domingo, 10 de julio de 2011

MADE IN SPAIN: UN MUNDO APARTE, EN LA BANCARROTA DEL SENTIDO COMÚN

El otro día paseando por las inmediaciones de la Plaça Catalunya, en la víspera que los últimos acampados del movimiento de los autodenominados indignados abandonaran ese punto neurálgico de la Ciudad Condal, unos turistas tomaban fotos centrando el objetivo en aquel espacio reivindicativo, repleto de proclamas antisistema. Estuve en un tris de decirles que esa no era la imagen que debía quedarse de Barcelona, de Catalunya o de España en general. «Menudo reclamo turístico», razoné. Pero luego corregí mi propio pensamiento para concluir que este país vive instalado en una especie de limbo del absurdo, una perenne esquizofrenia (retro)alimentada por un estamento gubernamental y por unas leyes que claman al cielo… de la lógica.  Tenemos una extraña habilidad por copiar las cosas más absurdas, non sense de otros países e integrarlas a nuestro, ya de por sí, rico patrimonio en que brilla por su ausencia el sentido común. Veamos. Los gobiernos de turno se gastan un dineral en campañas antitabaco, promueven una ley antitabaco que ha tenido aplicación en la presente legislación bajo la égida del PSOE (Partido Socialista por decir algo—Obrero –ídem—Español)… pero el estado sigue recaudando dinero a mansalva de un impuesto que grava los productos que tiene más salida en los estancos. Otra. Se trata de fomentar el coche eléctrico con un plan ambicioso que habla de unas predicciones de tener en el mercado un parque x de automóviles con estas características con la intención de ir restando cuota de mercado a los que funcionan con gasolina o gasoil. Pero el estado no reniega de los ingresos de los impuestos que gravan el carburante. ¿Cómo se van a lanzar a la aventura incierta del coche eléctrico (el litio no se encuentra de una manera fácil en la Madre Naturaleza) si tienen garantizados millones de euros en virtud de esos impuestos indirectos que gravan el consumo de carburante? Seguimos. Hemos pasado de 120 a 110 Km de velocidad máxima en autopistas y en autovías durante unos meses para reducir el consumo de gasolina y gasoil dado que el precio del barril de Brent se había disparado. Una medida de ahorro esgrimían los responsables de tal medida. Una de las consecuencias de esta reducción de velocidad ha comportado una reducción significativa de muertos en carretera. Pues nada. Vuelta a los 120 Km porque más o menos muertos no cuenta; lo que manda son otras consideraciones de mercado. Nos vamos a la harina idiomática. Para un país con cuarenta y siete millones de habitantes recibir cincuenta millones de visitantes anuales no es un mal dato; nos sitúa entre las naciones que acogen más turismo del mundo. Pues entonces ¿cómo se entiende que tengamos uno de los índices más bajos de personas que hablen en inglés, por no contar el francés o el alemán? Bueno, pues la explicación se puede entender fácilmente atendiendo a que la riqueza idiomática más que un factor positivo, enriquecedor se traduce en un arma arrojadiza. Algunos razonarán que nos debemos guiar por cuestiones prácticas y que el catalán o el gallego, casi mejor dejarlo para otra vida. Estos mismos luego demuestran tener un inglés en que se conjugan menos verbos que en la escuela de los Pitufos. To Be Or not to Be…. That’s the Question. Hablando de escuelas, se busca poner remedio al elevado índice de fracasos escolares. Todos los especialistas en este ámbito apuntan a que la comprensión lectora es fundamental. Pues empiecen por descartar a aquellos aspirantes a profesores que no les gusta leer. Si, si, les da pereza leer. Me conozco unos cuantos y lo dicen convencidos que eso debe ser percata minuta. Luego no pidamos peras al olmo. Me sobrevienen un montón de ejemplos más, pero me quedo por último con el asunto que se cuece al destaparse el entramado de corruptelas generadas en el seno de la Sociedad General de Autores Españoles (SGAE). El día después de celebrarse las elecciones en este organismo ya centenario se han ido procediendo a detenciones y/o inculpaciones con cargos penales a algunos miembros de la cúpula directiva de la SGAE con Eduardo "Teddy" Bautista a la cabeza. Ya se sabe que ser de izquierdas e ir de creador por la vida es todo uno. Entre los más de cien mil socios de la SGAE, con filiación comunista, anarquista y socialista habrá unos cuantos. Pues nada, solo tienen derecho a voto unos ocho mil. A eso le llamo”democracia participativa”. Eso sí, votan los que más recaudan para el SGAE. Aún hay clases, ¿verdad Víctor Manuel y Ana Belén, estandartes de la causa comunista en territorio ibérico? Mientras los violines de El Padrino de Nino Rota suenan a todo trapo al evocar el «santuario» de los José Luis Rodríguez Neri, Bautista y compañía, sigo creyendo que este país tiene una solución muy compleja. El sentimiento ambivalente se apodera de un servidor. Esperemos que algún día el panorama cambie y se pueda leer en las principales plazas públicas de nuestras ciudades una apelación expresa al “sentido común”, una vuelta al orden natural de las cosas. Un regreso a los principios que regían los destinos de la Grecia clásica, no la del país heleno devaluado por el caldo de cultivo del clientelismo (municipalista, gubernamental, etc.) y de corrupciones administrativas registrado en los últimos lustros que les ha situado a las puertas de la bancarrota. Hace tiempo, por nuestra parte, que España ha entrado en la bancarrota, pero la de la lógica y el sentido común. Que nos rescate la cordura, con apelación expresa a nuestra clase dirigente, no estará de más. Digo.

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