Agosto de
2013. Un nuevo curso político se avecina. El PP, el partido instalado en el
gobierno con mayoría absoluta encara la segunda parte de la legislatura con numerosos
frentes abiertos que pasan por la reforma laboral (susceptible de una serie de
cambios en virtud de que los resultados distan de ser los óptimos), la
educativa, la sanitaria (que han puesto en pie de guerra a ambos sectores), y la
declaración de soberanía de Catalunya, en que el próximo 11 de septiembre se
marcará un nuevo punto de inflexión. Es un país que “arde” por los cuatro
costados, pero el gobierno espera que los datos del turismo y de las
exportaciones apaguen un fuego que ha
calcinado la vida de muchos de
nuestros conciudadanos por mor de ese factor abrasivo que representa el poder
de una banca que ni siente ni padece; únicamente se guía por el señuelo del «Dios»
dinero y deben rendir cuentas a esas cúpulas directivas que viven instalados
desde hace tiempo en sus particulares «Elysiums». En este panorama de
turbulencia social, política, económica y financiera por el que transita el
estado español, Carme Chacón, ex ministra de Defensa con José Luis Rodríguez
Zapatero, ha diseñado una estrategia, una particular jugada maestra que busca
un objetivo a medio plazo con arreglo a unas aspiraciones políticas que no
tienen coto. Un ardid que parece jugar al despiste, hiciéndonos creer que su
temporal abandono de la actividad política dejando su escaño de diputada
obedece a una llamada a su “necesidad” de dar clases en Miami en una
prestigiosa universidad. Si fuera así, ¿por qué solo un año? Podría plantearse,
en función de cómo se sintiera en su regreso a la docencia, una línea de
continuidad y así orientar el curso de su vida hacia un nuevo estímulo
profesional que no pasara por la política, donde su imagen quedaría seriamente dañada
por su connivencia con las políticas emprendidas por José Luis Zapatero, de la
que no fue nada ajeno ese estratega en la sombra llamado Miguel Barroso, a la
sazón marido de la ex diputada catalana. Como tampoco ha sido ajeno Barroso en
esta jugada maestra perpetrada para sacar a su mujer de la tormenta política
durante diez meses, tiempo suficiente para que en el socialismo español se abra
un periodo de elección de candidatos para unas primarias donde debe salir el
aspirante a ocupar cargo en la
Moncloa si el descalabro del PP es lo suficientemente pronunciado
al albur de los escándolos suscitados por el caso Würtel, el caso Bárcenas y
una economía que se ve incapaz de aplacar unas cifras de paro que, en el menor
de los escenarios de verano de 2014, se estabiliza sin amago de remontar.
Miguel Barroso sabe, en definitiva, que la
medicina en materia de marketing de las empresas donde ha ocupado altos cargos,
asimismo se puede aplicar a su mujer. Con ello, Barroso & Chacón pretenden
presentar una candidatura de cara a las hipotéticas primarias de una mujer que
ha sabido labrarse un prestigio a escala internacional, manejándose con idiomas
en un centro docente de pedigrí (en una zona que el primero conoce francamente
bien; allí se sustanciaron algunos de sus negocios y se extendió su red de
contactos para saciar su ambición devoradora) y ofrecen una imagen de renovación.
La antítesis de lo que representa Alfredo Pérez Rubalcaba, la vieja imagen
del aparato del PSOE, en la frontera de la jubilación y con demasiadas tablas, pero carcomidas por sus reiteradas presencias en las cúpulas de mano de
los distintos gobiernos socialistas desde la etapa de Felipe González. Pero
existe una duda razonable si semejante estrategia dará sus frutos en virtud de
si Rubalcaba, astuto como pocos, nombra un delfín
para que, en vistas del descalabro que se anuncia en el horizonte de un otoño
caliente sembrado de huelgas desde distintos flancos de la sociedad –amén de
esa marea verde cada vez más visible
en las plazas públicas y en las calles de nuestro país– y empieza a mover
ficha. Entonces, habrá posicionado a su candidato, alguien que haya exhibido un
perfil de fidelidad y se haya mostrado especialmente activo en el combate “cuerpo
a cuerpo” con los altos mandos del PP y de un Mariano Rajoy que, ni por asomo,
repetirá en los próximos comicios electorales. Su propósito no va más allá de
concluir una primera legislatura. En él muchos reconocerán el ángel redentor de
un socialismo demasiado resabiado de alguien como Chacón, cuyos hilos sigue
moviendo ese siniestro individuo llamado Miguel Barroso. Ya sin el apoyo de José
Antonio Griñán, el aún presidente el PSOE salpicado por escándalo de los ERE en
Andalucía, y de la plana mayor del PSC (Partit dels Socialistes de Catalunya) con Pere Navarro al frente, que no comulga con sus tesis de pedir ni tan siquiera un referéndum para la
soberanía de la autonomía donde ella nació, Carme Chacón buscaría el voto de
esas nuevas generaciones de socialistas para que comulgaron con ruedas de
molino…Un molino cuyas aspas se mueven sin cesar gracias un viento proveniente
de la costa sur de los Estados Unidos y que tiene visos, según las predicciones
metereológicas de Miguel Barroso y Carme Chacón, de convertirse en un vendaval
de renovación de progresismo por su paso por la península ibérica.
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