martes, 21 de noviembre de 2023

«UNA CABEZA CERCENADA» (1961) de Iris Murdoch: RELACIONES PELIGROSAS

Si hiciéramos una estadística referida exclusivamente a la comunidad cinematográfica en los últimos veinticinco años con una elevada probabilidad 1999 sería el que registraría uno de los picos de defunciones más acentuado. En aquel último año de la pasada centuria, a las puertas del siglo XXI y, por ende, del nuevo milenio, nos dejaron los cineastas Stanley Kubrick, Charles Crichton, Robert Bresson y Edward Dmytryk, y los intérpretes Dirk Bogarde, George C. Scott y Oliver Reed, por citar algunos de los más relevantes de una extensa lista. Tampoco resultó marginal el número de escritores que perecieron a lo largo de los meses anteriores a colocar el contador a «0» con el «2» delante. Por ejemplo, Iris Murdoch (1919-1999) lo hizo en el verano de aquel año tras haber pasado por una etapa devastadora sobre todo para su entorno familiar y de amistades ya que la había sido diagnosticado Alzheimer. Una recta final especialmente cruel para alguien que había depositado en su privilegiada mente la proeza de armar un total de veintiséis novelas, además de numerosos ensayos –filosóficos, biográficos, etc.-- y artículos, que la llevaron a ser nombrada en 1987 Dama del Imperio Británico. Idéntica distinción recibió años más tarde de manos de Isabel II  Judi Dench, la actriz que encarnaría a la escritora inglesa –en las postrimerías de su existencia cuando la citada enfermedad hizo estragos-- en Iris (2001),  toda vez que los herederos de Iris Murdoch y, en singular, su marido durante más de cuarenta y cinco años, John Bailey, dio su aprobación a modo de honrar la memoria –valga la expresión-- de una de las plumas más brillantes  de la Literatura Británica de la segunda mitad del siglo XX. En lo que llevamos de centuria, Impedimenta se ha encargado de ir al «rescate» de varias de las novelas que jalonan sus exquisita obra, la última de las cuales lleva por título Una cabeza cercenada (1961). Mas, se trata de la única de las novelas escrita por Iris Murdoch que, hasta la fecha, mereció una adaptación cinematográfica, errática a nivel de producción ya que tardó un par de años en comparecer en salas  comerciales en algunos países. Con un equipo artístico conformado por segundas o terceras opciones, según el relato del propio coproductor del film, Elliot Kastner, A Severed Head (1971)  tuvo su punto de partida, a efectos de rodaje, en 1969, el mismo año que el divorcio podía darse en el Reino Unido sin la obligación de demostrar conductas que podrían ser calificadas de inmorales, tal como detalla el traductor Enrique Maldonado Roldán en una de las contadas anotaciones a pie de página que encontramos en la edición de Impedimenta de Una cabeza cercenada. Pero, en cambio, en el campo literario no existían tales restricciones en el amanecer de los años sesenta, permitiendo a Iris Murdoch dar rienda suelta a una historia que convoca, entre otros asuntos espinosos --refractarios a la moral de los sectores más conservadores y/o tradicionalistas de la sociedad británica--, el tema del incesto. Como es preceptivo en la obra de Dame Iris Murdoch,  el relato de A Severed Head encuentra anclaje en un ambiente de clase media-alta, en la que no faltan representantes de la intelectualidad, todo ello a través de la voz de una narración en primera persona, la propia de Martin Lynch-Gibbon. A sus cuarenta y un años –una edad similar a la que  tenía sir Ian Holm, el actor al que da vida en la gran pantalla en la película dirigida por Dick Clement-- Martin Lynch-Gibbon experimenta un punto de inflexión en su relación conyugal con Antonia,  cuyo romance con su amante Palmer Anderson opera en un nivel de discrecionalidad pero sin necesidad de evitar que quede velado al conocimiento de su marido. Un arranque que podría ser una réplica de infinidad de premisas argumentales que concurren en el terreno literario pero que  Murdoch orienta al correr de las páginas hacia un alambicado cruce de pequeños relatos conectados entre sí ya sea por afinidades afectivas y/o de parentesco. La prosa de Murdoch fluye con su habitual tono irónico, acaso sarcástico en su exploración de aquellos conductas humanas que guardan relación con los «placeres culpables» y que para satisfacción de lectores devotos de la heterodoxia, en pleno fragor del swining london, pudieron degustar desde la salida al mercado de la quinta de las novelas de la escritora, poeta y filósofa de ascendencia irlandesa. Ciertamente, la errática carrera comercial de la referida cinta no ayudó a popularizar Una cabeza cercenada –una expresión utilizada por Honor Klein, la hermana de Palmer Anderson, presumiblemente el personaje más enigmático de la función--, siendo el guion de Frederic Raphael –que asimismo toma inspiración en una obra teatral previa urdida por J. B. Priestley-- presentado conforme a un fiel ejercicio de adaptación de la novela de Iris Murdoch. Para Raphael, el impacto que le provocó saber del deceso de Kubrick con quien había trabajado codo a codo en la elaboración del libreto de Eyes Wide Shut (1999), se sumaría meses después la noticia del fallecimiento de Iris Murdoch,  siendo el único guionista que ha logrado traducir hasta la fecha  una novela nacida del talento de una escritora que se «coronó» en el campo de las Letras bien entrada la década de los sesenta y, a efectos, de situarse entre la realeza de las Islas, a finales de los años ochenta, concretamente el mismo año que vio la luz en tiendas y grandes superficies El libro y la hermandad (1987), asimismo publicada por el sello Impedimenta dentro su eventual Colección consagrada a Jean Iris Murdoch.  

 

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