domingo, 24 de julio de 2011

«NOT GOING ANYWHERE» (2003) de KEREN ANN

Antes de asumir una autoría compositiva total con su nuevo trabajo en estudio, 101 (2011), al que espero referirme en el curso del presente año en este blog, Keren Ann (1974, Caesarea, Israel) había ido desgranando sus esencias de storyteller en una serie de cinco trabajos, a cuál más estimulante. Cumpliendo ese requisito personal que, una vez posado mi interés por un determinado cantante o banda intento ir completando el «mapa» discográfico de cada uno de éstos soslayando la acumulación de directos, Ep’s y recopilatorios que quedan abonados, a mi juicio, al terreno del fetichismo, adquirí recientemente Not Going Anywhere (2003), la primera contribución de Ann Zeidel a la causa anglosajona, acompañado nuevamente por Benjamin Biolay en la composición, participación instrumental (guitarra) y arreglos de algunos de sus temas. Sus anteriores discos compactos, La disparition (2002) y La Biographie de Luka Philipsen (2002), habían sido abordados en su lengua de adopción, esto es, el francés, país donde se instaló a partir de cumplir los once años de edad, procedente de Israel. En un post publicado hace poco menos de un par de años (ver enlace) ya me había recreado en advertir la categoría del disco epónimo de Keren Ann, fechado en 2007. La escucha de Not Going Anywhere corrige al alza lo estimulante de aquella primera aproximación al «universo Keren Ann», en que orbita una constelación de influencias que la francoisraelí refunde dotándolas de un sonido genuinamente singular. Su voz, tersa, elegante y sensual, busca acomodo en ese cuerpo instrumental (piano, guitarra, arpa, violín, percusión, etc.) que evita un sentido de rigidez para expandirse hacia desarrollos melódicos disímiles. De ese brebaje de géneros musicales que concita Not Going Anywhere se nos sirve en copas de cristalina belleza, unas con sabor de folk americano, algunas espolvoreadas con unas gotas de sonido calypso ("Sit in the Sun"), otras con un regusto a blues ("Road Bin"). Pero esta relación de once copas conserva cada una de ellas una temperatura estable que se transfiere a las yemas de nuestros dedos mientras vamos saboreando esos tragos cortos que van recorriendo nuestro esófago hasta bañar nuestros corazones. Una obra maestra de la sensibilidad compositiva, y de su ejecución instrumental y vocal que explora en espacios propios de otras de mis distinguidas damas solistas Aimee Mann (“Sailor & Widow”), Katie Melua (“Seventeen”), en una muestra fehaciente que ese tránsito del francés al inglés para Keren Ann no dejaba lugar a las dudas de su acertada elección. En este idioma su talento ha crecido, se ha expandido, ha evolucionado. Ella nos procura con sus discos esos pequeños grandes momentos de sosiego, un remanso de paz que fluye a través de nuestros oídos. No hace falta ir a ninguna parte al ir escuchando el tercer trabajo en estudio de Keren Ann; es de aquellos discos que uno se sienta en un suelo alfombrado procurando una escucha over and over de esta luminosa obra mientras va desgranando el contenido alegórico-vitalista de unas letras incluidas en la carpetilla sobre fondo níveo. Al repasar el contenido de la letra del tema “Polly”, un pensamiento me sobreviene sobre el pernicioso efecto que ejerce sobre colegas de la propia Keren Ann esas campañas mediáticas (fomentadas, a menudo desde las propias compañías discográficas) dispuestas a encumbrar a unas para luego, como si se tratara de una torre de babel, acabar desarmándose por la base. Una base provista de personalidades que arrastran consigo heridas sin cicatrizar durante sus etapas de infancia y/o adolescencia y que no han sabido metabolizar el éxito que les sobrevino antes de haber cumplido la treintena. «Ella estaba a punto de alcanzar los veintiocho y siempre pensó que eso era demasiado tarde para decirte que nunca lloraría» reza uno de los estribillos de “Polly”. Cuando hagan la autopsia a Amy Winehouse descubrirán que sus lágrimas ya se le habían secado mucho antes de perecer ese sábado trágico del mes de julio de 2011. Se cumplía, por tanto, casi una década desde que el talento de Amy saliera a relucir para esos cazatalentos de la música apostados al fondo de las salas de pequeños locales nocturnos diseminados por las grandes o medianas ciudades del continente europeo y del subcontinente norteamericano. Por aquel entonces, en su segunda patria Keren Ann respondía a las expectativas que habían depositado sus familiares y amigos al haber crecido con la idea de que la voz angelical de ésta tarde o temprano encontraría acomodo en unos estudios de grabación. Sin alterar el curso natural del río, la voz de Keren Ann sigue fluyendo encarando el cumplimiento de su 10º aniversario con las esperanzas intactas para que sea una celebridad no por lo que acontezca fuera de las salas de concierto o de grabación sino dentro. Merci boucop, Keren, por regalarnos hasta la fecha seis piedras preciosas. En nombre del estado del bienestar, el íntimo y personal, te lo agradecemos.     


Invitación a escuchar el tema Not Going Anywhere de Keren Ann en Youtube

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