Entre las numerosas curiosidades que adornan
el untitled cuarto álbum en estudio
de Led Zeppelin se encuentra la participación de Sandy Denny (1947-1978) para
complementar las voces que se escuchan en la grabación del tema “The Battle of
Evermore”, que hace alusión a la confrontación de ingleses y británicos en el
siglo XV. Óbviamente, la canción nacida de unos acordes creados por Jimmy Page a
la mandolina (instrumento raro de localizar el abecedario de los Zeppelin), quedó
de inmediato eclipsada por ese “milagro” musical llamado “Stairway to Heaven”
que computó en el siguiente surco de
un disco que contribuyó a elevar a los altares del rock a la banda británica
liderada por Robert Plant. A pesar de que los caminos de Denny no volvieron a
cruzarse, Plant sentenció: «ella es mi cantante
favorita de todas las chicas británicas que hayan existido». La frase lapidaria encabeza el texto
del libreto rubricado por Clinton Heylin para el disco recopilatorio Sandy Denny: No More Sad Refrains. The
Anthology (2000). Un título cargado de cierta ironía que el propio Heylin
utilizó para la publicación de una biografía que llegó al circuito comercial
dos años más tarde, dando así a conocer los pormenores de una vida truncada a
los treinta y un años de edad, tras una serie de complicaciones derivadas de
una caída en que su cabeza golpeó contra el suelo. Aquella cabeza provisionada
de una revuelta melena rubia de la que surgirían composiciones direccionadas hacia esas
almas afligidas por el dolor, el sentimiento del abandono y/o la necesidad de la
búsqueda de renovadas motivaciones alejadas de entornos hostiles. Con un hiato de catorce años, otra biografía --si acaso menos contemplativa que la de Heylin al abordar cuestiones un tanto escabrosas--, Sandy Denny: The Tragic Story of Britain's Unsung Folk Heroine (2016) de Len Brown, reforzaría el interés por conocer cuestiones relativas a este ángel caído.
En un viaje por tierras holandeses que tuvo
lugar este pasado verano reparé en una tienda de Utrech en el doble disco
compacto Sandy Denny: No More Sad Refrains.
The Anthology. Por aquel entonces, para un servidor la obra de Denny era
sinónimo de un eco lejano, de tonadas que presumiblemente había escuchado en mi
prospección a finales del siglo XX por las voces femeninas, casi todas adscritas
a figuras musicales procedentes del continente norteamericano. Al calor de
varias escuchas de este CD que contiene la integridad de las canciones que
jalonan los dos primeros álbums en solitario de Denny —The North Star Grassman and the Ravens (1971) y Sandy (1972)—, su música ha ejercido una
especie de hechizo en mi persona. Su voz se contorsiona
hasta adoptar aires inherentes al folk, rock, de canción tradicional irlandesa, pop e incluso country. Su escucha se hace especialmente favorable cuando el termómetro de nuestros sentimientos situado
en zonas valle, arropando la calidez
de su voz en esas noches de vigilia a la espera que amaine el temporal que
sopla con intensidad. Es entonces cuando la música de Sandy Denny —parafraseando
una de sus emblemáticas canciones— suena como
un viejo vals, aquel provisionado para rememorar cada uno de sus compases ¾
en lo más recóndito de nuestra memoria. No me cabe duda que si Sandy Denny,
cuanto menos hubiese alcanzado la cincuentena, hoy en día seguiría siendo
venerada por una legión de fans. El infortunio quiso que Alexandra Elene
MacLean Denny —cuyos ancestros por parte de madre se ubican en la tierra de
William Wallace— expirara al poco de cumplir la treintena, dejando tras de sí
un reguero de piezas maestras abordadas en solitario, y una carrera musical asociada
a la historia de Fairport Convention. De esencias folk, la banda en cuestión se
benefició de la participación de Sandy Denny para algunos de sus discos más
emblemáticos, pero decidió descabalgarse de Fairport Convention para seguir su
propio instinto, aquel adueñado de la idea de edificar una actividad profesional
en calidad de cantautora en solitario, dejando para los anales un total de cuatro discos de
estudio a lo largo de los años setenta. Espero que llegue el momento para
atender a la escritura de un ensayo en forma de libro que ayude a redimensionar
la importancia de esas féminas cantautoras, responsables de esa revolución
silenciosa arbitrada desde los tiempos del flower power y que alcanza hasta
nuestros días. Sin duda, un apartado quedará reservado a Sandy Denny, la autora
de proezas compositivas y vocales como “Man of Iron”, “Solo”, “One More Chance”
o Late November”.
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