Sábado noche del día 13 de julio de 2013. En una de esas salas que para
un servidor llevan camino de resultar entrañables, la de los cines Méliès,
recupero en compañía de Esther un título que me llamaba la atención por la
peculiaridad del personaje sobre el que pivota Searching for Sugar Man (2012). Oscar al Mejor Documental en la
pasada edición de los Oscar, la propuesta orquestada por el sueco Malik
Bendjelloul tributa en ese espacio que mixtura patrimonio musical y recorrido
por una figura errática cuyo talento estuvo reñido durante un largo, casi
eterno periodo del relato, con la realidad de una industria discográfica que lo
“fagocitaría” de la carrera artística con arreglo a unas irrisorias cifras de ventas
de sus dos únicos discos grabados en estudio. Convertido en un valor residual de la Industria , Sixto
Rodríguez (1942, Detroit, Michigan), lejos de buscar amparo en labores de
productor musical —una de las salidas más
plausibles cuando no sonríe la suerte en tareas de cantante y/o compositor— para grupos o solistas de una nueva hornada, se cobijaría en realizar distintos
cometidos dentro de la construcción. Con la misma modestia que razonaría sobre
la volatilidad que embarga al artista musical, Sixto se replegaría hacia esos
“cuarteles de invierno” en forma de reparaciones varias para un
sector especialmente sacudido por la crisis al cambiar de centuria. Allí obtuvo
su supervivencia laboral y, a la postre, garantizar la manutención de una prole
compuesta por su mujer y sus tres hijas, Eva, Regan y Sandra Rodríguez. Ellas son algunas
de las protagonistas que desfilan por el documental de Bendjelloul, recalcando
la hija mediana Regan de que, a pesar de las penurias económicas, Sixto las
alentaría en el conocimiento de la cultura, visitando museos, bibliotecas y
pinacotecas localizadas en la ciudad de Detroit. Trazas de una humanidad que se
va colando en cada uno de los fotogramas de este Searching for a Sugar Man, configurado en su arquitectura visual a golpe
de trávelings laterales que recorren esos ambientes marginales de Detroit donde
la guitarra y la voz de Sixto se podían oír en algunos de sus garitos. Unas
composiciones que operan a pie de obra, de aires de dylanianos, incapaces de someterse al dictámen de las modas. De ahí
que las letras de Cold Fact (1970) y Coming from Reality (1971) sigan
mereciendo el favor del aficionado del siglo XXI, la de un registro intemporal
que parecía, paradojas del destino, haberse borrado de no haber mediado el “milagro”
del (re)descubrimiento de su música en Sudáfrica en periodo finisecular. La
coyuntural cultural, social y política propiciaría que temas como “I Wonder”
alcanzaran categoría de himnos entre la juventud sudafricana preferentemente de raza blanca. El
insignificante peón de la música pasaría, pues, a convertirse en ídolo de
masas, pero todo ello no comportaría que su nivel de vida sufriera una radical
transformación. Sixto llegaría a vender más de medio millón de copias de sus
discos, pero los suculentos dividendos generados con semejantes cifras no
tuvieron traducción en sus bolsillos. La indignación no se apoderaría de él; más
bien, su temperamento calmo le llevaría a vivir esos momentos mágicos en Sudáfrica,
sin reparar en la posibilidad de un comeback que certificara la categoría de
sus primeros trabajos discográficos. Searching
for a Sugar Man preserva el carácter indómito, enigmático, harto singular
de Sixto Rodríguez, quien una vez se apagaron los ecos de su experiencia
sudafricana, regresaría sobre sus propios pasos a su Detroit natal, viviendo en
la frontera de la exclusión social. Un musicólogo con hechuras de investigador
le siguió la pista hasta las confines de la ciudad de Detroit. Él no había
muerto como algunas especularían al no saberse nada más de Sixto después del
fiasco comercial de Coming from Reality.
De esta forma, se levantaría acta de una leyenda que sigue entre nosotros,
buscando quemar sus últimos años sobre los escenarios —hace pocas fechas visitó el Poble Espanyol de Barcelona donde le
aguardaban una importante colonia de fans de nuevo cuño—, pero sin perder de vista una modestia que prende en el alma. La buena música no engaña porque va
directamente al corazón. Ese corazón que me dictaba al salir de la sesión sabatina
de los Méliès, hacerme con los dos discos compactos que jalonan la corta pero
vitaminada discografía de Sixto Rodríguez. Todas sus canciones suenan a retazos de una
realidad que surcan las aguas de un torrente de humanidad llamado Sixto Rodríguez.
Ha sido un placer descubrirte. God bless
you.
Existe vida después del cine. Muchos me vinculan a este campo. Este blog está dedicado a mis otros intereses: hablaré de música, literatura, ciencia, arte en general, deportes, política o cuestiones que competen al día a día. El nombre del blog remite al nombre que figura en mi primera novela, "El enigma Haldane", publicada en mayo de 2011.
martes, 16 de julio de 2013
«SEARCHING FOR A SUGAR MAN» (2012): VINIENDO DE LA REALIDAD
Etiquetas:
CINEMES MÉLIÈS,
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