Reconozco que no me dejo arrastrar fácilmente por la impresión favorable que pueda despertar una opera prima concebida por un cineasta, músico o escritor —por citar algunas disciplinas artísticas— y suelo esperar a futuros trabajos para ponderar la valoración sobre los mismos. He asistido a tantos festejos de diversos sectores de la crítica en la que se ensalzaba a un artista para que después éste, una vez franqueada la barrera de lo novedoso, cayera en la indiferencia, que la prudencia no es mala consejera en estos casos. Por citar algún ejemplo, Coldplay con su álbum de debut parecía erigirse en el grupo renovador de la escena pop-rock británica; aquellos que habían encumbrado a la banda liderada por el carismático Chris Martin no tardaron en «depellejarla» y acusarla de haber quedado reducida a manufacturar temas tan sólo aptos para politonos. Por todo ello, mi interés por el cine de Alejandro Amenábar (1972, Santiago de Chile) resultó un tanto tardío. Al calor de la presentación en sociedad del tercer largometraje de Amenábar, Los otros (2001), la mayoría de reseñas que leí hacían referencia a The Innocents / ¡Suspense! (1961) —uno de los títulos del fantastique por los que profeso verdadera admiración—, y por consiguiente, tenía la guardia bien en alto cuando me decidí a asistir a un doble programa que incluía, además del film de Amenábar, la obra de los hermanos Nolan Memento (2000). Concluida la hora y media larga de duración de Los otros no pude por menos que rendirme a la evidencia del talento de Amenábar, cuyo ejercicio de estilo en modo alguno puede ser catalogado de mimético en relación a la magna producción interpretada por la gran Deborah Kerr, salvo que se desconozca el contenido y el continente de The Innocents. Es lógico que los detractores del cine de Amenábar y de Los otros en particular trataron de sacar argumentos a su favor cuando señalaban que el film no admitía un segundo visionado, como asimismo sucedía con El sexto sentido (1999) y otras producciones de estas características. Pero ese había sido el peaje al aventurarse por un desarrollo narrativo que lo fiaba (casi) todo a su resolución final.
Con esa magnífica muestra de cine ofrecida por Amenábar en Los otros ya me valía para seguir confiando en su pericia e inteligencia a la hora de abordar nuevos retos cinematográficos. Prefiero a aquellos directores que se la juegan, que asumen riesgos y no los que se agarran a una fórmula que les había valido para su debut. Sin ir más lejos, hace unos días se ha estrenado Trash (2009), dirigida por Carles Torras, que es un calco temático —sexo, drogas y música atronadora, of course— de Joves / Jóvenes (2005), el film concebido en sketches que había significado su debut junto a Ramón Térmens. Tres años después del estreno de Los otros nos llegaría Mar adentro (2004), para un servidor una obra maestra aunque sea por una sola razón: la emoción me embargó hasta extremos insospechados. Me quedé con esa impresión y hasta la fecha no he vuelto sobre esta proeza cinematográfica.
Un lustro ha tenido que pasar para que Amenábar regrese al primer plano de actualidad con Ágora (2009), de la que confieso que era de partida la que ofrece la temática que más me atraía de todas las propuestas llevadas a cabo por el cineasta de origen chileno. Como los grandes films, Ágora tiene distintos niveles de lectura que, a partir de un par de visionados (al menos, en mi caso) puedes extraer la verdadera esencia de una obra de la que resulta un tanto aventurado emitir un juicio al cabo de unos minutos de abandonar la oscuridad de la sala. Para todos aquellos que despotrican del cine español por su carácter localista, por contar historias que tan sólo interesan a cuatro, Ágora ofrece un espectáculo equiparable a los mejores trabajos de la industria cinematográfica estadounidense. Pero ya se encarga parte de la crítica para lanzar mierda sobre el que considero el mejor de los nuestros. Una animadversión que puede comportar que Alejandro Amenábar se vaya alejando cada vez más de nuestra penosa realidad cinematográfica, un avispero de víboras que aprovechan incluso la coyuntura del lanzamiento de Ágora para expulsar todo su veneno en forma de cómic. El leit motiv de Mis problemas con Amenábar (2009, Editorial Glénat) (ver enlace) no es otro que hacer un despiadado ajuste de cuentas de Jordi Costa —el autor del guión (sic); los dibujos los hace Darío Adanti— con alguien que le ha debido provocar un trauma por lo visto en sus escasos (des)encuentros suscitados a raíz de una crítica destroyer sobre Tesis (1995) publicada en Fotogramas. Una de tantas revistas en las que ha colaborado este apólogo del freakismo y que actualmente se reparte las críticas de cine en El País con el inefable Carlos Boyero. Claro que para Costa la publicación de Mis problemas con Amenábar le gustaría que asimismo fuera un ajuste de cuentas... bancarias con el sujeto al que vapulea a su libre albedrío. A buen seguro, no le caerá esa breva a Jordi Costa porque mientras este cómic será una simple pataleta (encuadernada, eso sí) que hará las gracias de los amigos de lo freakie (un eufemismo con lo que antaño se refería uno al mal gusto), Ágora permanecerá como una obra intemporal de una calidad superlativa. Esta, cuanto menos, es mi perspectiva en torno al quinto largometraje del artífice de Abre los ojos. Sin duda, de entre todos los directores españoles de la actualidad, Amenábar me parece un gigante.
