sábado, 12 de mayo de 2012

DE MISS SINAOLA O MISS CÁRTEL: FALSAS APARIENCIAS TELEVISIVAS


Tildado por un ejército de detractores (localizados sobre todo entre la clase política) de agorero, de apocalíptico de pacotilla y un sinfín de descalificaciones, el profesor Santiago Niño Becerra ha vuelto a clavar sus predicciones al calor de la realidad financiera de algunos de nuestros bancos, a cuyo rescate ha tenido que acudir el gobierno de turno en forma de financiación con dinero, al fin y al cabo, público. Ya lo hizo en sus estimaciones sobre el crecimiento del paro y del efecto inocuo de una reforma del mercado laboral perpetrada por el PP, el partido en el gobierno. Igualmente, en la realidad de nuestros días podemos ir constatando que el panorama que se dibuja en un futuro sino inmediato, cercano, se corresponde con la proyección que hace Niño Becerra del crecimiento de sectores dedicados al ocio acomodados a colocar "paneles" que impidan ver a trasluz la situación de la vida cotidiana en que se va marcando una falla más evidente entre clases ricas y pobres. Corporaciones consagradas al ocio dispuestas a crear espejismos; el cine en particular en tiempos de crisis se cobra un auge de las producciones de superhéroes para mantener distraída a la clientela, elevando a los altares a figuras salvadoras de las amenazas a las que se ve sometida la población de una determinada zona o ciudad, país o continente. Y ya se sabe cuando crece un gran "árbol" en taquilla Los vengadores (2012), dicho sea de paso, basado en uno de mis cómics favoritos de la adolescencia, su alargada sombra procura poco espacio para que broten otros.
   La antítesis de esa enésima entrega de la factoría Marvel se corresponde con Miss Bala (2011), una producción que viene al pelo hasta qué punto esa ventana a la realidad que representa la televisión y, en particular, sus telediarios, distorsiona la verdad de los hechos. Dudo que fuéramos pocos los que en su día en vísperas de la Navidad de hace tres años— no diéramos crédito al contabilizar a Miss Sinaloa’08 Laura Elena Zúñiga— entre los “trofeos” exhibidos por la policía azteca, todos ellos a priori pertenecientes al Cártel de Juárez, uno de los más peligrosos que siguen operando en México. Por el contrario, muchos debieron validar la información en el sentido de resolver una sencilla ecuación en que interviene el factor del poder y su alianza con otro elemento indispensable en el condimento de esa realidad lacerante enquistada en el contiene norteamericano: el narcotráfico. Por ello, al interés que despierta una cinematografía en alza, de la que han surgido algunas de las voces más interesantes en el panorama audiovisual actual –Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu, etc., se redoblaría para un servidor en el caso de Miss Bala por conocer el detalle de esa verdad cercenada, manipulada y definitivamente quebrada en la pequeña pantalla. Amparada en un concepto de docudrama y en el manejo del plano-secuencia, el director y coguionista Gerardo Naranjo descubre a aquellos no familiarizados con la realidad de su país una mirada que irradia verismo y nos atrapa en un remolino de angustia y miedo. Al final de la proyección podemos llegar a hacer un diagnóstico mucho más certero sobre ese mundo de violencia y pánico que va minando la moral de la población. Miles de víctimas mortales computan en el curso de una docena de años  en el nuevo siglo derivados del narcotráfico en el país azteca es una cifra que solo lo aguanta el papel. Miss Bala nos muestra esa red de intereses que genera el negocio del narco, implicando a policías, cuerpos de seguridad, los propios cappos del narco, instituciones políticas y militares. Una red difícil de desentramar y aún más compleja de «aislar». Creo que este debería ser uno de los títulos de obligada visión para ir conociendo el detalle de la verdad de las cosas, y así colocar en cuarentena ciertas imágenes —por ejemplo, la de Laura Zúñiga (su alter ego en pantalla con idéntico nombre de pila pero con diferente apellido, el de Guerrero, en la piel de la actriz Stephanie Sigman), escondiendo la cabeza y maniatada, en un gesto que puede derivar en la asunción de su culpabilidad cuando, en realidad, expresa su condición de víctima— demasiado tentadoras para que derive en un comentario en torno a la mesa o apostados en el sofá del calado de «se presentó a un concurso de belleza, luego vino sus insinuaciones con el poder y ahí meterse en el narcotráfico solo fue otro paso más. Qué desperdicio de vida». La conclusión puede que certeza; el “circuito” trazado, erróneo. Suerte que existen propuestas del alcance de Miss Bala, capaces para orientarnos en esta selva informativa donde lo fácil es mostrar una “foto” pero se nos priva de la “secuencia” completa. Cada vez más un servidor se aparta de esas ventanas “oficiales” catódicas de la información para buscar, rastrear en otros espacios, inclusive el de una a priori ficción audiovisual con una base documental sólida y robusta, la presentada por Naranjo y su equipo.

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