Ávida lectora, Isabel Coixet
hace algo más de un lustro adaptó a la gran pantalla La librería,
la novela corta de Penelope Fitzgerald (1916-2000) que alcanza, a día de
hoy, su décimo quinta edición a cuenta del sello Impedimenta. Dentro del mismo
catálogo de la editorial madrileña, no me cabe duda que Coixet ha reparado en
otro nombre propio de escritora inglesa, el de Claire Fuller (n. 1967), cuyo
repóker de novelas publicadas hasta la fecha dan la medida de una prosista de
primera categoría, además de ser poseedora de propuestas que pivotan sobre
personajes femeninos afectados, por lo general, de una dificultad de comprender
el mundo que les rodea. A veces lo hacen, como el personaje de Jeanie en Tierra
inestable (2021), desde una marginalidad que razona en tiempos de la
realidad del siglo XXI, a modo de botón de muestra de la dificultad de
sobrevivir en un mundo hostil al albur de la problemática ligada a la
precariedad laboral, el cambio climático o de la carestía de la vida, Para su
siguiente novela, La memoria de los animales (2023) opera desde
planos temporales distintos, al igual que en Swimming Lessons
(2017), pero con la particularidad que el pasado de la «heroína» de la función
literaria —Nefty— es evocado desde un pasado representado a través del filtro
de los recuerdos. Una vez más, en la obra de Fuller se dan cita relaciones
paternofiliales trenzado de un sentimiento ambivalente, en ocasiones servidos
en un tono de reproche y en otras con apremio a la disculpa o la indulgencia. Claire
Fuller, atenta a la realidad de nuestro tiempo, ha creado con La memoria
de los animales una de las primeras novelas de verdadero empaque recreadas
en el marco de una pandemia, a imagen y semejanza a la vivida con la COVID-19,
y que puso en jaque al mundo a lo largo de un trienio, el comprendido entre
2020 Y 2022. No obstante, Fuller desborda semejante espacio temporal en que la
humanidad entra en una fase crítica dada las elevadísimas tasas de mortalidad
ofreciendo una visión un tanto apocalíptica, y deja que buena parte del relato transite
por los recuerdos de infancia y de adolescencia de la protagonista, en tierras helenas.
Ello sirve en bandeja el ir hilvanando un relato en que vuelve a aflorar en la
literatura las complejas relaciones entre padres e hijos, que ya habían tenido
acomodo por primera vez en la opera prima de la escritora, Our Endless
Numbered Days (2015), de la que IMpedimenta anuncia edición en español presumiblemente de cara al próximo año.
Haciendo gala de un proverbial uso de un
lenguaje abonado a una descripción minuciosa, acaso puntillistas de cada uno de
los espacios por donde se conduce el personaje de Nefty, quien coincide con el
Doc de Cannery Row (1945) de John Steinbeck en compartir la
condición de biólogo marina. Una formación que representa una rara avis (más
allá de los márgenes de la ciencia-ficción o de la fantaciencia) dentro de la
literatura universal y que da pie a desplegar un particular animalario, en que
gana prestancia un pulpo con resabios de «mascota» a los ojos de Nefty, una
auténtica autoridad en el conocimiento de esta especie con capacidad de (auto)regenerar
partes de su anatomía. Por su parte, los tentáculos de Fuller se posan
para su quinta novela en un tipo de literatura con una formulación de distopía,
aunque más alineada con un pronunciamiento metafórico, a juego con el título que
luce en una de las portadas más bellas servidas por el sello Impedimenta,
cortesía de Lisa Ericson.
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