domingo, 3 de diciembre de 2017

«THE VISITOR» (2017) de Neil Young + Promise of the Real: LEVANTANDO MUROS DE ESPERANZA

Pieza de (ultra)coleccionista, a mediados los años ochenta los Países Bajos registraban la grabación en LP de siete pulgadas un single en que aparecen en portada los rostros de Willie Nelson (n. 1933) y Neil Young. Mientras en la cara «A» queda impreso el tema obra del canadiense Are There Any More Cowboys en la cara «B» luce grabada la leyenda I’m a Memory, pieza compuesta por el músico texano adscrito al country-rock. Se trata, pues, del único álbum en que ambos músicos coindicieron en la edición de un disco, descontadas las participaciones de Willie Nelson en las jornadas a mayor gloria del Farm Aids que desde esas lejanas fechas de los años ochenta Neil Young ha convocado con fines altruistas para una causa benéfica en favor de familias de enfermos con severas discapacidades psicomotoras, como su hijo Zeke. Una sequía de colaboraciones que, empero, no ha impedido que se siga manteniendo la llama de una amistad, redoblada si acaso cuando a principios de la presente década entró en escena Lukas Nelson (n. 1988) con el ánimo de formalizar la confección de su propia banda en la costa Oeste de los Estados Unidos. De la procesión de bandas y solistas que han pasado por Farms Aids a lo largo de su ya dilatada historia Neil Young reparó de manera especial en 2014 en Promise of the Real, la banda integrada, además de su frontman Lukas Nelson, por Anthony Logerfo batería al que había conocido por primera vez precisamente en el marco de un concierto del astro canadiense, Merlyn Kelly (bajista) y Tato Melgar (percusionista). Fruto de una serie de circunstancias, entre éstas la certeza de que la banda Crazy Horse entraba en vía muerta en los primeros compases de la segunda década del siglo XXI, Neil Young debió capitular por aquel entonces y la intuición le llevó a encontrar un “recambio” en Promise of the Real. Pronto, Young entendió que su asociación con la formación angelina le procuraba seguir apostando por su perenne necesidad de “renovarse”, rodeado de músicos que bien hubieran podido ser sus hijos. En ese impulso juvenil tan carácterístico del multidisciplinar norteamericano, a la par que daba rienda suelta a su veta de escritor —herencia directa de su progenitor Scott Young— formalizaba la grabación de su primer disco junto a Promise of the Real, The Monsanto Years (2015), en que se sumaba la participación de otro hijo varón del legendario Willie Nelson, Micah Nelson. Un soplo de aire fresco, pues, a una trayectoria musical, la de Young, que había incurrido en el “mal” de muchos artistas que, al llegar a determinadas edades, echan mano de la fórmula del disco de versiones para capear el temporal. En ese disco de debut Promise of the Real y Neil Young trabajaban en una misma onda a efectos de un discurso netamente combativo, preñado de un ecologismo que sigue mostrando sus garras en Earth (2016) –de cuya gira europea mi mujer Esther Solías y un servidor pudimos levantar testimonio por partida doble— y The Visitor (2017). En este tercer disco en estudio lo hace preferentemente a través de los temas “Stand Tall” y “Children of Destiny” de los diez que jalonan The Visitor. En las postrimerías de 2017 en que se enmarca la publicación de The Visitor concretamente, el primer día del último mes del calendario— todo parece dispuesto para el anuncio de una gira que esperemos pase por el estado español. Si fuera así podría saborear en directo de buena parte de los temas que integran esta nueva apuesta discográfica, en que, a buen seguro, no faltará en el set list “Almost Always” con una estructura armónica y ciertas resoluciones a la guitarra, a modo de “interludios”, parejos a la canción “An Unknown Legend”, contenido en el álbum Harvest Moon (1992), “Change of Heart” orientando sus antenas hacia el folk-rock evaluado con tiempos medios— y la citada “Children of Destiny”, en que Young vuelve a experimentar con el acompañamiento de las voces corales de infantes que ya había repercutido en anteriores discos recientes del autor canadiense. Mención aparte merece el tema “Carnival”, en que la voz de Neil Young se contorsiona de tal modo que asistimos a pasajes habitados por esos timbres nasales característicos a ritmo de vals, alternando con esas voces de “ultratumba” a coro incluidas las del canadiense— que podrían tener acomodo en un festival musical azteca “el día de muertos” allén de las fronteras de los Estados Unidos con México. A propósito del muro que pretende construir la Aministración Trump, Neil Young manda un recado en forma de velada crítica en el tema de apertura del disco, “Already Great”, entre cuyas estrofas podemos leer “No Wall / No Hate / No Fascist USA”. Ya en la gira de Earth se coló algún que otro improperio a Donald Trump, que para la ocasión queda atenuado en el contenido de un disco que representa un canto a la esperanza, sin que por ello pierda fuelle su vena crítica en materia ecológica, social y de derechos sociales. De ahí que en las imágenes contenidas en el CD procesado en formato cartón aparezcan los seis músicos luciendo cada uno de ellos un cartel con el nombre de un color. Más que un homenaje a Reservoir Dogs (1992) en el cumplimiento de su veinticinco aniversario responde a una necesidad por expresar que la diversidad (racial, cultural, étnica) representa un valor añadido, en sentido contrario al que ha querido adoptar en los Estados Unidos Donald Trump a lo largo de su (prácticamente) primer año de legislatura. Un presidente que, sin duda, seguirá dando juego a un septuagenario Neil Young a la hora de articular el contenido de nuevas canciones. No en vano, en tantos aspectos ese visitante procedente de Canadá representa su antítesis.    

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