jueves, 4 de diciembre de 2008

«HOME BEFORE DARK» DE NEIL DIAMOND: LENTAMENTE HACIA ARRIBA


Envejer en el mundo de la música puede comportar gratas sorpresas para quienes hemos seguido desde la distancia la trayectoria de croners, cantautores o vocalistas de ambos sexos, que nos ha dado una cierta pereza indagar a la búsqueda y captura de aquellos tesoros ocultos a lo largo de sus respectivas discografías. Aquellos músicos que, por consiguiente, nos mostrábamos un tanto reticentes a dejarnos seducir por sus cantos de sirena debido a que parecían varados en las procelosas aguas del mainstream, siguen estando allí pero sus voces son silenciadas por las emisoras de radio y el lugar que ocupan en las grandes superficies consagradas a la música contemporánea apenas ofertan unos escasos títulos de sus, por regla general, extensas discografías. Siempre he considerado a Neil Diamond y Billy Joel dos voces intercambiables, un par de músicos aptos para configurar un sonido de fondo agradable y placentero en un local con una iluminación difusa mientras uno ahoga sus penas o alimenta un principio de relación sentimental con una enmienda a perpetuarse en el cajón de los deseos de nuestros corazones. De esa hornada de grandes músicos que nacieron en los albores de los años cuarenta en los Estados Unidos y que hicieron fortuna en la etapa de apogeo hippie, con prórroga incluida, a Neil Diamond (1941) le perdí el rastro en unos ya lejanos años ochenta. Abandonada, por efectos propios de la edad, su abundante cabellera, un encanecido Diamond ha demostrado que es un corredor de fondo con su último compacto, Home Before Dark (2008). Hay un poso de sinceridad que descansa en cada una de las letras de las catorce canciones que adornan un CD con una excelente presentación (una carpetilla con una extensa introducción a cargo de su autor y un DVD anexo, además de contener dos bonus tracks). Los temas tratados son inherentes a un melodista fajado en mil letras que han conformado la base de decenas de discos, pero recorridas por un sentimiento de nostalgia, de deseo de aprehender un pasado que se desvanece al correr de las hojas del calendario. El sentido de unidad de Home Before Dark lo confiere una voz tersa que no escapa de sus habituales inflexiones —muy evidente en Whose Hands Are These— y la introducción a la guitarra para la docena larga de canciones. Un total de cuatro guitarristas han acompañado a Diamond en las sesiones de grabación de Home Before Dark, una obra chapada al estilo clásico pero con una frescura que denota el entusiasmo de saberse un superviviente de modas de distintos calado y penetración en un mercado saturado de ofertas y de pseudomúsicos. En definitiva, el último trabajo discográfico de Diamond deviene un regalo para los oídos, que encierra una perla de inequívoco sabor añejo: Another Day (That Time Forgot). Contraviniendo el sentido de otro de los temas —Slow It Down, que nos sitúa en su faceta de bluesman— que aderezan esta mayestática obra con un perfume musical para instantes que nos convoquen a poner el retrovisor de nuestros sentimientos, Neil Diamond Slow It Up («camina lentamente hacia arriba»). Gracias, Mr. Diamond o «Mr. Brasher» por haberme dejado subir en un tren de largo recorrido que dista aún de anunciarse el fin de su trayecto. Espero no bajarme en la próxima estación y recorrer cada uno de los vagones de un tren poblado de canciones que merecen una escucha más atenta que la dispensada en su tiempo, y muchas otras que han quedado enterradas en el anonimato.



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