Al bucear en la memoria, la primera vez que debí ver
impreso el nombre de Leslie Stevens en pantalla fue durante la emisión de El señor de la guerra (1965), una
extraordinaria producción de la
Universal que toma lugar en Normandia, en el siglo XI. Por
aquel entonces debía estar barruntando la posibilidad de dar forma a una
monografía sobre La generación de la
televisión. Sin duda, la primera impresión que me causó el visionado del
film dirigido por Frankin J. Schaffner sirvió de acicate para que ese
incipiente proyecto tuviera visos de plasmarse en el plano de la realidad, esto
es, en papel impreso con las hechuras propias de una edición en catalán que guardo
como oro en paño. Al tratar de recopilar la mayor documentación posible sobre
el film en cuestión adquirí una monografía sobre Schaffner escrita por Erwin
Kim para el sello estadounidense Scarecrow Press. Ciertamente, me debió
sorprender por aquel entonces la inexistencia de datos sobre Leslie Stevens, el
artífice de la obra “The Lovers” que
dio pie la película rebautizada con el título en inglés The War Lord. Ese «señor de
la guerra» no era otro que Charlton Heston
en su “transcripcción” en pantalla. Kim apenas dedica espacio a los
antecedentes artísticos de Stevens y un velo de misterio seguiría cubriendo el
conocimiento de buena parte de su trayectoria profesional durante mucho tiempo.
A punto de cruzar el umbral de siglo XXI, quedaría consignado el deceso de
Leslie Stevens, a los setenta y cuatro. Casi tres cuartos de siglo de
existencia que, a juzgar por la información que he ido recabando a lo largo de
estos últimos meses mientras preparaba la edición de The Outer Limits (1963-1965) para el sello Absolute, daría para una
biografía realmente apasionante y reveladora de hasta qué punto una
personalidad del brillo intelectual de Stevens quedaría relegado a un injusto
olvido. En esa “imaginario” biografía, a buen seguro, debería quedar reservado
un capítulo a los avatares de una producción como Incubus (1966), segundo de los largometrajes rodado en esperanto y
el primero que se formularía en los Estados Unidos, aunque nunca llegó a
estrenarse en salas comerciales. Aún a día de hoy sigue siendo un misterio el
porqué Leslie Stevens tomó la decisión de que fuera abordada en esperanto cuando no se conoce conexión alguna
con esta lengua y el movimiento que trajo consigo. Con todo, resulta una
muestra significativa del arrojo y de la valentía de este auténtico personaje
quijotesco que pasaría a los anales de la televisión norteamericana verbigracia
de la creación de la serie "The Outer
Limits", que guarda ciertos paralelismos con su coetánea "The Twilight Zone" (1959-1964). Desde su
condición de productor, guionista y esporádico director, Leslie Stevens trató
de tutelar el desarrollo de una serie de ciencia-ficción orientada hacia inquietudes
de cariz existencialista y filosófico, con ciertas inquietudes sociopolíticas
que se podían entre los pliegues de sus historias. No obstante, ese afán de
Stevens porque The Outer Limits
sorteara los caminos más trillados de la sci-fi
chocaría contra ese empresariado de la
ABC decidida a hacer prevalecer la condición de «serie de monstruos» con el fin de recabar la atención de las audiencias. Así pues, el
conflicto de intereses derivó en la cancelación de la serie a la altura de su
cuarenta y nueve episodio, sin posibilidad ni tan siquiera de rubricar una
cifra redonda. Lejos de quebrar su espíritu a contracorriente, Stevens se
embarcó en un proyecto imposible, el de Incubus,
que generaría una «leyenda negra», incluido el declararse en quiebra su productora
Daystar y su segunda mujer, Allison Aymes (una de las actrices que aparecen en
el film “maldito”), pedirle el divorcio. Por consiguiente, tocaba el turno de
pagar facturas y con ello la línea de trabajos out-system perpetrados por Leslie Stevens se iría disipando de
manera gradual pero implacable. Bien entrada la década de los setenta, el
tiempo de las «heroicidades» parecía tocar a su fin para Leslie Stevens, ya
situado en la cincuentena. El título de una serie abordada en aquel periodo que
cerró antes de hora —con tan solo trece episodios (mal
fario) emitidos— serviría para definir la
personalidad de Leslie Stevens a los ojos de la cinefilia: «el hombre invisible». Quisiera pensar que con la publicación de la serie íntegra en formato
digital de The Outer Limits,
acompañada de la edición en forma de extra del largometraje Incubus, se podría contribuir a sacar
del anonimato al que algunos bautizaron como «el Orson Welles rubio». Aún así
el velo del misterio sigue cubriendo la realidad de Leslie Stevens, del que
apenas circulan imágenes suyas en internet y en papel impreso. Ni tan siquieran
existen evidencias gráficas de sus rodajes, en Private Property (1960) —otro título que ha salido a la luz
recientemente en los Estados Unidos; una opera prima asistida por el director
de fotografía Conrad L. Hall en sus primeros escarceos profesionales— e Incubus, este último un auténtico “eslabón
perdido” en la era analógica que tiene en la era digital una nueva oportunidad
para ser descubierta. Al igual que "The Outer Limits", esta podría ser la puerta
de entrada al conocimiento de un personaje singular como pocos en el contexto
de su época y de su tiempo: Leslie Clark Stevens III.
Existe vida después del cine. Muchos me vinculan a este campo. Este blog está dedicado a mis otros intereses: hablaré de música, literatura, ciencia, arte en general, deportes, política o cuestiones que competen al día a día. El nombre del blog remite al nombre que figura en mi primera novela, "El enigma Haldane", publicada en mayo de 2011.
sábado, 6 de mayo de 2017
LESLIE STEVENS (1924-1998): MÁS ALLÁ DE LOS LÍMITES DE LA LÓGICA
Etiquetas:
ALLYSON AMES,
CHARLTON HESTON,
CONRAD L. HALL,
EL SEÑOR DE LA GUERRA,
ERWIN KIM,
FRANKLIN J. SCHAFFNER,
INCUBUS,
LESLIE STEVENS,
ORSON WELLES,
THE OUTER LIMITS,
THE TWILIGHT ZONE
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario