Dia 16 de noviembre de 2011, al filo de las cinco de la tarde. Plató principal de televisión de tv8, brazo audiovisual del Grupo Godó (La vanguardia). Los cuatro líderes de los partidos con mayor representación parlamentaria de Catalunya se personan en los estudios televisivos… pero falta una quinta persona en representación del PSC (Partido Socialista de Catalunya). Su nombre y apellidos: Carme Chacón Piqueras. Josep Cuní, el front man de la cadena privada —recién fichado por el Grupo Godó después de su exitoso y largo paso por TV3— que debe coordinar el debate a cinco, niega la mayor cuando recibe una propuesta de la cúpula de mando de los socialistas catalanes justificándose que Chacón tiene la agenda ocupada y delega en su segundo para que la substituya. Cuní no da su brazo a torcer y suspende el debate, pactado desde hacía dos meses, por incomparecencia de Carme Chacón. El revuelo creado es notable y el debate, ya en horario de prime time, acaba desplazándose hacia la actitud adoptada por la candidata socialista. Cuatro días después se celebran las elecciones generales en el estado español y el PSC, por primera vez en la historia de la Democracia , queda desbancado del lugar más alto del podio, en este caso, por CIU (Convergencia i Unió). Esa misma noche, Carme Chacón, secundada por José Montilla —el ex President de la Generalitat de Catalunya— y José Zaragoza —responsable de la campaña de marketing de las generales en Catalunya—, apela a los principios fundacionales del socialismo para relativizar una debacle electoral en toda regla y sentencia: «solo los cobardes no podrán superar la derrota. Nosotros sí lo haremos». Frases hechas, terminología militar que se sabe al dedillo y que utiliza de manera indistinta, ya sea ante las tropas españolas en suelo afgano o irakí, o en un mítin en alguna población del cinturón metropolitano, próxima a la ciudad —Esplugues de Llobregat— que la vio nacer un 13 de marzo de 1971.
No puedo decir que la actitud adoptada por Carme Chacón en estos comicios electorales me haya sorprendido. Desde hace tiempo he calado a esta dama del socialismo presa de una ambición mórbida —en el peor término de la expresión—que no se detiene ante nadie ni ante nada para conseguir sus objetivos. Chacón sabía que la debacle socialista estaba a la vuelta de la esquina y evitó enfrentarse en un debate a cinco en el que podría salir escaldada. Adoptó lo que ha utilizado otras veces, siguiendo el simil militar: el camuflaje. Un camuflaje en forma de espantada que, en esta ocasión, le salió el tiro por la culata ante la postura encomiable de Josep Cuní. Nobleza periodística obliga. Lejos de ayudar a apagar ese incendio que ella misma había creado, dio la callada por respuesta toda vez que ultimaba una salida largamente gestada que, según sus cálculos, la debería situar nuevamente a las puertas de la Calle Ferraz para disputar los honores de mando del PSOE a Alfredo Pérez Rubalcaba. Este último había sido la solución, a priori, menos dañina para evitar la caída en picado del PSOE en las elecciones generales, plegándose a un ejercicio de autocrítica —dado su vínculo directo con la Administración Zapatero — que ni por asomo Carme Chacón mostraría en campaña en Catalunya, acudiendo a ese mantra en forma de crisis mundial que parece explicarlo todo. Más bien, Chacón ha salido una y otra vez en defensa de la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero apelando a la gallardía mostrada en la segunda parte de la legislatura —a partir de que fuera reelegido en 2008— con la aplicación de una serie de reformas que parece ser, visto lo visto, no ha obtenido los frutos deseados. Claro que de sus palabras laudatorias para con Zapatero se desprende una gratitud al haberla colocado al frente de las carteras del Ministerio de Vivienda —un paso fugaz del que más vale correr un tupido velo— y del Ministerio de Defensa, en que, como razonaría un castizo, ha cumplido el expediente. Recién nombrada en este cargo, Carme Chacón dio el do de pecho de sus ansias de poder a cualquier precio al desplazarse en avión a Afganistán —nada que ver precisamente con un crucero a bordo del Mediterranée— en avanzado estado de gestación. Un riesgo más que prescindible pero no en el ánimo de esta dama que sigue sin renunciar a salirse de las casillas del poder pese al varapalo experimentado en Catalunya (la comunidad en la que ha descendido más el voto socialista; ahí es nada). Para lograrlo es capaz de borrar parte de su pasado más o menos reciente, haciendo opaco al conocimiento de la población que su principal aval —a efectos de la dirección del partido—y, a la sazón, marido Miguel Barroso, nombrado Secretario de Estado por parte de Zapatero, estuvo implicado hasta el tuétano en el diseño de una política que ha resultado todo un fiasco. Visto que el panorama se tornaba cada vez más negro, Zapatero prescindiría de los servicios de Barroso mientras mantenía en el cargo del Ministerio de Defensa a Carme Chacón, entre otras cosas, porque no dejaba de ser la voz de su amo. Un amo que pronto iniciará su retiro espiritual en los aledaños de León, allí donde le construyen una fortaleza en que, a buen seguro, dará rienda suelta a su autobiografía exculpatoria, si, por ejemplo, el grupo Planeta o alguno de los satélites editoriales de PRISA, le corresponde con un (generoso) talón. Sería entonces interesante revisar los capítulos finales dedicado, en buena lid, a su substituto al frente del PSOE, el que se postule como candidato/ta a derrotar a Mariano Rajoy en 2015 ó 2016. Para muchos en las quinielas sigue estando el nombre de Carme Chacón, pero afortunadamente buena parte de los simpatizantes del PSC (entre ellos, un servidor: el blanco ha sido el color escogido para este 2011) hemos tomado nota de ese doble discurso que ella practica , y su disposición a borrar unas huellas que la situaron en la escena de la Administración Zapatero , sinónimo de fiasco absoluto. Como asevera Joaquín Leguina —uno de los políticos que siguen valiendo la pena de este país— en el próximo comité ordinario (sic) del PSOE, presumiblemente a celebrar la primera semana de febrero, «hasta los mudos hablarán». Será tiempo, pues, para desenmascarar a esta mantis religiosa, esta spider woman dispuesta a quemar todas las naves posibles para alcanzar su fin, cueste lo que cueste. Henry Kissinger tiene rostro de mujer en este bendito país. A ambos el traje de camuflaje les sienta tan bien…
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