Pocas veces he podido abstraerme de la idea que los creativos de publicidad, en su mayoría, son unos espabilados de tomo y lomo —por utilizar un eufemismo— que se aprovechan de la debilidad del «Sistema». Me refiero a aquel sistema que imposibilita pensar en que los directivos de las grandes corporaciones dedicadas al arte del márketing se nutran de un personal con una formación que les mueva a una cierta inquietud intelectual; lo que les obsesiona por encima de todo son las cuentas de resultados y dudo mucho que, salvo los blockbusters de turno, se dejen caer por el patio de butacas de una sala de cine, de un teatro y demás eventos culturales. Sólo así se explica que, una vez más, ninguno de los directivos de Telefónica —una de las empresas punteras y con mayor volumen de facturación de nuestro país— haya advertido que les han colado otro gol por la escuadra... esta vez, a más de dos mil kilómetros de distancia, la que separa Madrid de Londres, la sede de Mother, o tan sólo unos pocos kilómetros, el centro de operaciones de Publicis. Desde el pasado mes de marzo, la inglesa Mother y la española Publicis fueron las empresas del sector escogidas mediante concurso para llevar a cabo las operaciones de brandering de Teléfonica, que en su derivación de móviles y otros soportes anexos ha pasado a denominarse exclusivamente Movistar. Bajo semejante marca hace unos semanas se iniciaba una nueva campaña que tenía en el anuncio de un abuelo y su nieto disfrazados con cabezas de gallo una de las «sorpresas» para el televidente. Un minuto largo de duración suficiente para advertir cuanto rostro se esconde en esos astutos publicistas, dispuestos a saquear ideas y conceptos ajenos sin inmutarse. La víctima propiciatoria, Donde viven los monstruos (2009). Nada nuevo bajo el sol por cuanto esos creativos deben adornar sus DVDtecas con The Work of Spike Jonze (2003) antes que habilitar espacio para las obras de John Ford, Fritz Lang, Robert Wise, Orson Welles... La modernidad tiene estos peajes y ya se sabe que en la primera semana de los estrenos de los films de Michel Goundry, Terry Gilliam o Spike Jonze, entre otros, los publicistas acuden en masa... No sea que el colega se anticipe a alguna idea a rescatar para una campaña publicitaria en ciernes. Presto a ello, ese film que tuvo su puesta de largo hace unos meses en salas comerciales ha acabado metamorfoseándose en la pequeña pantalla en forma de cápsula publicitaria que ni siquiera juega al despite: el mayor y el niño parapetados en un disfraz que deambulan por el bosque con afán juguetón llegan al pie de un acantilado para mirar en lontananza. La rúbrica del spot no es otra que mostrar sobre un cielo libre de nubes el anagrama de Movistar y la sentencia de un simplismo que tira de espaldas: «Compartir, la vida es más». Conceptos simples para una factura de diversos ceros que los de Mother y/o Publicis habrán cobrado diligentemente de Movistar con la certidumbre que la empresa liderada por el Sr. Guillermo Ansaldo es un auténtico coladero donde los publicistas campan a sus anchas en el terreno del plagio. Éstos ni tan siquiera se toman la molestia de alcanzar la gloria monetaria merced a camuflar el producto con una «operación rescate» de algún título añejo que hubieran visto en algún festival. Para qué perder el tiempo en ese ejercicio de arqueología —más atrás en el tiempo que Karate Kid (1984) presumo que nos situaríamos en el precámbrico de la cinematográfia— si con una visita a algún multiplex les solventan la papeleta. Incluso se deben tomar a mofa o ni tan siquiera haber reparado en que la misma compañía Movistar prácticamente al mismo tiempo que languidecía en taquilla el film dirigido por Jonze un anuncio mostraba un monstruo —al que trataban de colocar con calzador en el interior de un utilitario— sospechosamente parecido al que el cineasta norteamericano había concebido para acompañar las andanzas del pequeño Max (Max Records) en Donde viven los monstruos. Ahora, pues, toma el relevo el cine de Spike Jonze después del agotamiento que supuso saquear de forma sostenida el legado de Píxar con ese increíble de cuerpo hiperdesarrollado sostenida sobre unas patas de canario abanderando el órdago a la grande. Pero no duden que los creativos coparán las primeras sesiones de Toy Story 3 (2010), la cinta que marcará el inicio de la temporada veraniega de 2010, aunque la cita ineludible será a principios del próximo año cuando Goundry haga visible su nueva obra, The Green Hornet (2011). Entonces tendrá a su regazo a los creativos que no dudarán en hacer suyos los esfuerzos artísticos de otros. Todo un corolario que debe presidir las salas de Publicis y Mothers revestidas de moqueta, prestas a que se revuelquen algunos de sus creativos cuando acaban de recibir un email de algunas de las grandes corporaciones para las que trabajan dando conformidad a la bondad de la campaña de márketing presentada. Y Jonze, me temo sin inmutarse, seguramente porqué sabrá de qué va el percal...
Existe vida después del cine. Muchos me vinculan a este campo. Este blog está dedicado a mis otros intereses: hablaré de música, literatura, ciencia, arte en general, deportes, política o cuestiones que competen al día a día. El nombre del blog remite al nombre que figura en mi primera novela, "El enigma Haldane", publicada en mayo de 2011.
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2 comentarios:
Cierto, "Amelie" también fue descuartizada en los anuncios, en tono formal, ideas, colores,etc...enseguida se nota el "prestamo" de algunos publicistas.
Hola Pere:
Lo de "Amelie", como bien señalas, fue otro de esos casos flagrantes. Esos enanitos con barba pronto formaron parte del "mobiliario" de los spots publicitarios. Jean-Pierre Jeunet, el director de "Amelie" también está en la agenda de los "creativos".
Un saludo y pasáte cuando quieras por el mundo de Haldane,
Christian
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