Contaba con
cuarenta y cuatro años cuando Henry Howarth Bashford (1880-1961) vio publicada
su primera y la que sería, a la postre, su única novela humorística. Pero tuvo
la “prudencia” de que su prestigio profesional —ejerció de doctor a las órdenes
del rey Jorge VI, además de ostentar el cargo de Asesor Médico del Tesoro de Su
Majestad— no se viera mancillado merced a una vena literaria encarada hacia lo
satírico. De ahí que optara por firmar bajo seudónimo, primero en su
Inglaterra natal, y repitiendo idéntica disposición cuando su novela Augustus Carp (1924) se publicaría en los Estados Unidos. Transcurridos casi cuarenta años desde aquel bautizo editorial, a Bashford le sobrevino la muerte y con ello su anonimato oscureció
para dar paso a un reconocimiento de su figura literaria. La curiosidad mórbida de Anthony Burgess propiciaría esta realidad tan ligada al oficio de escritor.
Una tienda de viejo permitió al políglota novelista, ensayista y compositor
británico ir al rescate de una edición de Augustus
Carp, sepultada entre infinidad de libros. A partir de entonces, saldría a
la luz el verdadero nombre del autor de este incunable, Henry Howarth Bashford,
que Ático de los Libros, en una operación que entraña cierto riesgo, acaba de publicar por
vez primera en lengua castellana, dando carta de naturaleza a una política de
recuperación de textos inéditos preferentemente de ámbito anglosajón. Con el afán
de rendir honores al verdadero descubridor de esta obra de cara a nuevas
generaciones y, a la par, servir a la noble causa de la promoción, Ático de los
Libros ha tenido la gentileza de bordar
el nombre de Anthony Burgess en el margen inferior derecho de la portada, justo
debajo de la frase que reza: «Una de las grandes novelas cómicas del siglo XX».
A tenor de la sentencia que hizo suya el
autor de La naranja mecánica, uno de
los escritores con una mayor formación intelectual de los que tengo constancia,
mi interés por Augustus Carp creció más
allá de sus premisas argumentales. Al cabo, una vez leída la novela en cuestión,
sorprende sobremanera que Bashford no hubiera seguido firme en su decisión de
cultivar un género que cuenta con una legión de practicantes en el Reino Unido
y que en los años de postguerra florecerían nombres de la importancia de P. D. Wodehouse, David Nobbs o Edmund Crispin, estos últimos recuperados por un sello
so british como Impedimenta. Allí
donde hubiera podido tener acomodo el nombre de Bashford, quien para Augustus Carp recupera ciertos modos y
costumbres literarios de la novelística del siglo XVIII, tomando el modelo, por
ejemplo, de Los viajes de Gulliver (1726).
Al igual que en la novela de Jonathan Swift (1667-1745), en el encabezado de
los capítulos de Augustus Carp se
despachan en unas pocas líneas, de manera telegráfica, los acontecimientos que
tienen lugar en la vida del protagonista. Lo contradictorio del personaje campa
a sus anchas en un relato de vidriosa comicidad, al amparo de un sentido tragicómico
por el que discurre cada una de las doscientas treinta páginas del presente
volumen. Asimismo, la novelística del siglo XVII alcanza a esa intermitente
interpelación que hace el autor a su público lector, buscando un amago de
comprensión en esa alma objeto de mofa fruto de su alicaída figura. Pasajes
de cierta hilaridad se combinan con un humor sutil, sibilino que, a veces, se
cobra a cuenta de referirse a las Sagradas Escrituras: «El resto de la carta,
de la cuál aún conservo copia, es quizá la denuncia más severa del carácter
femenino que se haya escrito jamás, con la posible excepción de algunos pasajes
del Apocalipsis (pág. 214)». En boca de un cristiano irreductible, este
Augustus Carp, la frase muestra hasta qué punto lo irreverente iría ganando
peso a medida que Bashford iba construyendo su relato.
Para aquellos devotos de la literatura de
calado humorístico británico, Augustus Carp deparará una velada de primera
magnitud, dejando tras de sí el interrogante que hubiera sido de Bashford de
haberse dedicado en cuerpo y alma a la gimnasia diaria de la escritura.
Ciertamente, Augustus Carp hubiera
sido el punto de arranque de una nueva vida profesional para Bashford pero
prefirió tomar un camino acaso más seguro.
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