jueves, 14 de febrero de 2019

ESTHER SOLÍAS, LA RAZÓN DE MI VIDA: LA «ETERNIDAD»... Y UN DÍA


«Todo lo que vemos o parecemos es solo un sueño dentro de un sueño»


Edgar Allan Poe (1809-1849)

Hace unos días acudí a la Filmoteca de la Generalitat de Catalunya para ver por primera vez en la gran pantalla Picnic en Hanging Rock (1975). La trama gira en torno a la desaparición el día 14 de febrero de 1900 de cuatro jóvenes procedentes de un internado al adentrarse en las entrañas del Monte Diógenes, en Hanging Rock, situado al sur de Australia. A partir de entonces se las pierde el rastro, procediendo buena parte del metraje a un ejercicio de reconstrucción de los hechos acontecidos en una jornada que debía ser festiva en uno de los enclaves más representativos del estado de Victoria del país austral. La tierra se las tragó y con ello el enigma de Hanging Rock sigue despertando todo tipo de especulaciones, a las que el silencio de Joan Lindsay, la autora de la novela homónima de partida que inspiró la película dirigida por Peter Weir. Sin duda, lo más similar que tenemos en Catalunya del Monte Diógenes deviene la Montaña de Montserrat, asimismo envuelta de un manto de misterio que arranca desde su singular mofología moldeada por sus componentes de origen volcánico. En ese enclave «sagrado» tuve la oportunidad de ir conociendo a Esther Solías, en una de las primeras ocasiones que compartimos una salida. Corría 2013. Meses antes, Esther se había aparecido en mi vida en una tarde de verano en la localidad tarraconense de Torredembarra, a propósito de una convención de fans de Neil Young (el Rustfest en su tercera edición). Fue lo más parecido a un cuento de hadas. Llevávamos unas horas juntos, pero parecía como si hubiésemos permanecido una eternidad juntos. Mirando hacia atrás, si me diesen a escoger mil opciones de cómo quisieras conocer a la compañera de tu vida, sin dudarlo, sería tal como ocurrió aquel 7 de julio de 2012. Sucedió de manera natural. Nos hablamos con los ojos; estábamos en esa zona de recreo en que un niño y una niña se cogen de la mano con la idea en mente que prometerse que cuando sean mayores no se separarán nunca el uno del otro. Al cabo de unos días de aquel primer encuentro nos citamos en diversas ocasiones, una de ellas con la Montaña de Montserrat ejerciendo de testimonio al fondo del cuadro donde dos seres enamorados contaban cada segundo de sus vidas para volver a estar juntos. Transcurridos casi siete años desde entonces, Esther sigue siendo la compañera de viaje que había soñado en esas noches de vigilia; una persona pura de espíritu como la Miranda de Picnic en Hanging Rock, cuya cabellera rubia azotada por el viento va dibujando formas invisibles en el espacio. El título de este blog debe su nombre al título de mi primera novela, El enigma Haldane, publicada en 2011. Un año después conocí a la persona que me ha acompañado hasta la fecha en esa aventura de la vida que cada día te pone a prueba. Pocas cosas tengo seguras, pero no me cabe duda que una de éstas responde al nombre de Esther Solías, la mujer que mejor sabe de mis debilidades y mis fortalezas, junto a mi madre. Cuando vas a pasar una eternidad junto a una persona como Esther solo puedes sentirte un afortunado. A lo largo de esos viajes por Escocia, Italia, Austria, Holanda, Gales y la República de Irlanda han servido para fortalecer si cabe aún más un vínculo que entiendo inquebrantable, en la búsqueda de una felicidad que deviene una de las claves para seguir manteniendo intacta la ilusión y la motivación por avanzar cada día. Si la salud me sigue acompañando no voy a desfallecer, y seguiré firme a la hora de regar ese pequeño jardín llamado El mundo de Haldane que cumple 500 entradas. Todo un hito para un blog que desde marzo de 2008 hace de la difusión de la cultura bandera, y que en el cumplimiento del millar de entradas quiero compartir esta dicha con una persona excepcional, Esther Solías, en el día de los enamorados porque no hay mejor definición del estado anímico de un servidor y de su pareja con la que espero seguir compartiendo infinidad de placenteras experiencias a lo largo de toda una eternidad... y un día.    



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