Para muchos de los que pertenecemos a la generación del baby boom, el cine se convirtió en una especie de «religión» merced a esas obras que nos impactaron de pequeños y que dejaron una huella indeleble. Como en su tiempo, para la generación de nuestros abuelos o bisabuelos la llegada del sonoro comportaría todo un acontecimiento, La guerra de las galaxias (1977), Tiburón (1975), Alien, el octavo pasajero (1979)... representaron una puerta abierta a una realidad que nos impactó y serviría de embrión de una cinefilia o de una afición al cine que nos ha acompañado y nos acompañará para el resto de nuestros días. A finales de los setenta, una parte de este baby boom en nuestro país empezaba a preguntarse entre los asuntos de la vida quiénes diantre estaban detrás de aquellos films dispuestos para dejarnos paralizados en el patio de butacas. Esas sesiones a rebosar habían hecho mella. Por fortuna, en aquella época existían librerías especializadas, cuanto menos, en las grandes capitales y algunas capitales de provincia. La curiosidad debió llamarme a alguna de ellas y allí comencé a descubrir la existencia de Dirigido por.., que llevaba en el mercado unos cuántos años de rodaje.
Del nacimiento de Dirigido por... este 2012 se cumple su cuarenta aniversario y bien que un servidor lo celebra. Creo que una gran parte de la cinefilia de este país ha contraído una deuda histórica para con esta publicación, a razón de 419 números en que han tenido cabida infinidad de dossiers, estudios, críticas... que dan la medida de la variedad de propuestas cinematográficas arribadas a nuestras carteleras, filmotecas y televisores. De ese carácter heterogéneo que caracteriza el denominado Séptimo Arte se han hecho eco una nómina de escritores de muy distinto calado. Diversas maneras de pensar, de enfrentarse al análisis cinematográfico han apuntalado un proyecto impulsado, en su origen, por Edmond Orts i Climent, y un grupo de entusiastas entre los que se encontraba Manel Ferrer, el propietario de El espectador, una de las tiendas especializadas a las que me refería y que desapareció, dejando yermo de espacios donde se concentraban años ha una serie de aficionados al cine deseosos por encontrar números atrasados de Dirigido por..., entre los cuáles, el dossier de cine negro era un «clásico».
En aquel periodo de descubrimiento, el cine me empezó a atraer desde muy distintas vertientes. Por ello, no he podido dejar al margen la lectura de partes de la revista independientemente de la firma que llevara acompañado cada artículo, estudio, crítica o dossier. Eso sí, la lectura de la revista ha sido un ejercicio a posteriori del visionado de una determinada producción, un modo de contrastar y enriquecer el pensamiento. Para muchos de nosotros esos estupendos especiales o estudios de los años 80 —Vincente Minnelli, John Huston, Joseph L. Mankiewicz, Fritz Lang, Billy Wilder y un largo etcétera— fueron una vía directa a suscitar un interés por conocer al detalle la filmografía de esos gigantes, derivando al cabo el concepto de completista que, en los tiempos de inexistencia de tecnologías interactivas estilo internet o soportes multizona, representaba un ejercicio de «espeología». El factor de la nostalgia para los que formamos parte del baby boom juega a favor de pensar que esa, la de los años ochenta, devino una de las «etapas doradas» de Dirigido por..., en que José María Latorre dejaba constancia de las hechuras de gran escritor que fue y sigue siendo, independientemente de sentirnos más o menos cercanos a su enfoque crítico de diversas obras o determinadas producciones. En ese frente crítico Latorre estuvo acompañado, entre otros, por Esteve Riambau, José Enrique Monterde, Carlos García Brusco, Antonio Castro (un entrevistador cuál copa de pino) y Quim Casas, uno de los pocos «supervivientes» de aquel memorable periodo. Con la incorporación de Tomás Fernández Valentí y Antonio José Navarro a finales de los años ochenta, se produjo un cierto relevo generacional que les ha llevado, a día de hoy, a ser dos de los referentes de la la revista, sin menoscabo de la aportación de una legión de críticos que con mayor o menor fortuna contribuyeron o han contribuido a fijar en el papel una visión y un pensamiento crítico que no conoce fronteras.
Por una simple cuestión de practicidad, no soy persona de hacer del hogar una suerte de museo personal o familiar donde guardo todas las reliquias del pasado. Pero entre las excepciones a esta forma de operar se encuentra la colección de números de Dirigido por... Cierto que con el advenimiento de internet, las horas de consulta de obras enciclopédicas o de revistas en papel por muy encuadernadas y localizables que estén, han menguado ostensiblemente en el cómputo anual, pero Dirigido por... siempre estará allí, en mi despacho personal; una manera de rendir honores por los «servicios prestados» durante tantos años a un aficionado al cine que, por suerte o desgracia (nunca se sabe) lo ha convertido en profesión. Gracias a Steven Spielberg, George Lucas, Martin Scorsese, Stanley Kubrick... hay cordones umbilicales que algunos de nosotros nunca romperemos. El cine sigue siendo una segunda memoria. Y a esa memoria ha contribuido sobremanera al pensamiento cinematográfico Dirigido por... Solo cabe desear, pues, al equipo de Dirigido por... que siga resistiendo en ese mar embravecido que se corresponde con las publicaciones ligadas al ámbito de la cultura. Más que nunca, cabe subrayar la constancia y fidelidad de los veteranos lectores, y la incorporación de nuevas generaciones que buscan respuestas a sus inquietudes cinéfilas más allá de la galaxia de internet.
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1 comentario:
Totalmente de acuerdo con su articulo. Soy seguidor de esta revista desde que tengo uso de razon cinefila. Y a mi pesar me faltan algunos numeros que ya no se donde buscar. Todo un clasico (nunca mejor dicho) ya dentro de la prensa española dedicada al cine. Un saludo
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