lunes, 14 de junio de 2010

NEIL JORDAN EN «SCIFIWORLD» (JUNIO DE 2010, Nº 27)

Creo recordar que mi primer encuentro con el cine de Neil Jordan fue visionando un programa doble donde se proyectaba En compañía de lobos (1984), junto con El resplandor (1980). Sin margen a equivocarme la principal motivación de aquella doble oportunidad debió ser el film de Stanley Kubrick en tanto que adaptación de una novela de Stephen King por el que confieso me pasé una larga temporada familiarizándome con cada una de sus aportaciones indirectas a la gran pantalla mientras me enfrentaba a la lectura de algunos de sus textos —Carrie, Cujo, La zona muerta, Cementerio viviente, It, La larga marcha (bajo el pseudónimo de Richard Bachman), etc.—. Muy poco o nada podría decir por aquel entonces de Angela Carter, la coguionista y autora de tres de los cuentos —en el mejor de los casos, de la extensión de la mitad de un capítulo de una las voluminosas obras de Mr. King— en que se basa —al margen de La caperucita roja de Charles PerraultIn Company of the Wolves, incluidos todos ellos en la edición de La cámara sangrienta y otros cuentos (1979) a cargo de Minotauro. Es curioso que aquella sesión doble haya sido, en cierta medida, la semilla —seguramente había visto con anterioridad 2001: una odisea del espacio (1968) aprovechando alguna de sus múltiples reposiciones— de un libro consagrado a Stanley Kubrick (Dirigido por... Colección Serie Mayor nº 9, 1999) y ahora un extenso artículo sobre los films fantásticos de Jordan en la revista Scifiworld (junio 2010, nº 27). Además de En compañía de lobos el artículo en cuestión hace un análisis de la polémica en su día Entrevista con el vampiro (1994) e In Dreams (dentro de mis sueños) (1999), que adolece de una segunda parte consistente en contraposición con un arranque y una parte expositiva bastante interesante. A la espera de publicar pronto dentro de la misma revista el análisis de Ondine (2009), el último largometraje del cineasta irlandés antes de enfrascarse en la confección de un episodio piloto sobre la saga de Los Borgia, me satisface poder difundir el conocimiento de la obra de Neil Jordan. De todos los cineastas que surgieron en la década de los ochenta para adelante, Jordan ocupa un lugar preferente porque cumple un requisito fundamental: sus guiones presentan una robustez absoluta, en la mayoría de los casos satisfechos tras un proceso de encaje de relatos o cuentos cortos de raíz tradicional. En este aspecto, Jordan gana distancia frente a la plana mayor de sus colegas porque tiene un conocimiento enciclopédico de esa narrativa que ha cultivado como escritor, una faceta que ha quedado en una zona de penumbra o de pura opacidad incluso a los ojos de aquellos que le sitúan en el terreno de los directores más solventes del cine contemporáneo.
Después de En compañía de lobos he ido viendo cada una de las películas dirigidas y/o guionizadas por Neil Jordan de una forma algo atropellada, pero confiando que sobre una sólida base se asentarían propuestas de calado. El balance hasta la fecha es más bien favorable, e incluso advierto que en segundos o terceros visionados me ganan títulos como Juego de lágrimas (1992) o El buen ladrón (2002), en la que demuestra como ha llegado a dominar el lenguaje cinematográfico tomando como punto de partida Danny Boy / Angel (1982) —su bisoñez es ampliamente puesta sobre el tapete en una larga entrevista que se incluiría en Mis primeras películas (2001, Alba Editorial)—. En mi particular abecedario sobre cine, pues, no falta en la «J» Jordan, de nombre de pila Neil como otro gigante con pies de hierro. Si los hados le son favorables, creo que Neil Jordan en un futuro cercano o lejano, tiene acceso a rodar una obra maestra. De momento cuenta con algunas grandes películas —las citadas Juego de lágrimas y El buen ladrón—, un amplio muestrario de buenas películas y unos cuantos títulos que no llego a entender cómo se involucraría en los mismos —encabeza este deshonroso ránking la lamentable El hotel de los fantamas (1988)—. Mención aparte merece para un servidor En compañía de lobos, ejercicio de licantropía sublimado por un efecto hipnótico al que no sería ajeno la partitura de George Fenton, un compositor británico admirable. Sin duda, esa impresión debió calar en mi ánimo a la salida de aquella vespertina sesión en un cine sito en las proximidades del instituto de L’Hospitalet de Llobregat donde cursé estudios medios. Long time ago...

2 comentarios:

Unknown dijo...

Creo que Neil Jordan no tiene el reconocimiento que se merece. Todo se andará. Una de mis favoritas es "Desayuno en Plutón" (me gusta el glam y Cillian Murphy, con esa enigmática cara) junto a "Amor a una extraña" y "El fin del romance" (sublime la banda sonora de Nyman). En fin, sirvan estas líneas -y el artículo en "Scifiworld"- para reivindicar a Neil Jordan.

Christian Aguilera dijo...

Hola Antonia:

Los films que citas lo situarían en ese "pelotón" de buenas producciones que ha rodado Neil Jordan. Curiosamente, "Desayuno en Plutón" se estrenó en el estado español prácticamente el mismo día que Plutón dejaba ser considerado un planeta por un comité de científicos. Respecto a la música de Michael Nyman quizás sea lo mejor que haya escrito para cine, aunque su gran obra siga siendo su banda sonora para "Gattaca". Celebro coincidir contigo con la reivindicación a Neil Jordan e invito a todos aquellos que tengan el buen cine entre sus preferencias.

un saludo,

Christian Aguilera