Con esa magnífica muestra de cine ofrecida por Amenábar en Los otros ya me valía para seguir confiando en su pericia e inteligencia a la hora de abordar nuevos retos cinematográficos. Prefiero a aquellos directores que se la juegan, que asumen riesgos y no los que se agarran a una fórmula que les había valido para su debut. Sin ir más lejos, hace unos días se ha estrenado Trash (2009), dirigida por Carles Torras, que es un calco temático —sexo, drogas y música atronadora, of course— de Joves / Jóvenes (2005), el film concebido en sketches que había significado su debut junto a Ramón Térmens. Tres años después del estreno de Los otros nos llegaría Mar adentro (2004), para un servidor una obra maestra aunque sea por una sola razón: la emoción me embargó hasta extremos insospechados. Me quedé con esa impresión y hasta la fecha no he vuelto sobre esta proeza cinematográfica.
Un lustro ha tenido que pasar para que Amenábar regrese al primer plano de actualidad con Ágora (2009), de la que confieso que era de partida la que ofrece la temática que más me atraía de todas las propuestas llevadas a cabo por el cineasta de origen chileno. Como los grandes films, Ágora tiene distintos niveles de lectura que, a partir de un par de visionados (al menos, en mi caso) puedes extraer la verdadera esencia de una obra de la que resulta un tanto aventurado emitir un juicio al cabo de unos minutos de abandonar la oscuridad de la sala. Para todos aquellos que despotrican del cine español por su carácter localista, por contar historias que tan sólo interesan a cuatro, Ágora ofrece un espectáculo equiparable a los mejores trabajos de la industria cinematográfica estadounidense. Pero ya se encarga parte de la crítica para lanzar mierda sobre el que considero el mejor de los nuestros. Una animadversión que puede comportar que Alejandro Amenábar se vaya alejando cada vez más de nuestra penosa realidad cinematográfica, un avispero de víboras que aprovechan incluso la coyuntura del lanzamiento de Ágora para expulsar todo su veneno en forma de cómic. El leit motiv de Mis problemas con Amenábar (2009, Editorial Glénat) (ver enlace) no es otro que hacer un despiadado ajuste de cuentas de Jordi Costa —el autor del guión (sic); los dibujos los hace Darío Adanti— con alguien que le ha debido provocar un trauma por lo visto en sus escasos (des)encuentros suscitados a raíz de una crítica destroyer sobre Tesis (1995) publicada en Fotogramas. Una de tantas revistas en las que ha colaborado este apólogo del freakismo y que actualmente se reparte las críticas de cine en El País con el inefable Carlos Boyero. Claro que para Costa la publicación de Mis problemas con Amenábar le gustaría que asimismo fuera un ajuste de cuentas... bancarias con el sujeto al que vapulea a su libre albedrío. A buen seguro, no le caerá esa breva a Jordi Costa porque mientras este cómic será una simple pataleta (encuadernada, eso sí) que hará las gracias de los amigos de lo freakie (un eufemismo con lo que antaño se refería uno al mal gusto), Ágora permanecerá como una obra intemporal de una calidad superlativa. Esta, cuanto menos, es mi perspectiva en torno al quinto largometraje del artífice de Abre los ojos. Sin duda, de entre todos los directores españoles de la actualidad, Amenábar me parece un gigante.
