De un tiempo a esta parte las tertulias que antes llevaban
acompañadas el sustantivo de políticas cada vez tienen un sesgo más económico
en virtud de la demanda del espectador o del radioyente por saber de las claves
del porqué de la crisis que nos acucia, cuanto menos de una forma feroz desde
hace un lustro. Por ello, la voz de los tertulianos con pedigrí de economistas
se deja sentir con mayor intensidad, aflorando en esas mesas de debate términos tales como el keynesianismo. Para los puestos en la
materia, el término resulta sumamente familiar; en cambio, para el común de los
mortales obedece a sinónimo de desconocimiento en tanto que John Maynard Keynes
(1883-1946) muy pocos entre una inmensa mayoría relacionarían con uno de las más
influyentes economistas contemporáneas y menos aún con el denominado «Círculo
de Bloomsbury», una suerte de versión británica de «La mesa Redonda de Algonquin». Grupo
de intelectuales elitistas por definición y por convicción, dentro del «Círculo
de Bloomsbury» se darían cita diversas féminas, entre las cuales destacarían las
escritoras Virginia Woolf (1882-1941), Katherine Mansfield (1888-1923) y Elizabeth
Bowen (1899-1973), la más longeva de todas ellas.
A punto de
cumplirse cuarenta años de la fecha de su deceso (el 22 de febrero), Elizabeth Bowen gana una
nueva “causa literaria” para el conocimiento de su obra al poner en circulación
Impedimenta uno de sus trabajos más destacados: La muerte del corazón (1938). Si hay en nuestro país una persona
que haya acogido con especial entusiasmo la publicación de esta novela escrita en el
periodo de entreguerras se llama Esther Roy Torrijos, autora de la tesis
doctoral La narrativa de Elizabeth Bowen:
Estudio de aspectos culturales y formales (2006) (ver enlace). En la
parte introductoria de su tesis, Roy Torrijos se encarga de enumerar los
aspectos literarios, conforme a un sentido que va más allá de la materia
tratada, que lleva implícito el sentido reivindicativo que precisa la figura de
Bowen. Al calor de esta tesis “tutelada” por la doctora Beatriz Villacañas Palomo,
adscrita a la Universidad
Complutense de Madrid, el sello Pre-Textos —vinculada, en mayor o menor medida, al mundo
universitario y/o de la docencia a través de su amplio abanico de colecciones— publicaría en
2008 La casa en París (1935) y Siete inviernos: recuerdos de una infancia dublinesa
(1942), librada en vida en formato autobiográfico, no así Pictures and Conversations (1974) que lo haría a título póstumo. El
ímpetu mostrado por Pre-Textos por publicar textos de la autora angloirlandesa
pronto cedería a una dura realidad condicionada por imperativos de la crisis que
llevaría aparejada una respuesta más bien tibia por parte del público lector.
Por ventura, la «cadena» iniciada en cierta medida por Roy Torrijos no se
rompería y, a finales de 2012, Impedimenta cerraría un año de ensueño para la
editorial madrileña con la publicación de la que se presume la masterpiece de Elizabeth Bowen.
A través de sus cuatrocientas páginas con un sublime trabajo de traducción en el debe de Eduardo Berti, La muerte del
corazón muestra y demuestra la finura descriptiva, a nivel emocional, de la
que hace gala Elizabeth Bowen en similar sintonía que Jane Austen (1775-1817) —a la que en un pasaje de la novela se remite a su nombre— o Virginia
Woolf, su compañera del «Círculo de Bloomsbury». Se trata de un relato que, en lo tocante a su
argumento, se solapa preferentemente con los escritos de Austen pero, debido al
encaje de su obra dentro de la primera mitad del siglo XX se advierten un
aliento de modernidad en la forma de evaluar el tránsito de la «antiheroína» Portia Quayne (de perfil dickensiano) de la adolescencia a la juventud. Lo hace guiado por ese espíritu
humanista e individualista que distinguiría al subversivo grupo de Bloomsbury y, en particular, a Elizabeth Bowen,
dama que se descubre tocada por la “divinidad” literaria en cada página, cada
rincón de esta obra que eleva el arte de la escritura hasta sus más altas cotas
de refinamiento, asumiendo un estilo propio que poco guarda relación con el
sometimiento a las reglas de la moralidad victoriana en la construcción de unos
personajes de espíritu libertino, refractarios a los convencionalismos y que,
en definitiva, sirven a la causa de una oleada de obras que aún estarán por
llegar en el umbral de la segunda mitad del siglo pasado. Conociendo ese otro “espíritu”,
el de Impedimenta, la aventura de
publicar las novelas —un total de ocho aún quedan
pendientes en lengua castellana— y los relatos de Bowen no se detendrán con La muerte del corazón. Un título, en todo caso, que revela toda una
paradoja para el que se adivina el nacimiento de una colección (sin acreditar ni en la portada ni en su interior) dispuesta a
rendir honores a una escritora de la talla de Elizabeth Bowen.
Enlaces a otras obras publicadas en lengua castellana de Elizabeth
Bowen:
Siete inviernos: recuerdos de una infancia dublinesa (2008, Ed. Pre-Textos)
La casa en París (2008, Ed. Pre-Textos)
No hay comentarios:
Publicar un comentario