domingo, 6 de noviembre de 2016

«AUTOR SOLARIS» (2016): MEDIOMETRAJE DOCUMENTAL SOBRE STANISLAW LEM, UN «PROFETA» DE NUESTROS TIEMPOS

   
Mi afición por la lectura en realidad se inició al concluir los estudios medios en el instituto, antes de ingresar en la Universidad. Nunca llegaron a interesarme demasiado esas lecturas obligatorias en el instituto, teniendo el pálpito por aquel entonces de que quedaban obras veladas a nuestro conocimiento que podrían multiplicar exponencialmente la atención por la letra escrita en un texto, pongamos por ejemplo, de ciencia-ficción. Sin duda, ese sería el género preferido en mi despertar como lector, frecuentando a partir de mediados los años ochenta librerías de Barcelona en que reservaban un amplio espacio al género en cuestión. Entre mis primeras adquisiciones recuerdo que me hice con un ejemplar de Solaris de Stanislaw Lem (1921-2006), presumiblemente después de asistir a una proyección en la Filmoteca de la Generalitat de Catalunya de su versión cinematográfica homónima, filmada por Andréi Tarkowski en 1971. Entre ciertos círculos de aficionados a la literatura de ciencia-ficción Lem ocupaba un lugar preponderante dentro de un imaginario «Panteón» de escritores consagrados al género. Bien es cierto que tras la lectura de Solaris (1962) y algunos textos sueltos en forma de ensayos de Lem, me decanté por proseguir la senda de otros autores que quizás me resultaran más “accesibles”. En cualquier caso, la necesidad por saber más sobre un escritor polaco que “competía” en cifras de ventas con sus colegas de profesión del mundo anglosajón nunca ma ha abandonado. Así pues, al leer la programación de la Filmoteca de la Generalitat de Catalunya la misma entidad publica (pero en una sede distinta) que me abrió las puertas al conocimiento de la obra de Lem vía adaptación cinéticaprevista para el mes de noviembre de 2016 reparé en la proyección de Autor Solaris, fechado ese mismo año y que, por tanto, parecía la oportunidad pintiparada para asistir a uno de los escasos pases del documental en cuestión celebrados en una sala de cine fuera de las fronteras polacas. A juzgar por las palabras de las personas que se encontraban en la mesa para presentar el film (incluidos su director Borys Lankosz, su guionista Wojciech Orlinski y el gran experto en su obra Stanislaw Beres, quien aparece en distintas fases del documental) y celebrar un coloquio a posteriori con el público asistente, el día 4 de noviembre de 2016 representó una de las primeras citas de Autor Solaris frente a una sala cinematográfica que dejaba pocos asientos libres, algo que evidentemente me complació.
    Requerido de tres países para la financiación Francia (a través del canal ARTE), Alemania y Polonia de un presupuesto más bien modesto (cien mil euros) incluso tratándose de un documental con una duración propia de un mediometraje, Autor Solaris traza una panorámica personal de Stanislas Lew ligada a la propia historia de Polonia contemporánea con dos fechas clave en la misma: 1956 y 1968. En este intervalo de tiempo es precisamente donde se acomoda la producción literaria más fértil de Lem, aquella capaz de proyectarle a un escenario de popularidad ni tan siquiera remotamente imaginado por él mismo. Una popularidad entendida por su condición de escritor cuya obra se ha traducido hasta la fecha a cuarenta y un idiomas y la cifra de ventas en total se eleva por encima de los treinta millones de ejemplares. Estos datos se recalcan de manera particular en el arranque del documental, una forma de marcar la pauta del interés que pueda generar un autor que hizo de su vida privada un fortín inexpugnable a los medios de comunicación, ociosos de entrar en el detalle de una existencia volcada en el continuo aprendizaje de materias muy diversas del ámbito de la ciencias, con especial propensión por las nuevas tecnologías. Ateísta por convicción, Stanislas Lem practicó una clase de literatura que llamó a la indiferencia y/o a la incomprensión de muchos en su país de origen del que siempre se mostró ligado. Solo lo abandonó durante unos años para residir en Alemania y Austria, pero con la convicción que regresaría algún día. De hecho, durante su destierro se iba edificando una vivienda que había comprado con los beneficios generados por la venda de derechos de sus libros y la traducción a un sinfín de idiomas en este sentido, tuvo pocos competidores entre los de cuerda literaria, señal inequívoca que había vislumbrado la vuelta a su Polonia natal, allí donde sería saludado conforme a una de sus más grandes pensadores una vez se produjo el deshielo en los estertores de la Guerra Fría. En el documental de marras se habla de Lem en términos de «profeta». Lo es óbviamente no el sentido religioso o místico, sino el inherente a un visionario de un mundo que él había imaginado y plasmado en el papel y que, al cabo, se tradujeron al plano de la realidad, caso de no pocos asuntos que comprometen al espacio tecnológico donde hemos quedado atrapados en la era de internet. Es por ello que en un breve espacio de tiempo retomaré la lectura de la obra de Stanislaw Lem, una asignatura pendiente que llevo arrastrando desde hace demasiados cursos. Una vez concluida la inmersión en la literatura de Lem espero tener plaza en ese congreso de futurología para poder confrontar con conocimiento de causa las claves de la obra de un profeta de nuestros tiempos cuyo cuerpo expiró hace diez años pero que su alma literaria (la que infunde el valor de la (re)lectura de textos de carácter reflexivo y/o filosófico en que abundan las referencias a la ciencia) está lejos de desaparecer para siempre.      

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