6 comentarios:
Christian, aunque la mayoría de veces coincidimos en las opiniones, esta vez nuestros puntos de vista son totalmente opuestos.
Sí, considero que Amenábar es un realizador con mucho talento (no tanto en el apartado musical) pero que se ha dejado deslumbrar por los fuegos artificiales. Me explico.
"Tesis", "Abre los ojos" y "Los Otros" son tres grandes títulos donde queda demostrada que sabe muy bien lo que hace. En cuanto a la imprescindible "Vanilla Sky" (Cameron Crowe puede ser estupendo como demostró en "Casi famosos" y terriblemente insoportable cuando se alia con Tom Cruise -su ego no tiene límites-, casos del remake mencionado y "Jerry Maguire"), es el inicio de mi "precaución" con Amenábar.
"Mar adentro" (equiparable, en mi opinión, con cualquier telefilm de sobremesa de televisión privada que únicamente sirve para rellenar las tardes del fin de semana atiborradas de publicidad), de la cual destaca -en su parte negativa- por encima de un gran reparto, Lola Dueñas (igualmente más que deficiente es su actuación en el engendro "Los abrazos rotos", razón por la que no he visto "Yo también").
Referente a "Agora", es cierto que no me desagradó como fue el caso de "Mar adentro". Considero que ante tanta "superproducción" se echa en falta que la pasión que siente Hipatia por el estudio y la astronomía no se transmite más allá de la pantalla.
Espero que Amenábar vuelva a sus orígenes. Añoro estar aferrada en la butaca y "pasándolo fatal" viendo una película de este gran director.
Hola Antonia:
Vamos por partes. Amenánbar ha sido consciente de sus limitaciones como compositor de cine (cosa que me parece una virtud) y para "Ágora" se decantó por contratar a un músico, Dario Marianelli, de lo mejorcito del panorama internacional.
"Vanilla Sky" no es responsabilidad de Amenábar sino de Cameron Crowe, que es un director con una tendencia natural a estropear sus propias películas al acoplar infinidad de canciones a la banda sonora. Al César lo que es del César.
La percepción de una película es algo muy personal y entiendo que haya personas como tú que no les guste "Mar adentro". Sin ser una maravilla de actriz creo que Lola Dueñas está francamente bien en "Mar adentro"; otra cosa es el personaje de cura que encarna Josep Maria Pou, que puedo reconocer como uno de los puntos débiles del cuarto largo de Amenábar. Tampoco calificaría de engendro "Los abrazos rotos" aunque para mí Almodóvar no es santo de mi devoción y por lo general su cine me interesa más bien poco.
En el caso de "Ágora" hay demasiados temas a tratar y haber fiado gran parte de la historia a esa relación "intangible" de Hipatia con el cosmos hubiera sido muy peligroso; en un film experimental no te digo que no, pero en una producción de 50 millones de euros... En todo caso, tal como queda sí que pienso que transmite ese poderoso vínculo a través de secuencias bien dosificadas.
Un saludo y gracias por tu participación. Creo que puede ser un debate enriquecedor.
Christian Aguilera
La he visto dos veces y también creo que es una muy buena película, bien hecha y rigurosa. Si hay algunos detalles, digamos no rigurosos como la edad en que murió Hipatia, ¿pero qué importa eso? si ni siquiera los historiadores se ponen de acuerdo en su edad porque no sabemos exactamente cuando nació. Tampoco sabemos con certeza su obra porque fue destruida, pero por eso mismo no nos tendría que extrañar que estuviera trabajando el movimiento de elipse puesto que ya antes que ella algún autor ya lo había hecho. Pero en la trama en general es bastante seria así como los personajes que son verídicos (exceptuando a Davo). La ambientación y vestuarios son buenísimos (por favor, fijaros en la escena en que ella da clases, las paredes, las columnas, es una gozada), así como detalles históricos, escenas donde podemos ver como eran los retretes de la época, los peinados de los niños, los vestidos, como aplaudían con esa especie de sonajeros que utilizan en el teatro, o el instrumento musical que toca Orestes para declarar su amor a Hipatia... en fin, son muchos detalles por los que me parece una película muy bien hecha y documentada. Por otro lado hay unos detalles con los que Amenábar nos deleita en su manejo magistral de la cámara. Por ejemplo cuando nos enseña en medio de una contienda un simple hormiguero y una escenas después aleja su cámara hasta el cielo para hacer un paralelismo con la gente vista desde la altura moviéndose como autenticas hormigas.... O, la escena en que entran los cristianos a la Biblioteca y la destruyen, el efecto de la cámara coloca todo boca abajo, para mí simboliza el mundo puesto patas arriba...
