A lo largo de la segunda mitad del siglo pasado el mercado
editorial español sería capaz de asimilar numerosas publicaciones de Los últimos días de Pompeia (1834) bajo
distintos sellos. Al hilo de los datos que ofrece el Ministerio de Cultura, la última
de las ediciones servidas en lengua castellana sobre la novela de mayor arraigo
popular de Edward Bulwer-Lytton (1803-1873) data de 2003. Con el cambio de
milenio se iría abriendo el abanico de obras confeccionadas por Bulwer-Lytton
que trataban de buscar refugio fuera de la alargada sombra de Los últimos días de Pompeia que había
escrito a los treinta y un años. A lo largo de los cuarenta años siguientes, el
escritor británico daría acomodo a una extensa relación de narraciones cortas,
novelas y ensayos, labor que compartiría con su quehacer político. En ambos
frentes se movería Bulwer-Lytton mientras sus compromisos conyugales y
familiares caminaban con suerte dispar. Así, a finales de la década de los 50
del siglo XIX el temperamental Bulwer-Lytton crearía un relato circunscrito en
la época victoriana envuelta de espectros. Bautizada The Haunters and the Haunted, su título asimismo se conocería por The House and the Brain, cuya traducción
directa arrojaría el de La casa y el
cerebro (1859). Impedimenta confeccionaría a finales del pasado año otra vuelta de tuerca referida a su
adscripción a la literatura anglosajona al publicar La casa y el cerebro, en una edición que apenas se contabilizan un
centenar de páginas. Tamaño suficiente, en todo caso, para entender el porqué
Bulwer-Lytton exhibía músculo narrativo en una plaza ciertamente distinguida de
la época, la de un Londres arbolado de grandes talentos literarios entre los
que se cuenta por derecho propio su coetáneo Charles Dickens (1812-1870). La amistad
mantenida durante mucho tiempo entre Dickens y Bulwer-Lytton conllevaría que se intercambiaran
sus propios manuscritos antes de ir a imprenta. De tal suerte, por ejemplo, el
autor de Los últimos días de Pompeya
sugirió a Dickens un final alternativo para Grandes
esperanzas (1859). Lejos de mostrarse remiso a aceptar la sugerencia, Charles
Dickens accedió de buen grado a rectificar un final que, según la plana mayor
de analistas de la obra del famoso escritor, hacía justicia al desarrollo de la
narración. Curiosamente, Bulwer-Lytton lidió con el final de su propio texto The House and the Brain, ya que si bien
en su primera publicación en la "Blackwood ’s Magazine" —1859— se podía leer en su integridad, años más tarde
aparecería en el mercado una versión sustancialmente reducida. La “línea de
corte” la localizamos en el capítulo que arranca con un elocuente «Pero mi historia no
ha terminado...». Al parecer, según indica en la
introducción biográfica del personaje Arturo Agüero Herranz —a la sazón traductor a la lengua de Dámaso Alonso
de The House and the Brain—, Bulwer-Lytton
quiso evitar a toda cosa que se establecieran analogías entre este relato de
fantasmas y A Strange Story (1862), a
punto de ver la luz cuando su autor encaraba el cumplimiento de su sesenta
aniversario. Afortunadamente, la edición que nos ocupa cuenta con la integridad
del relato. Con todo, estamos ante un texto de poco más de ochenta páginas,
francas a ser degustadas, parafraseando a Ray Bradbury, mucho después de medianoche, en un horario donde los miedos
interiores alcanzan nuestro intelecto y nos dejamos abrazar por los dominios de
lo sobrenatural... En este sentido, La
casa y el cerebro cubre las expectativas, perfectamente encardinada en el
concepto de ghost story sostenida
sobre un discurso relativo a esa ciencia que busca respuestas sobre asuntos que
escapan a la comprensión. Una fenomología sobrenatural que recorre de principio
a fin un sustrato narrativo hilado con maestría por Bulwer-Lytton, sirviendo
para Henry James de interesante muestra para que varias décadas más tarde el
subgénero de fantasmas alcanzara uno de sus puntos culminantes con The Turn of the Screw (1898). Por aquel
entonces, el que fuera Barón de Lytton seguía encadenado, a efectos de reconocimiento popular, a Los últimos días de Pompeya. Aún
quedaba, pues, por ordenar su excelsa
colección de textos, desde la novela de anticipación The Coming Race (1871), traducida como La raza futura —constituida
en todo un referente para una organización secreta alemana, gérmen del
pensamiento (sic) ario— hasta Zanoni,
o el secreto de los inmortales (1842), un relato publicado por Valdemar en 2011. Una
editorial que, a buen seguro, aspiraba a registrar The House and the Brain en alguna de sus antologías integradas en
el fantástico. Nuevamente, Impedimenta anduvo diligente al incorporarla a un
catálogo que ya sobrepasa los cien títulos en algo más de seis años de
actividad frenética comandada con señorío por Enrique Redel. Todo un logro en tiempos de
crisis.
Existe vida después del cine. Muchos me vinculan a este campo. Este blog está dedicado a mis otros intereses: hablaré de música, literatura, ciencia, arte en general, deportes, política o cuestiones que competen al día a día. El nombre del blog remite al nombre que figura en mi primera novela, "El enigma Haldane", publicada en mayo de 2011.
miércoles, 2 de abril de 2014
«LA CASA Y EL CEREBRO» de Edward Bulwer-Lytton: MUNDO SOBRENATURAL EN LA ÉPOCA VICTORIANA
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