. Kennedy, al que se agarra con uñas y dientes el film dirigido por Stone. Más bien, el razonamiento de King se muestra en sentido opuesto, llegando a la conclusión de que Lee Harvey Oswald actuó solo, y que su posterior asesinato a manos de Jack Ruby desataría el tarro de las esencias conspiranoicas, desechando la versión oficial amparada por el Informe Warren. Hace tiempo que no visito la literatura de King pero la novela en cuestión puede llevarme nuevamente sobre su obra. Un tema éste, el de imbricar los saltos en el tiempo con el futuro que aguarda a un político proyectado a ocupar plaza en la Casa Blanca o instalado en la misma, no resulta novedosa en la literatura del escritor de Maine y que emparenta, en cierta medida, 23/XI/1963 con La zona muerta (1979) y desde un prisma más vinculado al retrato sociológico de una época, la segunda de las piezas que se integran dentro de la colección Corazones en Atlantis (1999).
El planteamiento de la novela de King de reciente publicación en nuestro país —en Plaza & Janés— propicia que un individuo en la actualidad del siglo XXI realice un salto temporal que lo sitúe en la América de finales de los años cincuenta, a un lustro vista de sustanciarse la muerte de John F. Kennedy en Dallas. El individuo hace las veces de narrador, siguiendo el desarrollo de la vida cotidiana de Lee Harvey Oswald, quien pasó una temporada en Cuba llamado por esa fiebre revolucionaria promulgada por el castrismo y por Che Guevara. Interpreto que para King esa estancia de Oswald en la isla caribeña ni el posterior episodio de la invasión de Bahía Cochinos no sirvió a la causa de un entramado de intereses que acabaran por aliarse para atentar contra JKF. Oliver Stone, en cambio, crearía esos espacios en su película dispuestos a alimentar la teoría del magnicidio. El hecho de que el mayor de los Kennedy abortara, a última hora, el plan de invasión de Bahía Cochinos durante los días de la "crisis de los misiles", Stone lo interpretaría como un factor determinante para que ciertos lobbies de la sociedad estadounidense vieran con buenos “ojos” un hipotético asesinato del máximo dirigente de la Casa Blanca. Al cabo, esa visión que colocaba en el punto de mira a sectores republicanos en su derivación extremista de lo que hoy colegimos como tea party, pareció merecer la aprobación de Fidel Castro, quien merced a ese giro al inferno que adoptaría la singladura profesional de Stone, pasaba a formar parte de material susceptible de rodar. A ello se consagraría Stone, al ejercicio de tributo a la figura de Fidel Castro en el diptico Comandante (2003) y Looking for Fidel (2004). Castro colaría unas cuantas mentiras de estado por la escuadra a un Oliver Stone, al que por ejemplo, el tema de los terroristas de ETA acogidos por el gobierno cubano le debía sonar a música celestial en forma de grupos revolucionarios. Julio Antonio Alfonso Fonseca, el alto funcionario del Partido Comunista Cubano (PCC) que tuteló a la comunidad de etarras en suelo caribeño por espacio de quince años, coloca en el disparadero a Fidel Castro a través de las declaraciones que se puede leer en la edición digital de El país (http://www.elpais.com/). Una más de tantas falsedades que adornan al personaje, a propósito de esa comunidad de miserables etarras residentes en Cuba bajo protectorado de su gobierno. Cuando vi Comandante y Looking for Fidel no pude dar crédito al porqué Stone se había prestado a las reglas impuestas por Fidel Castro, en otro más de sus mecanismos de propaganda que ya pocos compran. Con todo, sigo creyendo que Oliver Stone dio lo mejor de sí en esa franja temporal que cubre desde la primera mitad de la década de los ochenta hasta mediados los noventa, esto es, los que delimitan Salvador (1985) y Nixon (1995). Puestos a escoger, entre mis favoritas sigue figurando Hablando con la muerte  (1988) y The Doors (1991), esa otra iguana (así se autodenominaba el vocalista Jim Morrison cuando su parte mística le superaba por todas partes) a costa del legendario grupo de los sesenta que alimentaría un prestigio que él mismo se encargaría de ir sepultando a marchas forzadas. Ni siquiera el recurso de aferrarse a prologar un éxito de antaño, Wall Street (1987), ha servido a Stone para congraciarse con esa parroquía que asistía con entusiasmo a dar su bendición en taquilla en esos años de lucidez fílmica en los que aún no asomaban "iluminados" de la política con pedigrí de dictadores.  

2 comentarios:

oncle Jules dijo...

Hay una frase de la película "Nothing Sacred" (1937) de William A. Wellman que refleja fielmente lo que opino personalmente sobre el cine de Oliver Stone. En ella el actor de caracter Walter Conolly interpreta un personaje llamado precisamente ¡Oliver Stone! que habla de sí mismo en tercera persona, alegando con prepotencia que: "¡Oliver Stone es cien veces peor que el envenenamieno por Rádio!".

Apruebo la moción. Además la prepotencia de los americanos es detestable.

Yá como guionista Oliver Stone (cineasta) me irritaba.
¿Consideras bueno el guión de EL EXPRESO DE MEDIANOCHE?; ¿no creés que si se presenta el padre del protagonista -del modo que lo pintan- en Turquía nada menos, no fusilan al prota?

¡Un fuerte saludo, Christian!

Christian Aguilera dijo...

Hola Oncle Jules:

Hace tiempo que no reviso "El expreso de medianoche". Me gusta más como director Oliver Stone, pero el anterior a su "giro al infierno", como apunto en el post. Por lo general, sus guiones pecan bastante de excesivos de "El expreso de medianoche" lo que recuerdo es que no era precisamente una oda a lo sutil; más bien el trazo grueso, a una propuesta maniquea. Según me comentó en una entrevista Alan Parker una de las tres razones por las que Turquía no entraba en la Unión Europea era... el film que el inglés dirigió en 1978. Seguro que las vacaciones Parker no las pilla en Turquía.

Pásate cuando quieras por Haldane, Oncle Jules.

Un saludo,

Christian