Filiación al margen por el Real Sporting de Gijón, que dejé patente en un anterior post, Asturias sigue siendo esa comunidad un tanto ignorada, que casi nunca es cabecera de titulares de los periódicos de tirada nacional, y de la que cabría hacernos eco con mayor asiduidad. La nobleza de sus gentes lo merece. Una nobleza que suele ir acompañada de una personalidad definida y que tiene en el deporte diversos exponentes más que contrastados. Es cierto que aquellos que escapan de una situación de penuria económica o que, cuanto menos, precisan de otras expectativas de futuro más ambiciosas que las procuradas en su tierra natal, se forjan un fuerte carácter a la conquista de una patria que no es la suya, pero que la hacen suya. Centrándonos en el fútbol profesional es fácil encontrar en las plantillas de los equipos de la Primera División, cuál diáspora, algún jugador cuyo DNI delate su origen astur. Y del denominador común de todos ellos, independientemente del trato que le dispensen al balón, es de una personalidad arrolladora, que a menudo puede confundirse con un sentimiento de orgullo, pero convenientemente tamizado por una nobleza a prueba de bomba. Ejemplos, los que queramos. Con un RCD Español en horas bajas, Luís García, incluso sin el sostén de sus íntimos amigos y compañeros Iván De La Peña y Raúl Tamudo –para su desgracia, en permanente tránsito de lesionarse–, se autoexige tirar del carro para escarnio de un vestuario que se esconde con demasiada frecuencia; David Villa es capaz de sobreponerse al correctivo que le infringió su Sporting en Mestalla (2-3) y antes de encarar el camino a vestuarios, fundirse en un abrazo con Quini y hacerle entrega de una camiseta, aun a riesgo que parte del público le recrimine tal acción... Esa misma gallardía es la que había demostrado otro ex Sporting, Luis Enrique, quien lejos de amilanarse en el Santiago Bernabeu, tuvo a gala festejar los goles del Barça con la necesidad de expresar su sentimiento culé y que nunca ha ocultado (ahora se hace cargo del Barça B). Son gente, como diría un comentarista de ciclismo, hecha de una pasta especial, que van siempre de cara y que demuestran ser un compendio de tantas virtudes, muy pocas veces reconocidas en función de una actualidad que parece dictada por un terrorismo que tiñe de cobardía los valores de una sociedad ejemplar en tantos otros sentidos como la vasca, sin menoscabo de que Catalunya y la comunidad madrileña polarizan un debate en lo económico y lo administrativo que no tiene fin. Incluso el piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso, después de su bicampeonato mundial, empieza a despertar simpatías entre los que no comulgaban con el papanatismo de sus fervientes seguidores. Bajo ese manto de una cierta arrogancia atemperada a golpe de no saberse el favorito en cada carrera, en Alonso aflora ese carácter indomable y franco que hace más grande si cabe al pueblo asturiano. Esas son las mejores «embajadas» que puede tener una comunidad en el extranjero. Y sin duda Asturias tiene algunas de las más rentables, sin necesidad de sangrar a las depauperadas arcas de las comunidades autónomas.
1 comentario:
fernando alonso y luis enrique
dos defraudadores de hacienda pagan sus impuestos en paraisos fiscales
luego mucho amor a asturias y a españa CHORIZOS
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