«Clare
miraba ahora por la ventana abierta, el sendero y la puerta, ahora la página
impresa entre sus manos. Los cosacos.
Nadie venía. Paciencia.
Aquella ventana era su torre vigía»
Muestra
de la importancia que cobran aquellas editoriales prestas a recuperar novelas
descatalogadas la encontramos en el sello Text Publishing, fundado a mediados
los años noventa por Diana Gribble y Eric Beecher. Así pues, desde hace un
cuarto de siglo Text Publishing ha tenido el empeño de volver a imprimir títulos
clásicos de la literatura australiana, saliendo especialmente beneficiada
Elizabeth Harrower (1928-2020), a quien se la había perdido el rastro desde la
publicación de The Watch Tower
(1966). De tal suerte, el sello aussie tomó
la iniciativa de editar In Certain
Circles (2014), un material que había permanecido inconcluso durante cuatro
decenios fruto de un bloqueo creativo por parte de su autora. Con cierto
orgullo, pues, una octogenaria Harrower vio cumplido su sueño de completar su
sexta novela, después de asistir a la reedición del resto de sus trabajos
literarios. Una vez más, los radares
de Impedimenta han funcionado a pleno rendimiento para captar la lejana señal proveniente del continente oceánico,
al que han regresado tras la publicación de Picnic
en Hanging Rock (1967), de Joan Lindsay, en 2009 para editar la penúltima
novela de Harrower, La torre vigía,
en plena segunda oleada de la pandemia de la COVID-19 y pocos meses después de
certificarse su deceso.
Coetánea de Lindsay, Elizabeth Harrower, a
punto de cumplir la treintena, al final de su etapa residiendo en las Islas
Británicas, llegó a un acuerdo con la editorial inglesa Cassell & Co. para la
publicación de Down in the City
(1957), una opera prima en que se puede reconocer en el personaje de Stan
Peterson —un representante de la middle-class
del Sidney de los años cincuenta— rasgos inherentes a Felix Shaw, cuya crueldad
y perfidia es descrita de manera detallada en no pocas páginas de La torre
vigía, de cuya traducción al castellano para la edición de Impedimenta se
ha encargado Jon Bilbao, un autor que asimismo forma del señorial catálogo del sello madrileño. Las víctimas propiciatorias
de un individuo esquinado hacia comportamientos machistas, aparejados de un
sentimiento autodestructivo cuyo catalizador deviene —al igual que Peterson— el
alcohol, son las hermanas Laura y Claire Vaizey. «Ellas eran australianas, mortales de talla media, carentes, en
buena medida, de la fragilidad y de la herencia exótica de su madre. Era
natural que corrieran de acá para allá, que se despellejaran las espinillas y
las caderas, que sufrieran cortes en los dedos y que les salieran ojeras en el
proceso de apañárselas por su cuenta para salir adelante, tanto ellas como su
madre». Así las describe en primera instancia
Harrower, dejando que el paso del tiempo las libere de actitudes propias de adolescentes y entren a formar parte
integral de un mundo adulto que las reserva la tragedia de saberse dominadas
por un ser abyecto que tras someterlas —especialmente a Laura, su empleada en
una próspera fábrica de chocolate, con quien llega a contraer matrimonio sin que medie
el enamoramiento— al chantaje emocional, al maltrato psicológico y físico (aunque sin cargas las tintas por parte de su autora),
las gratifica materialmente al asumir un cierto grado de culpabilidad por sus
acciones. En ese círculo vicioso transita la trama de una novela que para su
tercio final introduce un cuarto vértice, el joven Bernard, fundamental a la
hora de alentar a una de las hermanas Vaizey a decidir sobre su propio futuro
alejada de la «aniquilación»
de la personalidad que significa permanecer junto a Felix Shaw.
Indiscutiblemente, una novela de las
características de La torre vigía gana
plena vigencia en la actualidad, siendo la voz
de Harrower una de las primeras en alzarse para denunciar a través de su fluida
prosa, cargada de matices, el comportamiento de un estereotipo de machos que lejos de representar un
complemento para el sexo femenino se han convertido en sus principales depredadores, al activar en ellas unos
mecanismos de anulación que pueden derivar en el suicidio.
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