Yo he disfrutado mucho viéndola y la recomiendo. Discrepo de la gente que dice que es fria, a mi me ha emocianado. Ojalá se hiciera más cine con esta calidad en este país. Gracias Amenábar por tu trabajo y buen hacer, también por tu valentía, porque esta película es muy valiente.
En cuanto a las críticas que estoy viendo que dicen que es una crítica al catolicismo o cristianismo en general, creo que la gente que dice esto no ha visto la película o por lo menos no la ha visto con objetividad. Digo esto porque en la película no queda bien parada ninguna religión, porque los judíos también tienen su lado oscuro. Ni siquiera los paganos se salvan ya que aparecen como los primeros en utilizar la violencia generando una verdadera carnicería. Lo que pasa es que algunos les escuece la verdad, pero sabemos que históricamente es así como sucedió y en aquella época era muy habitual las refriegas en las calles de Alejandría. Precisamente ese es el argumento de la película el fundamentalismo religioso (de cualquier religión) en oposición a la ciencia y el saber. Creo que es un canto muy bonito a la tolerancia y el respeto hacia el que piensa o siente diferente, respeto a las mujeres, respeto a la ciencia…. RESPETO.
Al público sólo nos queda apoyar más al cine español, y no estar tan acomplejados con el cine americano donde también se hacen muchos bodrios y sin embargo son exitazos de taquilla por que se saben vender muy bien.
Un saludo.
Hola Lola:
Todos estos detalles que describes con precisión creo que son fruto de haber reparado en los mismos en el segundo visionado que creo se merece un film de la riqueza de "Ágora". Lo que apuntas del instrumento de viento que toca Orestes para declarar su amor por Hipatia tiene gracia porque recuerda al sonido de las gaitas que se escuchan en "Mar adentro". Totalmente de acuerdo en las escenas/secuencias que señalas pero me permito un matiz o una segunda interpretación. Más que "patas arriba" entiendo que ese plano invertido juega con la idea que planea constantemente sobre la historia en torno a la disyuntiva si la tierra es redonda o plana; es com si se marcara un punto de inflexión en el pensamiento de esa época y de ese espacio concreto. La escena de equiparar a las personas como hormigas es de una gran sutilidad por parte de Amenábar (o Mateo Gil, vete a saber) y así diversas cuestiones. Dejo en el aire, por ejemplo, la idea de una figura mesiánica que emula a Jesucristo (portador de una gran cruz y que acaba muriendo a temprana edad), esa especie de Arca de Noé disgregada (sobre todo de la mitad del film para adelante), con planos de animales de distintas especies que se integran en el paisaje de Alejandría...
gracias, Lola, por tu participación,
pásate cuando quieras por Haldane.
Christian
Pues yo soy, permíteme la casi obscena sinceridad, de los que tienen cierta manía a Amenábar. Quizá es porque me he creído que va de genio, de Orson Welles, (y, a lo mejor, no es verdad) y sus películas no me parecen para tanto. Es más, no me gusta ninguna. "Tesis", para mí, tiene buenos momentos, pero ciertas trampas se la cargan. Peor es "Abre los ojos" y peor todavía "Los otros", siempre con trampas. "Mar adentro" me resulta muy falsa, tal vez debido a las interpretaciones. Ese es Bardem, no Sampedro. No llegué ni a la tercera parte. Claro que, como otras referencias, te diré que "Suspense" me aburrió mucho. "El sexto sentido" me gustó mucho las dos primeras veces y la tercera ya me costó un cierto esfuerzo...
Yo desde mi modestia (no soy muy cinéfila)sólo quiero decir que me ha gustado, y sobre todo la ambientación, sólo por eso la iría a ver otravez, tantos detalles! Aparte de que la lucha entre las religiones por el poder(camuflada de por quién tiene la verdadera fe, verdadero Dios...etc) me parece que tampoco ha cambiado mucho desde entonces...
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