El gran director de fotografía José Luis Alcaine |
El día 4 de octubre la Academia del Cine Español otorga la Medalla de Oro a uno de sus más insignes miembros, el director de fotografía José Luis Alcaine. El lugar donde se celebra semejante acto guarda una significación especial para este veterano operador oriundo de Tánger. En una de las galerías del Museo Reina Sofía, sito en la capital española, descansa el Guernica (1937) de Pablo Ruiz Picasso, al cuál los ojos escrutadores de Alcaine habrá visitado en el último lustro millares de veces con la intención de dar forma a una teoría que le ha quitado literalmente el sueño. Lo que, en un principio, resultaba una mera conjetura luego se iría transformando en una obsesión que sitúa, según la teoría de Alcaine, como principal fuente de inspiración de Picasso para dar cuerpo al Guernica la producción estadounidense Adiós a las armas (1932), dirigida por Frank Borzage e interpretada por Gary Cooper.
Hace semanas que conservo el recorte de periódico de El País (9/IX/2011), en que aparece, a doble página, en la sección de cultura, el artículo titulado El enigma cinematográfico tras el Guernica de Picasso, escrito por Elsa Fernández Santos. El texto de la hija del que había sido crítico titular del rotativo madrileño durante muchos años, Ángel Fernández Santos, viene acompañado del cuadro de Picasso en que aparece subrayados en rojo las partes del mismo en atención a los fotogramas extraídos (situados en los márgenes inferior y superior) del film objeto de paralelismos visuales. Una forma elegante y diáfana para que el lector, a renglón seguido de que tome cumplida cuenta del contenido del texto —o a la inversa— se fije en esa comparativa que no pasa en absoluto desapercibida. Para tratar de apuntalar su teoría quedan ciertos cabos sueltos que Alcaine apela a la lógica ya que para un bohemio como Picasso en el París de los años treinta, largo me lo fiáis, como diría un escolástico, saber qué actividad extrapictórica llevaba en danza. Claro está, la certeza de que el artista malagueño viera diversas veces Adiós a las armas —pese a tratarse de un genio, la capacidad de retentiva de planos determinados del film no alcanzaría para que en un solo pase lo captara todo— nunca se podrá constatar documentalmente. Pero todo apunta a que así fue, máxime porque Picasso, según indica el propio Alcaine, conoció a Ernest Hemingway —el autor de la novela homónima inspiradora de dos versiones cinematográficas hollywoodienses— a través de Gertrude Stein, y debió cumplir con el trámite de ver lo que el cine había hecho con la criatura literaria del escritor estadounidense.
Antes de publicar este post quise revisar Adiós a las armas (1932) conforme a dar crédito a un dato del que Alcaine revela a Elsa Fernández-Santos que no me parece menor. Generalmente, la narrativa del cine Occidental tiende a ordenarse los movimientos de cámara de izquierda a derecha porque la escritura se hace en este sentido. Por ello, Alcaine repara en la forma cómo Borzage acomodó gran parte de la realización, guiándose de movimientos de derecha a izquierda… la misma perspectiva que adopta el cuadro de Guernica. Bastarían por sí solas para refrendar la teoría esgrimida por Alcaine esas ocho capturas de imagen del film que se reproducen —ligeramente viradas en sepia— en las páginas de El país y que buscan tender puentes con ese cuadro emblemático, en especial para aquellas generaciones conocedoras de la realidad de un país escindido en dos bandos debido a la Guerra Civil Española. En mi caso, la estocada definitiva para dar carta de naturaleza a tan osada teoría —en especial, cara a sectores de la cultura refractarios a claudicar frente a la capacidad de penetración de un arte mantenido como puro entretenimiento— estriba en esas simetrías de movimiento de derecha a izquierda entre la cinta de Borzage y un cuadro con formato panorámico y en blanco y negro… Entre las muchas distinciones que merece Alcaine cabe anotar, pues, el haber sido el primero en conformar una teoría aplicada a la influencia cinematográfica sobre el Guernica que se aventuraría a ir moldeando merced a que sus ojos han sido educados para mirar más allá de lo que podemos hacerlo cada uno de nosotros. La mirada del artista se posaría en esa pieza pictórica cargada de simbolismos que razonan sobre una época y un espacio que Alcaine ha abordado en el plató desde ópticas diversas (Mambrú se fue a la guerra, Belle Époque, Las trece rosas, etc.) y que tiene previsto prorrogar si su amigo Pedro Almodóvar se decide por abordar el tema de la memoria histórica referida a la Guerra Civil Española y abandona, ni que fuera por un par de temporadas, un cine que se abastece de las mismas fuentes temáticas casi desde sus inicios.
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