Cada uno de nosotros tiene una visión, una forma de entender el cine. Fundamentalmente, para un servidor pongo por delante de cualquier otra consideración que me sepan contar una historia, que esté bien explicada. Luego ya vendrán otros aspectos, pero lo básico guarda directa relación con una sintaxis narrativa que conocían perfectamente al dedillo los responsables de edificar el Studio System. A medida que los nuevos requerimientos técnicos se han ido sofisticando, se ha producido un abandono de ese cine narrativo, que iba a la esencia de la idea del storyteller y que, al final de esas sesiones te quedaba el regusto de haber asistido a una lección de cómo se debe contar una historia en un determinado tiempo, generalmente pautado en una hora y media. En mi idea de la felicidad se sitúa el ir recuperando de tanto en tanto ese cine de antaño, muchas veces con un aliento de modernidad que ya quisieran para sí un buen puñado de films estrenados en la gran pantalla en los últimos decenios. Es por ello que, casi de una manera inconsciente, hace poco pensé en dar rienda suelta a la creación de un blog consagrado a una de mis actrices favoritas, Barbara Stanwyck (1907-1990) y, así pues, poder gozar de la recuperación de la mayor parte de su soberbia filmografía vía formato digital, pase televisivo o filmoteca —al menos, en nuestra bendita Catalunya, cuando se reabra la nueva sede después de un impasse que empieza a ser un punto preocupante—. Parece mentira pero de sus ochenta y tantas películas, más de la mitad no llegaron a estrenarse en el estado español. Si bien he podido visitar algunos de estos títulos por distintos conductos, aún quedan pendientes producciones de las que tengo una insana curiosidad por descubrir, máxime cuando aún no conozco una mala interpretación de Mrs. Stanwyck, capaz de abordar todo tipo de registros —dramáticos, cómicos, tragicómicos, musicales, etc.— y salir airosa.
En esa tarea con visos de homenaje-tributo a Barbara Stanwyck no me encuentro solo ante el peligro: Adrián Sánchez, Sergi Grau y Carlos Giménez Soria se han sumado a la idea que ya va cobrando forma, la de Las tres noches de Barbara Stanwyck, en alusión a una de las cumbres de la screwball comedy, Las tres noches de Eva (1941), dirigida por mi admirado Preston Sturges, en la que, una vez más, Ruby Catherine Stevens —su nombre verdadero— seducía a la cámara como pocas actrices. En tiempos de recortes, crisis sistémicas o primas de riesgo encaramadas en la estratosfera con enmienda a situarnos en el «estado del malestar», cada uno de nosotros trata de contrarrestar este tsunami de realidades poco agradables con valores refugio. Además del amor como motor de nuestras vidas (no el que da carta de naturaleza al eslogan te odio mi amor), la lectura, la amistad o viajar puede ser algunos de esos valores refugio. A todo ello sumo para este 2012 y en adelante —estas cosas se saben cuando empiezan pero nunca cuando acaban— el (re)descubrimiento de la magna obra de Barbara Stanwyck. De ello daremos fe Sergi, Adrián, Carlos y un servidor en Las tres noches de Barbara Stanwyck, un blog que para algunos puede ser caldo de cultivo para la nostalgia pero más bien diría que se trata de un «efecto balsámico» ante una realidad social, política, mediática y económica sojuzgada por un negativismo a ultranza —en una crisis que no parece tener fin—, y como antídoto a ese cine que por muchas gafas que te pongas sigues viendo borrosa su sintaxis narrativa. Harían bien algunos de esos seudocineastas en reparar en la arquitectura narrativa de films del calibre de Juan Nadie (1941), Bola de fuego (1941) —en este título con guión de Billy Wilder y Charles Brackett, y dirección de Howard Hawks se proyectan algunos de mis primeros recuerdos sobre Missy—, Siempre hay un mañana (1956), Clash By Night (1952) o incluso Christmas in Connecticut (1945), título al que hemos dedicado el primer post de este blog que, pese a sus actualizaciones más o menos semanales, no distraerá mis cometidos en otros frentes, incluido El mundo de Haldane. Invitados estáis, pues, a pasaros por este blog escrito a cuatro manos y con ocho ojos abiertos como platos deleitándonos con la variedad de registros de Ruby Catherine Stevens, en arte (mucho arte), Barbara Stanwyck.
Enlace al blog Las tres noches de Barbara Stanwyck
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