En su
autobiografía, publicada por Arrow Books bajo el irónico título I Didn’t Get Where I am Today (2004) («no
consigo saber donde estoy hoy») David Gordon Nobbs dedica, una vez salvado su
periodo de aprendizaje final, además del motivo de portada el capítulo más extenso a The Fall and Rise of Reginald Perrin. Se trata de la obra literaria
que le dio relieve artístico y cierta prestancia económica,
y a la que dedica cuarenta páginas de sus memorias para ofrecer un relato
fidedigno de cómo se coció una pieza de estas características. Bajo una fachada
humorística se encuentra una despiadada lectura de la condición humana y más
concretamente en el Homo sapiens británico,
generador entre su “tribu” de brillantísimas figuras dentro de la música, de la
ciencia o de la política, entre otras muchas disciplinas, pero asimismo de un
perfil de individuos amparados en la mezquindad, en el sentimiento de
superioridad (referida sobre todo a las capas sociales) y en una idea de la
tradición familiar que se perpetua de generación en generación. Con su habitual
sentido del olfato afinado cada vez en esas Islas Británicas rebosantes de
talentos literarios aún por descubrir en nuestros lares, Impedimenta ha
publicado Caída y auge de Reginald Perrin
(1975), la primera de una serie de novelas escritas por Nobbs, focalizadas en
un pintoresco personaje que evidencia su torpeza cuando intenta “reinventarse”
bajo una nueva identidad, pero que al cabo computarán varias más. Trescientas
cincuenta y siete páginas que se devoran con fruición al combinar su autor la sátira
social —en otra muestra del valor de la tradición británica— y el relato humorístico
con un lenguaje preñado de brillantez expresiva y, al mismo tiempo, de una vitriólica
mirada sobre lo que envuelve la triste realidad de nuestro “antihéroe”. Desde
el primer párrafo, Nobbs suelta amarras
y deja caer un torbellino de frases delirantes: «Cuando
Reginald Iolanthe Perrin se dispuso a salir para el trabajo aquella mañana de
jueves, no entraba en sus planes llamar hipopótamo a su suegra. Nada más lejos
de su pensamiento». Podemos abrir la novela por la mitad y encontramos a un
lado la descripción del mundo de Reginald Perrin —vestido de tonalidades
grises, en que millares de lectores británicos debieron reconocerse en el
personaje que poco más tarde representaría Leonard Rossiter (una excelente elección) en una serie de veintiún
episodios auspiciada por la BBC —,
y el que da crédito a su nueva vida marcada por el punto de inflexión que
representa su desaparición mar adentro. En el ecuador del relato nace la raíz
de una leve intriga detectivesca que queda abortada por la incapacidad de un
par de investigadores por sacar conclusión alguna sobre la hipotética identidad
con la que actúa en la vida civil —de regreso de la “muerte”— el otrora empleado
de una fábrica especializada en la producción y distribución de postres. De Felpudo Coco Perrin pasa a
autodenominarse Charles Windsor, pero pronto la evidencia de su charada le
conduce a hacerse pasar por sir o Lord Wensley Amburst, Jasper Flask y el signor Antonio Stifado. Los capítulos
finales se reservan para un giro narrativo (que evidentemente no desvelaré) de
puro delirio, en que las dobles lecturas ganan prestancia en esta notable
propuesta literaria aferrada a un sustrato humorístico refinado con una
proverbial facultad de Nobbs con combinar lo mundano, lo coloquial (abundan las
expresiones de este sesgo que la traductora, Julia Osuna Aguilar, ha tenido que
afinar para ofrecer una pátina de “modernidad” a los ojos de las generaciones
de lectores más jóvenes) con un proverbial sentido descriptivo que no orilla el
valor de una cierta carga poética.
En esta nueva cita con la literatura británica,
Caída y auge de Reginald de Perrin concuerda
con su bien ganado prestigio de una obra de culto en suelo inglés, armada para que nos pueda privar
inclusive de horas de sueño, a cambio de seguir encarando la vida con las dosis
de humor necesarias para soportar el peso del Apocalipsis económico-financiero que se nos
avecina, a tenor de los imputs
recibidos a lo largo del día. Esperamos con fruición la línea sucesoria de
andanzas de un atribulado Reginald Perrin de la mano de Impedimenta, que coloca
un nuevo autor descubierto en nuestro país en su particular casillero de
aciertos... Un autor más que sumar, pues, y un deseo expreso porque se
multipliquen los lectores en el conocimiento de escritores de la categoría de
Nobbs, un talento que aún sigue dando guerra, a propósito de su recientemente
publicado It had to Be You (2011), ya
despojado del inefable Reginald Iolanthe Perrin, al que enterraría hace tiempo
haciendo “honor” a las siglas que conforman su nombre y apellido (R. I. P.)
1 comentario:
Yo he visto parte de la serie, no he tenido la oportunidad de completar con todos los capítulos pero me pareció excepcional, creo que el alma de Perry está muy bien representada por ese Leonard Rossiter.
Saludos
Roy
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