Después de la deliciosa lectura que procuró a un buen número de habitantes del estado español Caída y auge de Reginald Perrin en
lengua castellana el año pasado el guante estaba lanzado. Impedimenta lo ha recogido para este último
tramo de 2013 en forma de segunda entrega de las andanzas de Reginald Perrin.
Como señala Kiko Amat en su prefacio, la lectura de El regreso de Reginald Perrin (1977) guarda estrecha relación con
el contenido de la obra seminal, y por ello es aconsejable “visualizarlas”
conforme a un díptico indisociable. Han transcurrido varios meses entre la
lectura de una y otra novela. De por medio he asaltado otros textos literarios, pero no me han hecho distraer la
atención al tomar contacto de nuevo con el universo de Perrin. Amén de la huella que me dejó la lectura de Caída y auge de Reginald Perrin, ello se debe a que
en mi subconsciente perdura aún la poderosa imagen de Leonard Rossiter, con esa
figura encorvada (su correspondencia animalesca sería la de un cuervo) que
trata de sacudirse una existencia de
la que abomina, llevando a cabo un negocio suicida que inopinadamente se
traduce en un boom de ventas, computando en el registro mercantil una franquicia de lo más rentable. Es precisamente
esa secuencia temporal de la volatil
existencia de Reginald Perrin la que se ha enquistada en mi memoria toda vez
que vi a mediados los años ochenta la serie de la
BBC C aída y auge de Reginald Perrin. Allí donde
el bueno de Perrin contempla un negocio cuyo señuelo no es otro que ofrecer
basura, cosas inservibles, a un precio que dista de traducirse en módico. Aros
cuadrados, saleros sin agujeros, semillas que no se pueden plantar... todo lo
absurdamente imaginable está recogido en el catálogo de la tienda Basura que
acaba convirtiéndose en un franquicia de tal magnitud que los programas de
sobremesa de ámbito nacional se rifan la presencia de su creador en los platós.
A cada página leída se nota que el inglés David Nobbs (1935, Orpington, Kent) estaba rodado tras la publicación
de la primera novela sobre el personaje en cuestión y parecía perfectamente
consciente que tenía ante sí un filón por explotar. Sin tiempo a saborear la
recompensa económica, ligada a la satisfacción personal (hasta entonces parecía
resignado a que su talento natural podría caer en el más sordo de los olvidos),
le hizo meterse en harina y librar el manuscrito de la segunda parte en 1976,
justo un año después de la publicación de Caída y auge de Reginal Perrin. Por ello
se percibe que El regreso de Reginald
Perrin fue gestada conforme a una obra en continuidad, cuyo impulso
creativo no se detuvo con el ardid que el ex empleado de la fábrica Lucisol
ideara su desaparición para luego volver "a la vida" con otras identidades, a cuál
más esperpéntica, absurda o descabalgada de la realidad mundana que le circunda. Mas, Nobbs se reservaría para la segunda entrega
una idea que calzaría a la perfección con su manera de contemplar una sociedad
capaz de imbuirse de un consumismo destilado de una enfermiza pasión por lo
accesorio. En su metáfora sobre la sociedad británica de su tiempo preñada de
una mirada harto irónica y de puro vitriolo, Nobbs borda un relato que enfatiza
los aciertos de su obra precedente e incluso, merced a la evaluación de algunos
tramos (el de la arenga fastizoide del propietario de un pub es desternillante por lo desquiciada de la misma) la podríamos situar un peldaño por encima en su cómputo literario en
relación a Auge y caída de Reginald
Perrin. Impedimenta ha vuelto a confiar en Julia Osuna Aguilar para la
traducción de un texto que corrige al alza el número de expresiones en que
inevitablemente cabe tirar del refranero español para que el lector acabe "empatizando" si sabe aún más con las vicisitudes de Reginald Perrin. Éste será coronado entre los emprendedores de las
Islas Británicas merced a un negocio, a priori, condenado a convertirse en
pasaporte directo para hacerse el harakiri.
No hay mejor antídoto para entender el mundo que nos rodea en la actualidad —en muchos sentidos, un calco de esa sociedad británica
de los años setenta descrita por Nobbs con su habitual finura expositiva— que el humor y, en particular, el británico. Un
humor, el practicado en las Islas Británicas, cuyo principio activo (léase
sustancia granulada) se toma disuelto en agua y se ingiere de un trago largo. Pero en el fondo del vaso sedimenta esa
sustancia y se hace perenne en el recuerdo. Ese mismo símil vale para El regreso de Reginald Perrin, una obra
que de no contar con un precedente de la categoría de Caída y auge de Reginald Perrin sería saludo como una de las piezas
esenciales de un espectro literario que al cabo de los años dominaría la voz de
Tom Sharpe. Poco antes, sin embargo, la de Nobbs se dejaría sentir con fuerza
en virtud de la creación de un personaje, el de Reginald Perrin, que tiene
entrada propia en el acervo popular british desde que su desencajada figura
se desprendiera de las páginas y volara a través de la imaginación de
multitud de lectores que se sentaban frente al espejo de sus propias
realidades. Algunos de ellos deberían recordar frases del estilo —tal como reproduce en su prefacio Amat— Why be happy when you can be
normal? («¿por qué ser feliz cuando puedes ser normal?») pronunciadas por madres
(sobre)protectoras. Una “normalidad” que, como a un calcetín, Reginald Perrin
le da la vuelta en aras a perseguir un ideal de felicidad y, por consiguiente, pisa el acelerador por una autopista cuya única salida da al
mar. Ese mar que servirá de escenario para trazar un plan maestro con
arreglo a reinventarse y así evitar que la llama del personaje no acabe consumiéndose.
Ciertamente, el placer de la lectura de una tercera entrega, la de The Better World of Reginald Perrin (1978) a cuenta de Impedimenta nos
aguarda esperemos que al vencer un nuevo año. Entretanto el septuagenario Nobbs debe sentirse congraciado desde su
retiro dorado en North Yorkshire que
una modesta editorial (grande en cuanto a un primoroso catálogo que ha superado el
centenar de títulos) haya tenido a bien extender sus redes sobre una suerte de
tetralogía, cuyas dos primeras partes alcanzan un magisterio difícil de
soslayar para los amantes de la literatura británica de humor de tonalidades
agridulces espolvoreada de una estraña melancolía.
Existe vida después del cine. Muchos me vinculan a este campo. Este blog está dedicado a mis otros intereses: hablaré de música, literatura, ciencia, arte en general, deportes, política o cuestiones que competen al día a día. El nombre del blog remite al nombre que figura en mi primera novela, "El enigma Haldane", publicada en mayo de 2011.
domingo, 10 de noviembre de 2013
«EL REGRESO DE REGINALD PERRIN» (1977) de David Nobbs: ORDINARIA LOCURA (2ª entrega)
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