Conscientes que Walt White (Bryan
Cranston) y Jesse Pinkman (Aaron Paul) habían adoptado un elevado protagonismo en
las dos primeras temporadas de Breaking Bad,
antes de seguir tentando a la suerte los guionistas de la serie adoptaron una táctica
fiada a la incorporación de hasta tres personajes a la primera línea del equipo
interpretativo. Sería el caso del miembro de la DEA Hank Schrader (Dean
Norris), el cuñado de Walt, del abogado Saul Goodman (Bob Odenkirk) y de Gustavo
Fring (Giancarlo Esposito) —inédito en la temporada 1 y la
2—, el doctor Mabuse de esa
organización de narcotraficantes que emplea su negocio del sector de la alimentación —bajo la denominación «Los
pollos hermanos»— en forma de tapadera. Gus Fring responde
al prototipo de hombre de negocios de excelentes modales, de trato exquisito,
pero que esconde una realidad siniestra. Su historia personal sufre un giro de
180º cuando el joven del que se ha responsabilizado de su educación y le aúpa al puesto de cocinero de su negocio
de fabricación de drogas sintéticas, es asesinado vilmente por parte de un jefe
de un cartel mexicano. Superando incluso
las expectativas marcadas tras el visionado de la segunda temporada, la tercera
juega sus mejores bazas al armar la serie de distintas líneas narrativas que
tensionan el ánimo del espectador, con el recelo que algunas de éstas, tarde o
temprano, deberán coincidir para resolver no pocos interrogantes. Sembrada de
pistas falsas cara al espectador (la última, la que se localiza en los dos capítulos
finales de la cuarta temporada, ambas dirigidas por el propio creador de la
serie, Vince Gilligan: el origen del envenenamiento de Brock Cantillo/Ian Posada, el hijo de corta edad de la
eventual pareja de Jesse tras la pérdida de Jane Margolis/Krysten Ritter), las
temporadas intermedias de Breaking Bad
responden, en parte, a estímulos afincados en los conceptos del police procedural donde Hank emerge conforme a una fuerza renovada, un Ave Fénix que logra
sortear la muerte de una forma un tanto “milagrosa” y que su rehabilitación física
deriva en un reforzamiento de su carácter obstinado y tenaz por seguir determinadas pistas
descartadas a priori por los mandamases de la
DEA. La parte deductiva gana la partida en
el fuero interno de Hank, elevándose uno de los personajes clave en el relato
de la temporada 3 y 4, al igual que Gus Fring y Saul Goodman, cuya dosificada
presencia en pantalla habla a las claras que los responsables creativos de Breaking Bad sabían que tenían un diamante
en bruto por explotar. Así lo entendieron cuando al encarar la recta final de
la serie certificarían de la existencia de un primer desarrollo de un spin-off titulado Better Call Saul (2015-16), eslógan de la empresa
de asesoramiento legal (sic) que administra, sacándose de la chistera un mar de soluciones cuando sus
clientes se encuentran acorralados por el fisco, son objeto de un chantaje o una extorsión, o se desenvuelven en una actividad
criminal no declarada. Bajo el
paraguas de la empresa de Goodman —todo
parece indicar que su apellido es un fake— un
avispero de clientes colocados contra las cuerdas, precisando una solución de
urgencia que, en el caso de Walt, pasa porque desaparezca su familia y él durante una larga temporada, además de solicitar que la DEA proteja las veinticuatro horas del día a Hank. Meditando
la solución que mejor sirva a sus intereses y a los de su familia Walt
concluye que debe decapitar al máximo dirigente de la organización de la que
forma parte. Breaking Bad vuela a
gran altura en los postreros capítulos de la cuarta temporada, no por
casualidad con Vince Gilligan al mando de las operaciones tras las cámaras. En
ese singular encaje de bolillos tras el capítulo donde varios de los jefes de
un cartel azteca caen fulminados al ingerir una sustancia tóxica
localizada en unas bebidas, Breaking
Bad robustece su pronunciamiento de thriller
que amaga hacia lo terrorífico cuando Gus Fring visita una residencia de la
tercera edad. Allí se desencadena una situación que supuestamente “libera” a
Walt y su familia de cualquier peligro. Evidentemente, Walt está lejos de poder
respirar con tranquilidad toda vez que al otro lado de la frontera se "cocina" una venganza con tintes sangrientos. En la quinta temporada tendremos la
respuesta.
Existe vida después del cine. Muchos me vinculan a este campo. Este blog está dedicado a mis otros intereses: hablaré de música, literatura, ciencia, arte en general, deportes, política o cuestiones que competen al día a día. El nombre del blog remite al nombre que figura en mi primera novela, "El enigma Haldane", publicada en mayo de 2011.
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