miércoles, 22 de mayo de 2013

EL AÑO QUE VIVIMOS PELIGROSAMENTE: LA «DEFUNCIÓN» POLÍTICA DE MARIANO RAJOY


Hasta hace relativamente poco tiempo la denominada prima de riesgo no formaba en el abecedario de las vidas del común de los mortales de nuestro país ajenos al mundo de las finanzas. Pero de cara a los políticos que rigen los destinos del estado español es un factor que, dado el caso, tratan de "rentabilizar" a su favor para enmascarar una crisis galopante de la que no sabemos, a ciencia cierta, si hemos tocado fondo o simplemente estamos atrapados en una suerte de “fosa abisal” desde cuya base, al elevar la mirada, no acertamos a vislumbrar una luz para la esperanza. Al acercanos al ecuador de la primera legislatura de Mariano Rajoy tomamos conciencia más que nunca de la sensación de desgobierno con una cúpula dirigente instalada en una errática política que parece haber sido diseñada por el peor de sus “enemigos”. Rajoy y sus acólitos se aplican en malabares para hacer creer a la población de los beneficios de una reforma del mercado laboral que no obtiene los frutos esperados, promulga la ley Wert de educación que deviene todo un tratado de confrontación con la plana mayor del sector de la enseñanza puesto en pie de guerra, y desde sus “cuarteles” teñidos de color azul formalizan un canto a la estupidez supina con iniciativas legislativas que amparan la bondad de una lengua autóctona Lapaoen una muestra de pura ilusión, cuando no invención, de un sentimiento nacionalista supuestamente soterrado en la comunidad aragonesa. Y todo ello con el run run de fondo del caso Bárcenas y la trama Gürtel, emparentados por lo que todo indica se trata de una de las tramas con una disposición radial más extendidas que jamás se han dado en el estado español con la connivencia del poder político, económico, financiero e institucional. En estas aguas putrefactas se mueve Mariano Rajoy, incapaz de salirse de su discurso que repite cuál mantra, apelando a la sensatez y el sentido común. En el horizonte del año 2015 se sitúa la reactivación económica del país, según las estimaciones de un gobierno que se siente desbordado por los acontecimientos, con los men in black llamando a las puertas de forma persistente. Esa es la tesis que manejan una vez realizadas las reformas estructurales dictadas desde Berlín y Bruselas. Pero, se ofrece una pregunta pertinente: ¿y si en lugar de esa estimación de signo ligeramente optimista la situación sigue en caída libre y el país se enfila al 30% de parados, con la mayoría de los negocios de las pequeñas y medianas empresas quebrados y con un país al borde de la fractura social? Ya pocos parecen creerse las predicciones de un gobierno que sabe de antemano que su fracaso en la reactivación económica es un clamor cuyo estruendo llega hasta la confines de Alemania. Para ser justos, buena parte de esa culpa cabe imputarla a la nefasta herencia socialista pero también a esa locomotora teutona que repite la táctica de un funesto pasado en que sometía a los países de su entorno a leyes de estrangulamiento fiscal y económico, en su perenne necesidad de considerarse un país modelo, que mira al resto de Europa por encima del hombro. En este contexto, por tanto, se entiende que José Maria Aznar haya movido ficha y en su aparición televisiva el día 21 de mayo, en los platós de Antena 3, dejara constancia que si hay un “salvador de la patria” es él, desaprobando la acción de un gobierno que hace oídos sordos a su propio programa electoral. Veremos en los próximos días, semanas o meses cómo algunos barones y no tan barones del PP se desmarcan de las políticas emprendidas por Mariano Rajoy y su equipo, pero en su sentido contrario se mostrará aún más a las claras el enrrocamiento de los que juran lealtad a la figura del presidente de origen gallego, esto es, María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. Para éstas el poder las ciega y su capacidad de autocrítica anda por niveles subterráneos. Como me refería en un anterior post, la herencia dejada por Rajoy, a quien vaticino serias dificultades para concluir la legislatura, ha mejorado, por comparativa, sustancialmente la de José Luis Rodríguez Zapatero, quien ostentaba el triste honor, según mi opinión, de haber sido el peor presidente de nuestro país a lo largo de los treinta años de Democracia que nos contemplaban hasta esa fecha. Cuando el sentimiento de la esperanza se ausente del rostro de una parte considerable de los votantes del PP al calor de una realidad que amaga hacia el precipicio entonces aparecerá en el escenario el “ángel salvador”, José Maria Aznar, cumpliendo un "mandato divino" más propio de un emperador romano que de un político que estuvo en el momento y en el lugar oportuno cuando Manuel Fraga decidió cuál sería su relevo natural. Será entonces cuando los independentistas catalanes creerán que se les abre el cielo, reclutando entre los escépticos y/o los indecisos el número de votantes necesarios para proclamar un supuesto estado soberano. De igual manera, el nacionalismo español encontrará nuevos aliados. Fuegos que se retroalimentan en un panorama de una península ibérica desoladora que se sostiene con alfileres, aquellos manejados por el poder oligárquico germano con Angela Merkel paseándose por los lands con aire majestuoso, dejando entrever una extraña sombra en la base de su nariz.

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